jueves, 23 de abril de 2020

El “Día del idioma” y los 124 años del maestro Federico


Escribe:

Luis A. Castro Gavelán


El 23 de abril es de mucha significación. El mundo entero celebra el “Día del idioma español” y Monsefú, además de hacer suya esa efeméride, también recuerda el nacimiento uno de sus más insignes maestros, don Federico Castro Pisfil. Como nieto de este inolvidable educador aplaudo y comparto esta extraña y feliz coincidencia. Si estuviera vivo, el fundador de la escuela “Sabogal” y de la actual escuela pública 11029 cumpliría nada menos que 124 años.


         Al cumplir 50 años de fundación de la escuela "Sabogal", el maestro Federico Castro recibió el homenaje                        de muchos de sus ex-alumnos.

El profesor  Castro y varios de sus ex-estudiantes. Los hermanos
Custodio y el ex-alcalde Miguel A. Bartra.
Feliz concomitancia digo yo. Mientras el Instituto Cervantes conmemora el “Día de la lengua castellana” y rinde tributo a Miguel de Cervantes Saavedra, autor de “Don Quijote de la mancha”; la Unesco también recuerda a Cervantes, el fallecimiento del dramaturgo William Shakespeare y la muerte del historiador y escritor el Inca Garcilaso de la Vega. Y aunque en Monsefú no hay actividades festivas, estoy seguro que miles de paisanos guardan en su corazón al profesor Federico Castro, el querido abuelo que siempre influyó en la vida profesional que sigo afianzando.
Cuando en mi niñez iba al campo los fines de semana, acompañando a mi famoso abuelo, empecé a pergeñar lo vital que resulta la educación en los seres humanos. La educación es el proceso de transmitir habilidades y valores para provocar efectos intelectuales y afectivos en las personas. Y quienes se dedican a fomentar la capacidad intelectual en los seres humanos, merecen el máximo de los reconocimientos. El ex presidente de Sudáfrica Nelson Mandela decía que “la educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar al mundo; y respecto a la importancia del docente, el senador norteamericano Joe Manchin resume su influencia con cándida emoción “Cada niño debería tener en sus vidas un adulto que se preocupe por ellos. Y no siempre es un padre biológico o un miembro de la familia. Puede ser un amigo o un vecino, pero con mayor frecuencia es un maestro”.

Fundador de la escuela “Sabogal” un primero de julio de 1918, también tuvo la responsabilidad de patrocinar el nacimiento de la escuela 2209 (actualmente centro educativo 11029), a la que dirigió por más de 12 años. Fueron 44 años y 6 meses de proficua labor pedagógica y muchos de sus alumnos aún con vida recuerdan la frase que acuñó para estimularlos: “Hay que estudiar mucho para un futuro mejor, hay que luchar y trabajar sin desmayo para sentirnos realizados y que sus padres se sientan orgullosos”.

En su libro “Pinceladas históricas de Monsefú”, mi extinto padre Luis Castro Capuñay resume con orgullo al también fundador de los “Boys Scout” en Monsefú: “El nombre de mi padre, el maestro Federico Castro Pisfil, vive en el recuerdo y perdurará en la memoria desinteresada de tantas familias, de tantos profesionales y hombres de bien que él formó desde la infancia y en los que sembró huellas de responsabilidad y disciplina, amor a los valores espirituales, el respeto a la familia y a la majestad de su suelo natal”.

El maestro Federico Castro nació un 23 de abril de 1896. Sus padres fueron don Luis Castro Chumioque y doña Mercedes Pisfil Ballena. Se casó con Rosa Capuñay, con quien tuvo 6 mujeres y 2 varones. De su numerosa familia sólo está con vida mi madrina, doña Blandina Castro, quien aún rebosante de vida cumplirá 96 años el próximo 2 de Junio.

                      Rosa,Luis Isaías, Elena, Rosario y Blandina, aún con vida, durante una reunión familiar.


Maestro, periodista (fundador del semanario “La razón”), político fundador del Partido Aprista en Monsefú y, un gran consejero social, falleció el 10 de junio de 1984 cuando tenía 88 años. Desde 1988 una calle de la ciudad lleva su nombre, gracias a las gestiones del entonces alcalde Víctor Custodio López. Corresponde a la actual autoridad edilicia hacer lo que otros burgomaestres no cumplieron, cambiar las placas. No más calle Tacna. En memoria de este educador de profesionales como el doctor Miguel Custodio Pisfil, el poeta Alfredo José Delgado Bravo, el doctor Francisco Farro, el odontólogo y político Miguel Angel Bartra, el ingeniero Angel Pejerrey, entre otros, debemos completar la iniciativa de “Vitucho” Custodio.

Tengo un sano orgullo por mi abuelo y por mi padre, dos pedagogos que dejaron su herencia, rica en disciplina y apego por el mundo del saber. Al abuelo Federico lo pongo al lado de otro grande, don Oscar Torrez Asurza. El abuelo Federico decía que su éxito fue posible por el binomio que formó con los padres de familia, quienes siempre confiaron en su labor. Aún recuerdo sus clases de historia, sus conversaciones sobre la forma de aprender matemáticas, su amor por Monsefú y sus ganas de influir en las mentes de los jóvenes monsefuanos, etenanos y lambayecanos en general. Fueron entretenidas charlas donde demostró su extraordinaria capacidad para explicar los conceptos y teorías. También recordamos la “importancia” de la famosa “palmeta”.

El maestro Federico, mi padre y los profesores de la escuela "Sabogal" durante un desfile.

Hoy 23 de abril, el abuelo Federico sigue en mi memoria. Solía ser estricto y exigente en las aulas, pero reconocía que jamás se podía orientar al estudiante si no conocíamos su día a día.

En estos días en que es todo un reto brindar una educación de calidad, hay dos elementos que están revolucionando la educación en Europa. En la escuela Rinkeby de Suecia, su director Börje Ehrstrand reconoce el éxito de su modelo educativo gracias al trabajo compartido con los padres de familia y su afán por ganarse la confianza de los educandos impregnado de tolerancia y frecuente estímulo. Mario Varga Llosa dice que la escuela debe ser la institución espejo de cómo debería ser la sociedad humana.

Me despido con una frase del demócrata norteamericano Brad Henry, que recapitula la labor del abuelo: “Un buen maestro puede crear esperanza, encender la imaginación e inspirar amor por el aprendizaje”. Y el abuelo Federico lo hizo, de eso no tengo dudas. Transmitía sus conocimientos con pasión, sentía lo que hacía porque la enseñanza fue su mejor virtud (LCG).









martes, 21 de abril de 2020

Jesús Nazareno Cautivo llenó de fe a Monsefú


Escribe:
Luis A. Castro Gavelán

El “Cautivito” salió a las calles y Monsefú vivió el martes por la tarde y parte de la noche momentos de mucho sentimiento. Por supuesto que no pude evitar derramar algunas lágrimas ver a mi pueblo desprotegido, a hombres y mujeres; a niños y ancianos, algunos en sillas de rueda, ocultar sus rostros con mascarillas o trapos, sin llegar a disimular sus miedos, sus angustias, sus infortunios y las infaustas vivencias que experimentan como consecuencia de esta pandemia que nos diezma cada día.



Jesús Nazareno Cautivo salió en una especial procesión. Lo llevaron en la parte trasera de una camioneta peregrinando por avenidas, calles y algunos pueblos jóvenes, acompañado de algunos autos de policía, previa coordinación con la Hermandad Mayor del Santo Patrón, el párroco y la policía local. No tengo dudas que fue un acierto, porque el pueblo, ávido de protección y avivado por su religiosidad, dio rienda suelta a sus expresiones de arrepentimiento y clamó por el cese de esta catastrófica pandemia que azota el mundo entero.

Las expresiones de ayer, de gente arrodillada, de hombres y mujeres que alzaban los brazos entre lágrimas, fueron la antífrasis que lo que aconteció días antes, en que cientos desoyeron las recomendaciones y fueron caldo de cultivo del coronavirus, que ya se ha llevado a muchas personas, aunque las autoridades de Salud digan lo contrario. No, ayer la gente pidió piedad y mostró sus debilidades, su atrición en medio de conmovedoras escenas, desgarradores y lastimosos llantos.

Los mensajes en mi teléfono eran incesantes, personas de Monsefú trataban de hacerme conocer sobre la salida del Señor Cautivo. En ese momento quería dar por terminada mi clase por internet, pero el respeto por mis estudiantes pudo más. En los minutos de descanso ingresaba a Facebook y veía las enternecedoras imágenes de mi querido Monsefú. La fe al Cautivo es y será inquebrantable en la mayoría de los monsefuanos, aunque algunos energúmenos no lo reconozcan. El respeto a la creencia de las personas se interrumpió muchas veces y Facebook se convirtió en pedidos de perdón y misericordia, por un lado; y comentarios infelices de algunos no católicos que trataban de zaherir con desagradables opiniones contra el Cautivo de Monsefú. 


No sé si el Patrón de Monsefú llegó a cubrir la zona urbana, los pueblos jóvenes y los caseríos. Tanto ha cambiado mi tierra que, confieso, desconocía la existencia de P.J. San José, Villa del Carmen, Los Algarrobos, San Juan, Las Animas, etc. Muchos clamaban que el Nazareno Cautivo vaya y bendiga sus hogares. Lo hacían a través de las redes sociales, que fueron cubiertas con las imágenes de TvCable Monsefú.
Increíble, la fe en el Nazareno arrancó promesas de la población, “Cautivo, protégenos”, “Zambito, danos tu bendición, ya no saldremos a las calles, aleja el virus”, “Cautivito, no nos desampares, nosotros también vamos a cuidarnos”, decían entre sollozos desde las puertas de sus casas, sus ventanas, los techos. A muchas mujeres les pareció inverosímil ver al Cautivo pasar por sus casas y entregaban ramos de flores, echaban pétalos de rosas y arroz a la imagen nazarena.


Hermanos monsefuanos, por favor, aún estamos a tiempo para detener esta creciente cantidad de fallecidos. Quedémonos en casa, respetemos las sugerencias de nuestras autoridades y no se olviden de los momentos vividos ayer. Unidos podemos impedir que el coronavirus siga asolando nuestra población. Pude ver rostros llenos de fe, rostros llenos de lágrimas por esa experiencia extraordinaria de ayer.  Les dejo esta arenga de la Madre de Calcuta: “Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios” ( LCG)


miércoles, 8 de abril de 2020

Los héroes aparecen en esta pandemia, mientras el alcalde brilla por su ausencia


Escribe:
Luis A. Castro Gavelán
Las cifras alarman. Según el Washington Post de USA. el crecimiento exponencial diario de los contagiados en el Perú por el Covid-19 es del orden del 30%, el más grande a nivel del continente. Todos los días esta epidemia se dispersa infectando a miles de peruanos y la posibilidad de elevar el número de muertos es real. México con el 29% y Brasil con el 24 % le siguen tristemente a nuestro país. En lo que se refiere a Monsefú, infortunadamente lideramos junto a Ferreñafe la mayor cantidad de muertos y contagiados en el departamento de Lambayeque.
¿Hay culpables en esta infausta estadística? Los culpables somos nosotros mismos, porque muchos de nosotros no hemos escuchado los consejos de los expertos y mucho menos, acatado las disposiciones del gobierno, de quedarnos en casa. La pandemia ha desbordado a nuestro país, es duro pero real, decenas de policías, militares, bomberos y personal de servicio están contagiados; y mucho personal médico: doctores, enfermeros, ya no están en sus puestos porque el miedo se ha apoderado de ellos (como el personal médico de Monsefú).

Largas colas durante el "Toque de queda"
Al gobierno central, al presidente Vizcarra, una reflexión. ¿Por qué no se tomaron otras alternativas para distribuir los 380 soles y las canastas familiares? ¿Acaso no sabíamos que hay millones de peruanos en extrema pobreza y otros con bajo nivel educacional que poco les importó la distancia social y formaron largas y pegajosas colas para recibir ese dinero o alimentos?
Me voy a referir a mi ciudad, Monsefú, para dar el ejemplo de lo que puede estar ocurriendo en todo el Perú. Hombres y mujeres formaron largas colas desde las 11 de la noche del día anterior haciendo caso omiso al “toque de queda” y cuando estuvo cerca una patrulla policial, evitaron ser descubiertos escondiéndose en solares llenos de basura, verdaderos focos de infección ¿Se imaginan las consecuencias?
Ayer martes 7 de abril había oficialmente 2,954 infectados y 107 muertos. Hoy, luego de la conferencia ofrecida por el presidente Vizcarra, en la que se confirma la ampliación de la cuarentena hasta el 26 de abril, los contagiados superan los 4,342. Entonces las previsiones del Washington Post son reales y sin duda, quedan cortas. 
Víctor Hugo....un héroe
Quiero utilizar las siguientes líneas para que esta crónica sirva de reconocimiento a la aparición de héroes, de verdaderos ciudadanos que están poniendo el pecho en estas circunstancias. En Monsefú hay hombres y mujeres dignos de reconocimiento. En orden de méritos quiero expresar mi admiración por Víctor Hugo  Yaipén, un médico veterinario con especialización en salud ambiental y post grado en epidemiología. Cuajado de experiencia en dos epidemias que ocurrieron en Huamachuco, La Libertad y Huamanga, Ayacucho, este padre de 3 hijos se las juega a diario con su equipo de cinco personas, entre ellos mi promoción Mariano Custodio Chavesta. Todos los días se encomienda a Dios y sale a las cinco de la madrugada, con miedo, pero dispuesto a cumplir con su vocación de servicio. “Siento que debo hacerlo, ésta es mi tierra, la tierra de mis padres, la tierra donde yo tengo buenos amigos. Hago este trabajo por mi pueblo” sostuvo este valeroso profesional que recorre las calles desinfectando posibles focos que expandan la epidemia.  
Mi agradecimiento al mayor PNP Rubén Duran Rojas. Aunque a veces peca de ser demasiado flexible, tiene liderazgo y personalmente sale al “campo de batalla” para concientizar a la población y algunas veces arrestar a tercos infractores de la ley.
Por supuesto que deseo que la población reconozca el trabajo tesonero de los comunicadores sociales que hacen malabares para seguir informándonos. A César Flores, propietario de Radio “La norteña”, a los periodistas Karina Cuyate, Luis Gonzales, Felipe Vallejo, Erick Huertas. Una mención para César Augusto Sánchez, el popular "muerto", quien de manera entusiasta sale a las calles para hacer reportajes radiales.
Periodistas monsefuanos... amor a su tierra en tiempos difíciles.

Hay voluntarios que también están poniendo el hombro. Por ejemplo, los miembros de la Asociación juvenil “Monsefú, costumbres y tradiciones”, que han pintado el parque y diversas arterias para que las personas respeten la distancia social. Hay también vecinos que contribuyen con alimentos a los policías y militares que están trabajando en las calles. Algunos de ellos son los hijos de Rogger Custodio Cachay, el ingeniero Gustavo Gonzales, el biólogo Christiam Ñanfuñay, entre otros buenos monsefuanos.
Los contagiados en Monsefú son cada día más, los muertos también, y los focos infecciosos aumentan. Algunos lugares son: Las ánimas, la calle Federico Castro cercano a la avenida Venezuela; las calles María Izaga, 28 de Julio, 7 de junio, el pueblo joven Jesús Nazareno, La Victoria, la calle Claveles, el pasaje Unión. Por favor amigo monsefuano…evite salir a las calles. El virus está cerca de usted, es silencioso, no es posible verlo y es capaz de provocar su muerte en apenas unos días. Dios proteja a mi pueblo. El jueves y viernes santo 2020 será de mucha recordación.
Pintado de calles y arterias, gracias a un grupo de artistas.
Aunque deseaba cerrar esta crónica felicitando a los héroes monsefuanos, tengo que denunciar la incapacidad del actual alcalde, de nombre Manuel y de apellido Pisfil. Varios profesionales que pretendieron coordinar con él para apoyar tareas contra esta epidemia, recibieron un portazo, similar al que sufrió un periodista, quien fue vejado por unos sujetos que fungen de “guardaespaldas”.
Señor alcalde, el escritor británico G.K. Chesterton decía: “El verdadero soldado no lucha porque odia lo que tiene delante, sino porque ama lo que tiene detrás”. Asuma su liderazgo…carajo, busque a “Vitucho” Custodio, a “Pocho” Custodio” y que le den clases de como usar bien los pantalones. (LACG).
 
Un pueblo de rodillas es un pueblo que se reencuentra con su fe.

sábado, 4 de abril de 2020

LA HONESTIDAD DE DON FÉLIX


Escribe:
Luis A. Castro Gavelán
Se mantiene pobre, pero con la frente en alto, vive en condiciones precarias, pero piensa como el poeta y escritor inglés Schakespeare, sabe que “ningún legado es tan rico como la honestidad”.

En estos tiempos en que la honestidad de muchos peruanos está por los suelos, tenemos a un personaje y para orgullo nuestro es monsefuano. Don Félix es un anciano campesino de 71 años que se ha ganado el respeto y dignifica a todos los monsefuanos, aunque algunos no se lo merecen.

Qué temple, qué manera de decirnos mucho en escuetas y balbuceantes palabras; no tuvo dudas para sostener que en él hay un ámbito inviolable que se llama honestidad. Vive en el campo, en una casucha, y por sus condiciones merecía la bolsa de alimentos que, por encargo del Gobierno central, debe distribuir la municipalidad de Monsefú.

Cuando lo estaban empadronando para insertarlo en la lista de personas que recibirían una donación, don Félix, que nació el 30 de mayo de 1949, respondió de manera transparente: “Yo he sido beneficiado con los 380 soles que está dando el gobierno a la gente pobre”. El empadronador insistió en comunicarle que iba a recibir una canasta con alimentos y don Félix sostuvo sin ambigüedades: “Yo soy pobre, yo necesito, pero hay otras personas que lo necesitan más”.

Mientras la prensa nacional divulga que algunos insensatos intentan tomar ventaja de la desgracia ajena en este estado de emergencia, nosotros tenemos con orgullo a un representante monsefuano que se rehúsa a claudicar y confirma que todavía hay una reserva moral. Don Félix es la antípoda a las denuncias de la fiscalía anticorrupción, que ha detectado 32 casos de funcionarios públicos, entre alcaldes y otro tipo de autoridades, que habrían cometido delitos aprovechando sus cargos en medio de la pandemia provocada por el covid-19.

Vecinos monsefuanos desafiando la muerte junto al mercado
Quiero aprovechar la ocasión para pedir a mis paisanos y connacionales escuchar los consejos de las autoridades, acatar las medidas y evitar formar parte de la larga lista de víctimas del coronavirus. He observado muy triste fotos de personas que no guardan la distancia en el mercado, en las largas colas que se forman en el Banco de la Nación par cobrar el bono de 380 soles ofrecido por el gobierno. Por supuesto que los connacionales pecan de ignorancia, pero también hay que acusar la desidia del alcalde, de nombre Manuel y de apellido Pisfil. No tiene los pantalones bien puestos y hace rato le queda largo y ancho el puesto. 

Estoy seguro que mis lectores no son quienes arriesgan su vida de manera innecesaria, pero los insto a persuadir a los testarudos. Si no hacen caso, un carajo o un mierda… los puede sacar de su ostracismo estúpido.  

Si bien es cierto que cualquier desgracia será exclusivamente de quienes en forma temeraria desobedecen el estado de emergencia, el problema es que este virus es demasiado contagioso y pueden morir justos por pecadores. Desde hace dos semanas me encuentro confinado en mi hogar, mientras la cifra de contagiados en Estados Unidos crece en forma vertiginosa. Hoy sábado a las siete de la noche tenemos 8,441 muertos y más de 309,728 contagiados. Perú ya tiene 1,746 infectados y 151 muertos. Recuerdo que, en mi última crónica, el 22 de marzo, Perú tenía 318 contagiados y 5 muertos. Solo han pasado 12 días y estoy seguro que esas no son las cifras exactas…multiplíquelo por cinco mi amigo.

No sé si sobreviviré, en algún momento tendré que salir a comprar alimentos y podría ser contagiado, pero de lo que estoy seguro es que permanezco en casa porque así lo aconsejaron las autoridades y con eso basta. Estados Unidos, con todos los adelantos tecnológicos está sufriendo. Ecuador, con un deteriorado e insuficiente equipo médico -como lo tiene Perú- está ofreciendo dramáticas escenas, espeluznantes vistas de cómo mueren a diario unas 150 personas y los cadáveres yacen en las calles o en sus viviendas por varios días.
No seamos parte de las estadísticas. Me recuerda la corta historia de Caperucita roja y el lobo feroz, con la salvedad que ese lobo ya está asomando. Monsefú, infortunadamente, ya tiene 3 muertos, víctimas de esta pandemia.

Esta crónica todavía no termina. Pido a mis lectores que me ayuden a identificar más a don Félix. Necesito sus apellidos, su historia. Se merece mi admiración y mi sueño es estrecharle la mano y llevarle algún presente. El abogado y líder religioso James Faust dijo algo sobre la honradez, y “le cae a pelo” al paisano Félix: ““La honestidad es más que no mentir. Es decir la verdad, hablar la verdad, vivir la verdad y amar la verdad.” (LACG)


Gente solidaria limpiando las calles de Monsefú



domingo, 22 de marzo de 2020

Usted elige: morir sepultado como un perro… o quedarse en casa

Paciente con coronavirus en hospital de Estados Unidos.

Escribe:
Luis A. Castro Gavelán
En estos días difíciles a causa de la pandemia generada por el COVID-19, hay que escoger dos alternativas: ser sepultado como un apestado, que ningún familiar pueda acompañar el funeral de su contagiado cuerpo; o hacer un esfuerzo, obedecer los consejos de los epidemiólogos y quedarnos en casa.
Claro que el titular de mi crónica suena agresivo y tal vez irrespetuoso, pero lo hago porque miles de peruanos, entre ellos mis paisanos monsefuanos, no entramos en razones y no hemos tomado conciencia del real peligro que nos acecha este virus que genera la pandemia del coronavirus.
Algunos amigos me dijeron que en Monsefú muchos siguen haciendo vida social, juegan sus “pichanguitas” futbolísticas y llevan adelante sus actividades sin importarles el riesgo que corren y el contagio generalizado que podrían provocar a decenas de conciudadanos. Aquí voy a hacer una comparación odiosa, pero necesaria. Vivo en Estados Unidos, país que lleva un adelanto de muchos años a nuestro Perú. La modernidad se exhibe por doquier… pero los 330 millones de personas que aquí residimos nos sentimos amenazados y aunque estamos tomando las precauciones, tenemos pavor, una trepidación que carcome y angustia. Nadie, por más rico o famoso, está exento de ser contagiado y morir de una neumonía, la fase final del coronavirus.

Si aquí en Estados Unidos, donde hay mucha higiene y un mejor sistema sanitario, estamos indefensos; ¿se imaginan ustedes lo que podría pasar si algún contagiado se pasea por el mercado de Monsefú o camina por el parque principal? ¿Tenemos un sistema sanitario capaz de contrarrestar esta pandemia? Dios nos coja confesados. Ayer escuché el programa de Lucho Gonzales y pude informarme de los focos infecciosos que hay en varios lugares, donde las garrapatas y las moscas pululan, donde el sentido común no existe y arrojamos la basura irresponsablemente.
Este no es un pedido, es una súplica a mis paisanos y conciudadanos. No juguemos con fuego, por favor, tomemos conciencia y evitemos que la pandemia llegue a nuestro Monsefú querido. Mi hermano Rubén que vive en España desde hace 30 años, experimenta una tragedia y ha llamado al coronavirus “la película de terror”. La nación europea es la tercera, estadísticamente hablando, con mayor cantidad de víctimas (cerca de 29,000 infectados y 1,758 muertos). Al mediodía de hoy domingo 22 de marzo, el planeta tiene 319,675 infectados y los muertos alcanzan 13,699. En nuestro Perú hay 318 contagiados y 5 muertos.  
Doctor Li Wenliang
En esta crónica quiero usar mi dedo acusador a China. El gigante asiático gobernado por el régimen de Xi Jinping mintió al planeta sobre el brote del coronavirus y “desapareció” a los expertos en salud que alertaron al mundo sobre esta pandemia. Mi homenaje al difunto doctor Li Wenliang que fue apresado y castigado por un chat que hizo para alertar a sus colegas el 30 de diciembre del 2019. ¿Se imaginan ustedes si China hubiera compartido esta alerta a los gobiernos democráticos y las autoridades tomaban rápidas medidas? Estoy seguro que no estaríamos contando esos 13, 699 muertos y el planeta no estuviera viviendo ese inicio de recesión económica que acabará con miles de posiciones laborales y la bancarrota de muchas empresas. Prepárense queridos conciudadanos, la crisis económica mundial está tocando nuestras puertas y sobrevivirán lo que tengan sus ahorritos. Por ejemplo, en Canadá, más de medio millón de personas han solicitado el seguro de desempleo, a consecuencia del cierre de empresas y el cese de actividades por la pandemia del Covid-19. Estas cifras son comparables a la Gran Depresión que vivió Canadá en 1932.
Por eso mi indignación con China. Ahora el planeta sabe que los habitantes de Wuhan y varios lugares del gigante asiático comen murciélago, culebras, ratas, perros y muchos animales por “beneficios de salud”. Y la gravedad del caso persiste porque el régimen comunista chino nos quiere hacer creer que ya han derrotado al COVID-19 y sostienen que ya no hay muertos ni tienen nuevos casos de contagio. Semejante mentira. Voy a revelarles algo que pone al descubierto la desfachatez de los líderes comunistas. Tengo un estudiante que es sacerdote de la iglesia católica. Prefiero guardarme su nombre. Me dijo que el último fin de semana oraron por un seminarista que es de nacionalidad china. Este religioso se había comunicado dos días antes con sus familiares en China y estaba llorando. Once, sí, 11 de sus familiares tenían coronavirus y que funcionarios del régimen chino sólo aceptaron ayudar y poner en las estadísticas a dos de ellos. El resto irremediablemente debía morir. Los otros 9 fueron aislados, sin medicinas y alejados de sus parientes. Así de cruel es el régimen y así estamos quienes por infortunio nacemos en lugares donde las libertades se conculcan.
Lavar sus manos al menos 20 segundos.
Quiero finalizar recomendando a mis conciudadanos tomar en cuenta los consejos del médico estadounidense Larry Brilliant, quien ha luchado contra los brotes de viruela, gripe y polio, y ha calificado el brote de coronavirus como “la pandemia más peligrosa de nuestra era”. Brilliant pidió auto-aislamiento o mejor dicho distanciamiento social. La distancia entre una persona y otra debe ser de al menos un metro y medio.
Otros consejos:
-Lavarnos las manos frecuentemente con agua y jabón por más de 20 segundos.
-Utilizar desinfectantes frecuentemente. El COVID-19 puede sobrevivir en la superficie por horas o días. En el aluminio, de 2 a 8 horas. En el acero, unas 48 horas. En la madera y el vidrio hasta 4 días. En el papel de 4 a 5 días. En el plástico, unos 5 días. El tiempo puede variar de acuerdo a la temperatura y la humedad.
-Podemos contagiarnos a través de la boca, las fosas nasales y los ojos. La transmisión se da de persona a persona cuando estornudamos, tosemos o nos damos la mano.
- Los síntomas son: dolor de cabeza y malestar, fiebre alta, secreción nasal, tos o dolor de garganta, problemas al respirar y finalmente, una neumonía generalizada.
Que Dios bendiga a nuestro Perú y en especial a mi pedacito de cielo, mi Monsefú (LGC).

lunes, 10 de febrero de 2020

Reflexiones sobre muerte de Omar “teny” Cigüeñas

Escribe:
Luis A. Castro Gavelán

El laureado escritor norteamericano Ernest Hemingway decía que “lo único que nos separa de la muerte es el tiempo”. Y esa es una verdad absoluta, todos los seres mortales enfrentamos un viaje, tal vez el más largo… con mucha resignación. Unos la aceptan, pero la aborrecen; otros piensan que es el preludio a una nueva vida, y otros la detestan por ser injusta y maldita, pero inevitable.


La muerte llega, se presenta de forma inesperada y siempre deseamos que sea rápida, que no nos haga sufrir y que cuando ese trance ocurra, nos haya permitido haber cumplido con nuestras metas y objetivos. Tal vez esa es la intención del más común de los mortales, descansar en paz después de cumplir con nuestros deberes familiares, laborales, profesionales y sociales.

Esta reflexión sobre la muerte tiene que ver con lo ocurrido al dicharachero y siempre servicial amigo Omar “Teny” Cigüeñas. Su muerte fue abyecta e infausta. Nadie desea expirar de manera cruenta y Omar no merecía terminar sus días atropellado y expuesto en la vía pública como NN.

He conocido a Omar desde muy niño, pero quien sabe mucho más de él es mi hermano Rubén. “Teny”, César Arévalo y mi hermano Rubén fueron inseparables amigos de mil batallas. Caminaron juntos desde jóvenes y seguían en contacto hasta ahora. Ellos tuvieron una amistad a prueba de balas por más de 40 años: se trataron como hermanos. Confirmo que mi hermano Rubén está devastado y lo propio debe sentir el buen “Oña” Arévalo.
Los inseparables amigos: César Arévalo, mi hermano Rubén y el extinto Omar"teny".

Esta crónica, querido Omar no es la que me pediste en vida algunas veces. Es una reflexión post mortem sobre la desdicha de tu deceso. Te quisimos de manera especial porque sentiste un apego especial por mi familia. Siendo “hermano” con Rubén siempre amaste a mis extintos padres, a quienes llamabas tíos.
Siempre fuiste servicial y atento. Visitabas a mis padres y hermanos en Monsefú para hacer actividades voluntarias demostrando respeto y don de gente. Por eso ahora te reclamo como un “hermano”, por eso muchos de mis familiares han derramado merecidas lágrimas por tu aciaga partida. 
  
Fuiste el “palomilla” del barrio, el jugador de fútbol que muchos admiramos, el bromista consentido que algún día contrajo nupcias con la prudente María del Carmen Ramírez. Creo que María del Carmen, con su sapiencia y cautela te llevó a la vereda de enfrente y de la noche a la mañana te gustaron los estudios, te hiciste abogado y profesor de secundaria.


Creo que graduarte como hombre de leyes borró tu vida divertida, traviesa y callejera; y te hizo un hombre digno de respeto y admiración. Por eso pienso que tus hijos siguen ese legado.

Mi querido Omar, hiciste el esfuerzo y superaste metas que alguna vez reconocí personalmente durante mis visitas a Monsefú. Por eso, la trágica muerte que tuviste no tiene por qué denostar la benevolencia y don de gente que exhibiste en la vida terrenal.

Descansa en paz querido amigo. Mis condolencias para María del Carmen, tus hijos y parientes. A ellos les quiero dedicar como una especie de redención por los momentos que viven, un bello pensamiento de Platón:Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo”. (LCG)    

domingo, 26 de enero de 2020

La matanza de Uchuraccay, el episodio que marcó mi vida


Escribe:
Luis A. Castro Gavelán

Un día como hoy, 26 de enero de 1983, marcó mi vida para siempre. En las agrestes alturas de Uchuraccay, a unos cuatro mil metros sobre el nivel del mar, murieron asesinados de forma cruenta ocho periodistas, su guía y un comunero. Una horda compuesta por un centenar de pobladores azuzados y confundidos actuó de manera inmisericorde y soterrada, vil y salvaje.
Cinco de los mártires de Uchuraccay. Con lentes, Jorge Sedano
Hoy, día de elecciones congresales, recordamos 37 años de ese funesto episodio. Todavía la prensa nacional espera explicaciones; y las familias de los desaparecidos, también. Está lejos y fuera de todo alcance aquella justicia que nunca ha llegado y que aún reclamamos, para que -en forma de bálsamo- pueda atenuar los aciagos días, la desdichada experiencia de muchas familias peruanas privadas hace 444 meses de sus seres queridos. Tan solo recordar la forma como fueron eliminados los periodistas, tres de ellos amigos de múltiples jornadas, se me hace un nudo en la garganta.

Después de casi 32 años he reiniciado contacto con Felícita de León y Ana del Castillo, dos colegas de aquellos tiempos, con las que rememoramos nuestro paso por el diario “La República”. Una de ellas está en California, y la otra, Anacé, es hija del mundo. También me reuní con Inés Flores, hoy jefe de redacción de “La República” y con el poeta Juan Carlos Lázaro.  Con ellos sostuvimos pláticas telefónicas y rememoramos vivencias de antaño, recuerdos de periodistas que ya nos han dejado: Guillermo Thorndike, Armando Campos Linares, César Terán, Víctor Robles, Oscar Cuya Ramos, Humberto “chivo” Castillo, Víctor Caycho, Alejandro Sakuda, Ernesto Chávez, etc. Pero también nos acordamos de personajes del periodismo -aún vivos- como Víctor Caycho que ahora labora en Washington DC.


Una reunión por el aniversario de “La República”. Aparece el director Guillermo Thorndike en primer plano. Luego aparecen Mirko Lauer, el extinto Gustavo Mohme, Jorge Lazares, Luis Castro, el ex director de la PIP Damián Salas, Lorenzo Villanueva, la Sra. Rosario de Thorndike, y otros.
Entre muchos sucesos, recordamos las viejas máquinas de escribir que usamos para llenar “decenas de carillas”, la diagramación en largos papeles, el “pegoteo” y el arte final para, finalmente, ver al día siguiente muy temprano la edición impresa en blanco y negro, que nos manchaba las manos, pero que nos sumergía y daba acceso a la realidad peruana.

Asimismo, recordamos hechos que durante los ochentas hizo palpitar a cien por hora los corazones de los peruanos, en medio de una violencia generalizada, entre noches de terror, asesinatos de autoridades y dirigentes sindicales, coches bomba, torres de alta tensión que caían al piso dinamitadas y nos dejaban a oscuras paralizando la producción nacional, y afectando -qué duda cabe- a los millones de compatriotas menos favorecidos.

Y en ese tren que corre evocando recuerdos, rememoro mi paso por “La República” y aquel episodio que nunca pasa desapercibido, mi relación profesional con Jorge Sedano Falcón, el entrañable gordito que siempre me acompañó en múltiples comisiones periodísticas. Siempre entusiasta y arriesgado, llevaba preparada su “Nikon” profesional en la búsqueda de la foto de portada que siempre pedían en la mesa de redacción. “Castrito y Sedano, no regresen sin la foto de portada”, decía el cordial Oscar Cuya.

Jorge Sedano fue una de las desventuradas víctimas que en las alturas de Huanta, Uchuraccay, se inmoló el 26 de enero de 1983, hace 37 años junto a otros colegas como Jorge Mendívil y Willy Retto de “El Observador” ; Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez y Félix Gavilán de “El Diario de Marka”; Amador García de la revista Oiga; Octavio Infante del diario “Noticias” de Ayacucho. También el guía Juan Argumedo y el comunero uchuraccaíno Severino Huáscar.

Todos murieron trágicamente a manos de azuzados comuneros de Uchuraccay cuando buscaban información sobre la eliminación de varios senderistas en el poblado de Huaychao. Las últimas fotos tomadas por Willy Retto son evidencias que el ataque ocurrió mientras ellos trataban de convencer a sus atacantes que eran periodistas, que sus únicas armas eran cámaras fotográficas y lapiceros.
Pero los comuneros estaban demasiado confundidos o bien entrenados para eliminar a extraños que llegaban caminando a Uchuraccay. El testimonio de Primitiva Huaylla, tal vez la única testigo presencial viva de los hechos, es elocuente. Ella declaró a las colegas Kelly Vallejos y Yesenia Vilcapoma que recibieron la consigna de matar a todo extraño que llegara a pie. “En una asamblea los militares nos dijeron que matemos y nos defendamos de quienes llegaran a pie. Todo extraño era una amenaza. Ellos (los militares) son los únicos que llegarían por helicóptero", reveló en quechua, su idioma nativo, Primitiva Huaylla. Los periodistas llegaron a pie.

A  37 años de este luctuoso suceso que forma parte de las cruentas páginas de oprobio y terror que firmaron con letras de sangre “Sendero Luminoso” y el MRTA, el Perú sigue mancillado por actos injustos. ¿Quiénes incitaron la muerte de los periodistas para evitar que excesos militares sean descubiertos? ¿Por qué está indultado Alberto Fujimori mientras el general EP Juan Rivera Lazo tiene 17 años preso sin haber cometido delito alguno? ¿Por qué terroristas convictos y confesos están libres luego que les redujeron su carcelería, mientras muchos patriotas siguen perseguidos por la injusticia, perdón, la Justicia peruana? ¿Por qué la Corte Interamericana de Derechos Humanos es muy benevolente con los casos de terroristas y es implacable con nuestros policías y militares que pusieron el pecho para pacificar el país?

Hay muchos casos que me gustaría decir en voz alta, pero la crónica de este monsefuano es en memoria de los mártires de Uchuraccay, de rememorar a mi amigo Jorge Sedano. Y de cierta forma estoy relacionado a esa tragedia, porque hace 37 años pudieron ser nueve y no 8 los periodistas muertos. Durante mucho tiempo guardé en secreto algo que desafió por muchos años mi capacidad de resiliencia y que paso a narrar para ustedes, amigos lectores.
Jorge Sedano


22 de enero de 1983.-
Cuatro días antes del 26 de enero 1983, Guillermo Thorndike, el entonces director de “La República” quiso conocerme en persona. Mi jefe de sección, Armando Campos, me transmitió el mensaje y juntos fuimos a la oficina del director.
Al fondo de la oficina, detrás de un negro escritorio, vi la enorme figura de mi director, quien extendió su mano y yo, tembloroso, hice lo mismo, mientras saludé nervioso a su bella esposa, doña “Charito”, la misma que trataba de acomodar la camisa de su pequeño Augusto, ahora un consagrado presentador de televisión en “Cuarto Poder” de América Tv.

Thorndike me quedó mirando de pies a cabeza y luego expresó. “Que Armando haya confiado en ti es bueno, pero te necesito para otras comisiones”. Aparentemente doña “Charito” (Rosario del Campo León) me vio el cuerpo esmirriado y el rostro de joven inocente; y con su candor de madre, habría influenciado para que el “gringo” Thorndike ordene mi cambio de comisión. Dicen que las mujeres tienen un sexto sentido...y bien desarrollado.

Armando Campos tenía dos boletos de pasajes aéreos vía Faucett, uno a mi nombre y el otro de mi inseparable fotógrafo Jorge Sedano. Nuestro destino era Ayacucho. Entonces Guillermo Thorndike le pidió los boletos a Armando Campos y llamó a Luz Lévano, su eficiente secretaria. “Castro y Sedano van para Tumbes, cambia estos boletos por favor, ellos no van a Ayacucho", dijo el director. En esos momentos ingresó Jorge Sedano y al escuchar que estaban cambiándolo de comisión replicó a manera de ruego.

“director, por favor, quiero ir a Ayacucho. Quiero confirmar si es verdad eso que andan diciendo de los terroristas, usted sabe cómo yo trabajo, por favor, permítame ir a Ayacucho…” El resto de la conversación no pude terminar de escucharla, salí de la oficina del director acompañado de Armando, quien me explicó que al día siguiente debía viajar a Tumbes donde constantes lluvias torrenciales estaban provocando daños materiales y humanos.

Sedano logró convencer al director y ahí nos separamos. “Castrito, perdóname hermano, cuando tengas más experiencia comprenderás que no puedo perder la oportunidad de confirmar la noticia sobre esos terroristas que han aparecido en Ayacucho”, me dijo palmoteando mi hombro, mientras yo trataba de guardar algunas cosas en mi escritorio. Le dí la mano, nos dimos el último abrazo y ese gesto se convirtió en una despedida para siempre. Jorge Sedano tenía ganas de confirmar los inicios de esa lacra de malos peruanos que tanto daño hicieron al Perú.

Fui a Tumbes acompañado del fotógrafo César Aquije; y el “gordo” Sedano fue a Ayacucho acompañado del redactor Ernesto Salas. Pocos días después, a través de un enlace telefónico, mi jefe Armando Campos me dijo llorando “Golpéate el pecho Castrito. Ha muerto Sedano …, todavía no ha sido tu turno”

Quedé descorazonado, trémulo, las lágrimas invadieron mi rostro, confundidas entre las gotas de lluvia que caían con mayor frecuencia en el castigado territorio de Tumbes. El cielo estaba gris, miré el horizonte y puede reaccionar después de breves minutos, consolado por César Aquije. Aún seguía vivo, todavía podía contar algunas estrellas en el firmamento, ese día de enero de 1983. Cuando regresé a Lima, todo era distinto, muchos rostros contritos, ya se nos había adelantado Jorge Sedano y mis colegas de la redacción me abrazaron, miraban mi rostro y algunos de ellos decían: "Chinito, de la que te salvaste...".

Dios había decidido que mis días de existencia aún debían prolongarse.  Gracias al sexto sentido de la esposa del "gringo" Thorndike, sigo vivo, entre viajes a Maryland, Virginia, Madrid y Puerto Rico, amando por siempre a mi Monsefú, mi pedacito de cielo, pergeñando mis crónicas periodísticas, celebrando mis logros sin olvidar mis fracasos, asumiendo retos, consciente que, al superarlos, estaré más cerca de la gloria; trabajando como docente con la idea de no solo aprender de mis maestros, sino también de mis discípulos. Sigo el pensamiento del afable Kalu Ndukwe … “lo que haces por ti se desvanece, pero lo que haces por el resto conforma tu legado”. (LCG)


Una foto tomada por Jorge Sedano. Las mujeres de pie son Inés Flores, Felícita de León y Martha Núñez. En cuclillas llevo la cinta de capitán. Ocurrió durante el primer aniversario de “La República”