viernes, 28 de diciembre de 2018

“Si la vida te da un limón, haz limonada”

Escribe:
Luis A. Castro Gavelán

El 2018 termina y el 2019 es la nueva oportunidad que comienza. Año tras año seguimos con la misma ilusión, nos rehusamos a creer que la mala fortuna persiste y se haya enquistado como una pesada carga. No, cada año que termina renovamos el optimismo, algo así como ese ánimo que tienen los monsefuanos por su futuro, ahora en manos del aprista Manuel Pisfil.


A escasos días de la finalización del 2018 casi nada ha cambiado. Mientras un grupo de peruanos reflexiona y cree que el fiscal Pérez y el juez Carhuancho son los abanderados de esa ilusión que tenemos por erradicar ese sistema corrupto que afecta el crecimiento y progreso del país; otro grupo de peruanos vive la euforia de las fiestas, los festejos con la familia, los amigos y vecinos para dar la bienvenida al nuevo año.
Así estamos los peruanos, divididos: unos ilusionados con las fiestas y los otros preocupados por nuestro futuro; pensando en la algarabía de las fiestas y reflexionando sobre cómo lograr un progreso personal y nacional.

El año 2018 expira con su secuela de tristezas, optimismo, derrotas, alegrías e intenciones. El año 2019 está a la vuelta de la esquina y es la oportunidad para hacer realidad aquello que no pudimos cumplir en los 12 meses pasados. Pero hay un detalle que debemos aceptar, lo que nos ocurrió o dejó de ocurrir tiene como protagonista a nosotros mismos; salvo algunas excepciones, nosotros somos responsables de las acciones, toma de decisiones y lo que aconteció alrededor nuestro.
Si usted quiere ser mejor, ahí le va un consejo: haga su agenda personal e intente escribir sus proyectos y actividades a cumplir. No olvide lo que alguna vez perennizó Einstein, es insensatez hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes.

En lo que respecta a la “Ciudad de las Flores”, no tengo muchas ilusiones, pero le deseo lo mejor al futuro alcalde Manuel Pisfil. Monsefú sigue estancado, no sólo por la desidia de sus autoridades, sino también por la inercia de los vecinos. Arrojar basura a las calles y no participar de la solución de los problemas de la ciudad resulta nefasta.

Sin embargo, hay cosas que destacar. La escuela “San Pedro” que regenta mi amigo de niñez, Juan Elmer Caicedo, mantiene su nivel educativo; eso ilusiona, pues está promoviendo mentes brillantes. Del mismo modo, el reconocimiento al club social Monsefú de los residentes en Lima. Mantiene su nivel de apoyo a la “Ciudad de las Flores”. Aprovecho para saludar al doctor Francisco Farro, muchas gracias por ser mi amigo. Le puedo decir con orgullo que ya somos colegas, que acabo de recibir mi doctorado. Nunca es tarde para seguir estudiando, hay que aprovechar las habilidades que nos da Dios. No hay que olvidar la frase “si la vida te da un limón, haz limonada” o en todo caso, aquella de C. Lewis: Nunca eres demasiado viejo para tener otra meta u otro sueño.
Felicidades a mis paisanos de Monsefú y lectores alrededor del mundo. Hasta el 2019.

Compartiendo un almuerzo con mi director de tesis, Angel Cervera, así como también con los miembros del Tribunal de la Universidad Complutense de Madrid. También aparece el destacado lingüista Jesús Sánchez Lobato.