lunes, 5 de octubre de 2015

El león de la peruanidad

Escribe: Luis A. Castro Gavelán

Cada domingo, a partir del mediodía, un público cautivo, nacional e internacional, se enlaza a través de las ondas radiales o usando el internet para, a través de la música, aliviar sus penas, tener un feliz contacto con los suyos o arropar ese sentimiento de peruanidad que acrecienta cuando más lejos está el ser humano de los suyos. Y quien propicia ese estado de ánimo, esa emoción, es un locutor monsefuano hijo de “su adorada Paulita Ballena”, la anciana mujer que vendía chicha y tejía sombreros y que ahora se ha erigido en una especie de albacea inspiradora de este personaje radial.

Su picardía e innata forma de hacer locución inquietaron mi ánimo de conocer personalmente quién estaba detrás del micrófono, conocer a ese animador que cada tarde dominical recibe de sus seguidores botellas de chicha, cerveza, variados platos de comida en señal de complacencia; el profesional del micrófono que regala, juega con su público, que congestiona las comunicaciones telefónicas y logra contactos con peruanos desde recónditos lugares del orbe.

“Corazón Norteño“ fue su inicial programa. Empezó con una hora de duración hace cinco años, propalando música criolla, valses donde hacía gala de tener una buena fonoteca. Y ahora esos 60 minutos de criollismo se transformaron en una programación donde incluye marineras, cumbias peruanas y boleros. Su público está feliz, las fiestas familiares se prolongan, aunque haya tenido que cortar sus acostumbrados paseos dominicales con su esposa Daysi y sus dos pequeños. César Flores Ballena es el animador que se roba los halagos de un heterogéneo radioescucha, aquel que arranca sonrisas, lloriqueos de felicidad, momentos joviales, domingos amenos, placenteros.

Su vena artística es innata. Siempre estuvo vinculado a la animación, a través de “Sonido Betsy”, de cantar en actividades del colegio, de involucrarse en la organización de uno y otro evento social. Y cuando empezó a crecer, un inaudito asalto criminal lo privó de todo lo logrado, de codearse incluso con la muerte y de retornar a fojas cero. “Cuando sufrí un asalto y secuestro hace siete años, pensé que mi mundo había terminado. Pero ahí estuvo mi esposa Daysi, con quien hicimos de todo para recuperarnos, incluso vender comida en Chiclayo“. Lo demás ya es historia, siempre los hombres y mujeres que están predestinados, jamás claudican, nunca se amilanan a tesituras y vicisitudes, siempre caen de pie y cubren sus dramas con sonrisas y una coraza a toda prueba.

“De aquella noche en que no pude venir desde Lima a Chiclayo para pasar la Navidad con los míos porque el pasaje costaba 120 soles y apenas tenía 40, logré sacar una lección de vida. Sólo pude por teléfono decir a mi esposa e hijos que los amaba, y que renovaba mis intenciones de no volver a repetir esa escena. Lloré como un niño, mis hijos sin juguetes, con un padre lejos y una esposa triste pero emprendedora, que siempre me estimuló a creer en la vida, que los infortunios no duran siempre“.
Al lado de su progenitora, su amada Paulita Ballena

Su exitoso y famoso programa es sinónimo de lo que acontece con la radio que administra: “La Norteña“, que en apenas 5 años se ha posesionado en una de las mejores del departamento de Lambayeque. El alto nivel de sintonía es corroborado por las encuestas, y el público al que entrevisté en las calles de Monsefú. “Lo escucho por su forma de ser, por su música, porque me contagia su animación”. “Es un orgullo, es único “. “Cesitar está en el corazón del pueblo “. “Me gusta por sus consejos, porque hace una fiesta para la familia“, fueron algunos de los comentarios recibidos.
Durante dos horas permanecimos en su cabina, donde se respiró felicidad, sabor a peruanidad, amor por lo nuestro. Un libérrimo ambiente en el que César Flores engendró en el alma colectiva de su público una innegable aura de carisma, un magnetismo personal con el que cala y cala. Es dueño del micrófono, es un transmisor de sensaciones.
Daysi, la esposa de César Flores, recibe el cariño de la gente, platos de comida y chicha.

Gracias a él, ha habido una reconciliación con nuestra música criolla, ahora muchas emisoras nacionales también tienen en su programación espacios de valses, reivindicando al artista nacional, propalando canciones de Eva Ayllón, del zambo Cavero, Los Kipus y tantos trovadores.Por eso lo llaman desde Callanca, Pimentel, Trujillo, Lima, Arequipa; España, Estados Unidos, Chile, Japón, Venezuela, Argentina y tantas ciudades y países del mundo.

César Flores es nuestro símbolo pertinaz de haber apostado por lo nuestro y de seguir promoviendo reuniones familiares bajo su música, abrigados con su peculiar forma de animar. César es un convencido, al igual que el filósofo griego Platón, de que “la música es para el alma, lo que la gimnasia es para el cuerpo”. (Luis Castro)
Nuestro personaje muestra parte de su fonoteca.

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