miércoles, 21 de octubre de 2015

Un educador… para sacarse el sombrero


Escribe : Luis A. Castro Gavelán
Cuando en mi niñez iba al campo los fines de semana, acompañando a mi famoso abuelo, don Federico Castro, empecé a pergeñar lo vital que resulta la educación en los seres humanos. La educación es el proceso de transmitir habilidades y valores para provocar efectos intelectuales y afectivos en las personas. Y quienes se dedican a fomentar la capacidad intelectual en los seres humanos, merecen el máximo de los reconocimientos. Por eso fui feliz tener por padre a un pegadogo, y por eso, tal vez, estoy involucrado con obstinación en seguir siendo instruido.
Me siento como pez en el agua cuando escucho temas educativos y doblemente feliz cuando tengo la oportunidad de charlar con personajes que derrochan cortesía, civismo y transmiten cultura. Quizás pocos monsefuanos saben quién es don Francisco Farro Custodio, y no los culpo, pero les tengo una buena noticia. Está vivo, acaba de cumplir 82 años y es para mí, una leyenda viviente de la educación en el Perú.Es monsefuano y materia de orgullo para quienes nos sentimos hijos de la tierra de Diego Ferré.
Es doctor en educación, es catedrático en las mejores universidades del Perú, es autor de muchos libros y artículos educativos, ha ganado las Palmas Magisteriales con toda justicia y goza de mucho prestigio entre la flor y nata de los mejores educadores nacionales. Entre sus estudiantes se cuentan ministros, ex ministros, jefes de las fuerzas armadas y policiales, catedráticos y reconocidos profesionales. Su prestigio es incluso internacional, pues figura en la Universidad Complutese de Madrid – una de las 80 mejores del mundo- como profesor-asesor de tesis doctorales.
Hijo de padres agricultores y el quinto de siete hermanos, supo llevar de la mano ese sincretismo de labrar tierras callancanas y arroparse con los libros en grácil decisión. Se alumbró con velas y linternas para hacer sus tareas escolares y siempre tuvo la dicha de ser becado. Desde niño aprendió a sonreír y familiarizarse con los primeros puestos a nivel primaria y secundaria. Las becas lo llevaron hasta la universidad La Cantuta, donde siguió su hegemónica costumbre de adueñarse de los cuadros de honor. Después recibió otra subvención del gobierno peruano para hacer su grado de magister en la Universidad del Valle, de Cali, Colombia. Luego ha hecho estudios en Puerto Rico, Italia, para consolidar su apego a la planificación educativa.
Tal es su fama de educador, que apenas bajó del avión a su retorno de Colombia, recibió una atractiva propuesta de la Universidad de Lima para formar del grupo de catedráticos que encaminaron el prestigio que hoy goza esa casa de estudios superiores. Luego se dio tiempo y maña para impartir clases en varias universidades limeñas, y centros de estudios militares y policiales, e incluso fue profesor de la Academia Diplomática del Perú, y director académico de la Asamblea Nacional de Rectores, (ANR).
“Mi entorno familiar fue importante para crecer como educador. Mi esposa y mis hijas son mis mejores críticas para escalar. Antes lo hicieron mis padres Gregorio y Fidela, quienes adecuaron mi enseñanza. Y en este acápite, no puedo reconocer el soporte inicial de mis profesores, entre ellos Federico Castro y Torcuato Barreto”, aseguró Francisco Farro.

Actualmente tiene 50 años al servicio de la educación, 30 de ellos como catedrático de la U. de Lima; y la misma cantidad de tiempo como profesor estatal. Ahora dicta cátedra en otras universidades, y también consolida su pasión de crear software educativos y planes estratégicos, apoyado por su hija Myriam. Es incansable en su trabajo, estudia, instruye, se prepara y crea dentro de su oficina, abarrotada de libros. Y sin duda, su proficua trayectoria le da autoridad para sostener que un 4 % del presupuesto estatal es muy poco para el sector educativo, que nuestro sistema está atrasado, que tenemos un déficit de miles de aulas, y que en área rural la situación es mucho más crítica.
Francisco Farro, acompañado de su hija Myriam, y su esposa.

Es partidario de una regionalización horizontal, que combine todos los pisos ecológicos, y un abierto crítico de la política nacional. “No tenemos cultura en política, la nuestra es subdesarrollada, los políticos improvisan por capturar los puestos y evidencian un trabajo a “la criolla”. Cambian los presidentes y cada quien cambia las cosas de acuerdo a sus intereses sin sostener un sistema nacional en política. Es vital un enfoque integral, un sistema económico que desarrolle todas las riquezas que tenemos, necesitamos un desarrollo cultural, un esquema político pero como sistema, con un conjunto de elementos que interactúen entre ellos hacia un fin común, como un reloj, complementando esfuerzos”.

Nuestra charla con este erudito no dejó de lado a Monsefú, nuestro inolvidable terruño que está a punto de cumplir 127 años de elevación a la categoría de ciudad. Su presencia como ciudadano notable en la comisión que planifica el alcalde Miguel Bartra se hace impostergable. Es un inquisidor de la planificación, es un obstinado de organizar todo con antelación, y tiene unos contactos a nivel gubernamental que atizarían avances apreciables para nuestro Monsefú.
“El mejor regalo que le hicimos a Monsefú en su centenario fue entregar un proyecto de desarrollo sostenido, principalmente en los aspectos salud, educación e industrial. Utilicé mi liderazgo para reunir a profesionales capaces, con quienes diagnosticamos y establecimos proyectos, pero muy poco se ha plasmado de ese trabajo, cuyas copias tiene ahora la presidenta del Club Social Monsefú, Pilar Puémape”, reveló Francisco Farro con cierta nostalgia, pero firme en su convicción, de ponerse a las órdenes de la autoridad edilicia si fuera el caso.

Si usted, estimado lector, aún no conoce a Francisco Farro, todavía tiene tiempo para conocerlo en persona. Es sencillo y ameno, es ínclito y pragmático, es amable y diligente; pero encopetado para luchar contra los estragos de la ignorancia.
El nivel encumbrado por este amauta es digno de panegíricos homenajes…pero en vida. Los monsefuanos tenemos de qué, sentirnos ufanos. En este 127 aniversario de Monsefú, el 26 de octubre, mi honra a mi ciudad natal es mostrar a uno de sus hijos, ese hombre de pelo cano y hablar pausado, que derrocha nobleza y reúne los pergaminos que, sobre un educador, opinó Martin Luther King, Jr. “La función del educador es enseñar a pensar intensa y críticamente. Formar inteligencia y carácter, esa es la meta del verdadero educador”( LCG)
Francisco Farro, también es pintor...durante sus tiempos de relax.

lunes, 5 de octubre de 2015

El león de la peruanidad

Escribe: Luis A. Castro Gavelán

Cada domingo, a partir del mediodía, un público cautivo, nacional e internacional, se enlaza a través de las ondas radiales o usando el internet para, a través de la música, aliviar sus penas, tener un feliz contacto con los suyos o arropar ese sentimiento de peruanidad que acrecienta cuando más lejos está el ser humano de los suyos. Y quien propicia ese estado de ánimo, esa emoción, es un locutor monsefuano hijo de “su adorada Paulita Ballena”, la anciana mujer que vendía chicha y tejía sombreros y que ahora se ha erigido en una especie de albacea inspiradora de este personaje radial.

Su picardía e innata forma de hacer locución inquietaron mi ánimo de conocer personalmente quién estaba detrás del micrófono, conocer a ese animador que cada tarde dominical recibe de sus seguidores botellas de chicha, cerveza, variados platos de comida en señal de complacencia; el profesional del micrófono que regala, juega con su público, que congestiona las comunicaciones telefónicas y logra contactos con peruanos desde recónditos lugares del orbe.

“Corazón Norteño“ fue su inicial programa. Empezó con una hora de duración hace cinco años, propalando música criolla, valses donde hacía gala de tener una buena fonoteca. Y ahora esos 60 minutos de criollismo se transformaron en una programación donde incluye marineras, cumbias peruanas y boleros. Su público está feliz, las fiestas familiares se prolongan, aunque haya tenido que cortar sus acostumbrados paseos dominicales con su esposa Daysi y sus dos pequeños. César Flores Ballena es el animador que se roba los halagos de un heterogéneo radioescucha, aquel que arranca sonrisas, lloriqueos de felicidad, momentos joviales, domingos amenos, placenteros.

Su vena artística es innata. Siempre estuvo vinculado a la animación, a través de “Sonido Betsy”, de cantar en actividades del colegio, de involucrarse en la organización de uno y otro evento social. Y cuando empezó a crecer, un inaudito asalto criminal lo privó de todo lo logrado, de codearse incluso con la muerte y de retornar a fojas cero. “Cuando sufrí un asalto y secuestro hace siete años, pensé que mi mundo había terminado. Pero ahí estuvo mi esposa Daysi, con quien hicimos de todo para recuperarnos, incluso vender comida en Chiclayo“. Lo demás ya es historia, siempre los hombres y mujeres que están predestinados, jamás claudican, nunca se amilanan a tesituras y vicisitudes, siempre caen de pie y cubren sus dramas con sonrisas y una coraza a toda prueba.

“De aquella noche en que no pude venir desde Lima a Chiclayo para pasar la Navidad con los míos porque el pasaje costaba 120 soles y apenas tenía 40, logré sacar una lección de vida. Sólo pude por teléfono decir a mi esposa e hijos que los amaba, y que renovaba mis intenciones de no volver a repetir esa escena. Lloré como un niño, mis hijos sin juguetes, con un padre lejos y una esposa triste pero emprendedora, que siempre me estimuló a creer en la vida, que los infortunios no duran siempre“.
Al lado de su progenitora, su amada Paulita Ballena

Su exitoso y famoso programa es sinónimo de lo que acontece con la radio que administra: “La Norteña“, que en apenas 5 años se ha posesionado en una de las mejores del departamento de Lambayeque. El alto nivel de sintonía es corroborado por las encuestas, y el público al que entrevisté en las calles de Monsefú. “Lo escucho por su forma de ser, por su música, porque me contagia su animación”. “Es un orgullo, es único “. “Cesitar está en el corazón del pueblo “. “Me gusta por sus consejos, porque hace una fiesta para la familia“, fueron algunos de los comentarios recibidos.
Durante dos horas permanecimos en su cabina, donde se respiró felicidad, sabor a peruanidad, amor por lo nuestro. Un libérrimo ambiente en el que César Flores engendró en el alma colectiva de su público una innegable aura de carisma, un magnetismo personal con el que cala y cala. Es dueño del micrófono, es un transmisor de sensaciones.
Daysi, la esposa de César Flores, recibe el cariño de la gente, platos de comida y chicha.

Gracias a él, ha habido una reconciliación con nuestra música criolla, ahora muchas emisoras nacionales también tienen en su programación espacios de valses, reivindicando al artista nacional, propalando canciones de Eva Ayllón, del zambo Cavero, Los Kipus y tantos trovadores.Por eso lo llaman desde Callanca, Pimentel, Trujillo, Lima, Arequipa; España, Estados Unidos, Chile, Japón, Venezuela, Argentina y tantas ciudades y países del mundo.

César Flores es nuestro símbolo pertinaz de haber apostado por lo nuestro y de seguir promoviendo reuniones familiares bajo su música, abrigados con su peculiar forma de animar. César es un convencido, al igual que el filósofo griego Platón, de que “la música es para el alma, lo que la gimnasia es para el cuerpo”. (Luis Castro)
Nuestro personaje muestra parte de su fonoteca.