martes, 19 de agosto de 2025

Los orígenes de nuestra imagen Nazarena

 



Los orígenes de la sagrada imagen de Jesús Nazareno Cautivo siempre han sido un misterio. Según la tradición popular, llegó a tierras santarroseñas en 1547 y luego trasladada y entronizada en Monsefú.  

Y siempre hemos mantenido esa creencia. Para los fieles católicos, Jesús Nazareno tiene un profundo significado que se fundamenta en la teología y la tradición de la Iglesia. Su devoción sirve como un "recordatorio" visual de la presencia de Dios; hay una veneración a la efigie nazarena que es de respeto y honor.

Con la información que voy a ofrecer, no pretendo restar ni disminuir la veneración a la imagen nazarena, que estoy seguro, honra a la persona que ésta representa. Quiero aprovechar para instar a otros investigadores a seguir profundizando esta hipótesis, tejida y estructurada en aras de la verdad. La motivación, pues, va por el lado de los datos históricos, por el rigor científico, que nos permite descartar el año de su aparición, 1547.

Datos históricos

Chiclayo, la capital de Lambayeque, empezó a evolucionar en 1559. No fue fundada por los españoles, inicialmente era un villorrio de paso y descanso para los comerciantes españoles y extranjeros que cubrían una amplia ruta entre Zaña y Lambayeque. En la obra “Los Franciscanos y la fundación de Chiclayo”, escrita por el padre Luis Arroyo, se sustenta que Chiclayo se creó en 1599 con la participación de los antiguos señoríos de Cinto y Collique. Un documento firmado por el Virrey Fernando de Torres el 15 de septiembre de 1585 revela los inicios del proceso de evangelización en la zona y el pedido de la autoridad española para “que los caciques de Cinto y Collique hagan la donación de un sitio para la Iglesia del Monasterio franciscano de Chiclayo”. Este pedido se confirma el 24 de octubre de 1588 y los franciscanos hacen la donación a través de los caciques de los pueblos de Cinto y Collique.

En cuanto a Monsefú, que fue parte del cacicazgo de Cinto, inicialmente se ubicó a inmediaciones del valle de Chuspo o Callanca, alrededor del cerro “San Bartolo”, pero las lluvias torrenciales de 1609 y terribles enfermedades como la viruela y brotes de sarampión en 1612, diezmaron a su población. Aunque algunos autores hacen eco de la epidemia de la Peste Negra, no hay evidencias que esa enfermedad afectó el norte del Perú en el siglo XVII. Los sobrevivientes escaparon al territorio que actualmente ocupan. Todo ello ocurrió durante el gobierno del virrey Juan Mendoza y Luna. Años después se habría generado la construcción de la iglesia de Monsefú y la aparición en aguas santarroseñas de la imagen nazarena. Por lo tanto, en 1547, el poblado de Monsefú no existía en el territorio donde actualmente habitan sus 35,000 habitantes.

Datos religiosos

La afirmación de que la imagen del Cristo Nazareno de Monsefú fue traída en 1547 plantea interrogantes en términos de credibilidad, tanto desde el punto de vista histórico como artístico. Si bien es posible que Monsefú haya comenzado a recibir influencias religiosas en las primeras décadas de la colonización española, existen ciertos aspectos que hacen que esta fecha sea difícil de sostener sin un fuerte respaldo documental.

La evangelización en el Perú se dio de manera paulatina a medida que llegaron las órdenes religiosas. Ocurrió tras el Primer Concilio Limense, que tuvo como objetivo principal establecer normas y lineamientos para la evangelización y la organización de la Iglesia en el territorio recién conquistado. El Concilio fue convocado por el arzobispo Jerónimo de Loayza, que, entre sus múltiples tareas, demandó la llegada de imaginería religiosa. Esa orden se dio entre los años 1551 y 1552, y a partir de ese entonces empezaron a llegar los Cristos, vírgenes y santos para apoyar la tarea de evangelización. En Chiclayo, esta tarea encomendada por el Concilio Limense tomó fuerza a partir de 1614, año en que fue establecido el Obispado de Trujillo con los corregimientos de: Trujillo, Cajamarca, Cliclayo (Chiclayo), Piura y Paita, Saña, Cajamarquilla, Los Pacllas, Luya y Chillaos, y Jaén de Bracamoros.

En su fase inicial, los esfuerzos religiosos estaban más concentrados en la construcción de iglesias y en la enseñanza básica de la fe. Por eso, es menos probable el envío de una imagen religiosa de gran importancia, como un Cristo Nazareno, a una localidad como Monsefú que en 1547 no existía en el lugar donde actualmente está establecido. La evangelización en el Perú estaba en sus etapas iniciales y se focalizaba en los grandes centros urbanos.

Respecto al artista o artistas que tallaron la imagen Nazarena consideramos que pudo haber pertenecido a la Escuela de Sevilla, ciudad donde florecieron importantes talleres de escultura y pintura. Hay ocho razones que vamos a mencionar:

1. Los artistas sevillanos se caracterizaron por un estilo naturalista y dramático, que buscaba generar una fuerte emoción en los fieles. El tallado y su estilo coinciden con el realismo de la época en que preponderó la escuela sevillana, que definió el estilo de las imágenes religiosas por más de un siglo.

2. La escultura de la Escuela Sevillana tuvo una profunda influencia en el arte religioso del Virreinato del Perú. Por el siglo XVII, el Barroco fue el estilo artístico y cultural más importante de la época, se convirtió en el modelo dominante para la imaginería en España y América. Alguna vez, el artista italiano Gian Lorenzo Bernini dijo que “el arte barroco es el ingenio y el diseño mágico a través del cual se llega a engañar a la vista hasta asombrar”.

3. Sevilla fue un puerto principal para la salida de imaginería religiosa hacia el Nuevo Mundo, especialmente durante los siglos XVI y XVII. Tras el descubrimiento de América en 1492, Sevilla tomó protagonismo y se convirtió en el puerto exclusivo para el comercio con las colonias. La Casa de la Contratación, que regulaba el monopolio comercial con las Indias, estaba en Sevilla. La ciudad fue el punto de partida obligado para las flotas españolas y, por ende, el centro desde donde se exportaban todo tipo de mercancías, incluyendo las obras de arte religioso.

4. El rostro del Cristo Nazareno y la forma de su escultura coinciden con las imágenes elaboradas en España y que tienen una gran devoción: Jesús del Gran Poder de Sevilla (1620). Cristo de la Buena Muerte (1620). Y muy especialmente el Cristo de Medinaceli de Madrid, que fue tallado en Sevilla a principios del siglo XVII y llevado a Madrid en 1682. Su parecido con el Nazareno Cautivo de Monsefú es muy especial e incluso los religiosos con quienes dialogué en Sevilla y la Basílica de Jesús de Medinaceli, lo confirmaron. Aunque no está verificado el autor de este tallado, la imagen se realizó por encargo de la comunidad de los Padres Capuchinos de Sevilla y por su iconografía esta efigie corresponde a los Cristos llamados "de la Sentencia". Hay similitudes entre el Cristo de Medinaceli y el Cautivo de Monsefú, sus rasgos están trabajados para generar emociones profundas, exhibiendo al Cristo con un rostro que refleja dolor y compasión, características comunes en las representaciones del Nazareno.

5. Las imágenes con un estilo Barroco, como el Cristo Nazareno, tienen características especiales, poseen expresiones de sufrimiento y dramatismo que comenzaron a popularizarse a partir del siglo XVII. Adicionalmente, por esos años el tráfico de esculturas religiosas desde Europa hacia América recién estaba en desarrollado, principalmente desde el puerto de Sevilla.

6. Las efigies de tamaño natural, con dramática representación del sufrimiento de Cristo y un gran realismo en sus expresiones faciales corresponden al Barroco español de la escuela de Sevilla. Y uno de sus escultores más representativos es Juan de Mesa y Velasco (1583-1627), al lado de sus discípulos como Francisco de Ocampo o Luis de la Peña. Incluso hay quienes tienen fuertes argumentos para sostener que Juan de Mesa sería el autor de la imagen nazarena más venerada de España, el Cristo de Medinaceli de Madrid.  Existen obras célebres de Juan de Mesa que muestran ese dramatismo y emotividad que tienen las efigies nazarenas. Por ejemplo, Jesús del Gran Poder (1620), el Cristo de la Buena Muerte (1620), el Cristo de la Misericordia (1623), el Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, el Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla, entre otras.

7. Don Juan de Mesa tuvo contactos con los Franciscanos y los Jesuitas que evangelizaron en el Perú. Incluso hay imágenes como el Cristo de la Buena Muerte (1622), en la iglesia de San Pedro y San Pablo de Lima, y el Cristo de la iglesia del convento de Santa Catalina de Siena en Lima (1626).  Nuestra hipótesis es que don Juan de Mesa elaboró la imagen de Jesús Nazareno en los últimos años de su existencia; o en todo caso, sus discípulos culminaron el tallado.

8. Don Juan de Mesa tuvo un apego y devoción por Jesús Nazareno. Esta evidencia histórica está corroborada. Don Juan pertenecía a la cofradía de Jesús Nazareno, también conocida como el Silencio, que fue fundada en 1340 en la iglesia de San Antonio Abad. Es una de las cofradías más antiguas de Sevilla y la efigie, que abraza una cruz, es atribuida a Francisco de Ocampo (alrededor de 1609).

Otras representaciones nazarenas se veneran en muchos países del mundo. Por ejemplo, España, Italia, Portugal, Francia, Canadá, Países Bajos y Austria. También, Filipinas, México, Ecuador, Venezuela, Chile, Guatemala, etc.

Este es el resumen sucinto de nuestra investigación. Obran en nuestro poder fotos, documentos, testimonios y entrevistas, así como bosquejos de las imágenes hechas por escultores y artistas de esas épocas. Todo este material puede dar origen a la publicación de un libro sobre los orígenes del Cristo Nazareno Cautivo de Monsefú. Mi investigación data desde el año 2013, recorriendo ciudades españolas como Salamanca, Sevilla, Toledo y Madrid. Ubico la llegada de nuestra imagen nazarena entre los años de 1628 a 1680, tiempo en que Juan de Mesa y sus discípulos consolidaron ese realismo casi tenebrista, con heridas y un sufrimiento visible que permitía a los fieles conectarse profundamente con la religiosidad barroca de la época. (Luis A. Castro Gavelán)





 

 

miércoles, 9 de julio de 2025

FEXTICUM: la caja chica de la irreverencia

 


- ¿Has visto Lucho? Parece que hubo fiesta aquí, refiere la profesora Olga Rodríguez.
- Sí, efectivamente, veo serpentina, cadenitas, hubo fiesta, replica mi padre, Luis Castro Capuñay.
-¿Y qué ha pasado aquí?, sostiene la profesora Rosalía Casas, que aparece por el umbral de la puerta, ingresando a los ambientes donde se iba a realizar la acostumbrada reunión de directores del Núcleo Educativo Comunal (NEC) Nº04, programada para las ocho de la mañana.

En ese momento ingresa el profesor Miguel Gonzáles Delgado, anfitrión y representante de la escuela “La Misericordia” y las interrogantes se dan por doquier. El profesor Gonzáles, aún vivo, expone todo lo ocurrido en la jornada dominical, de la yincana (o gincana, vocablo también aceptado) celebrada exitosamente por la comunidad magisterial (profesores, padres de familia y estudiantes) para conseguir fondos económicos a favor de la escuela “La Misericordia”.

De inmediato, la profesora Olga Rodríguez, con su experiencia académica, replica: “y nosotros qué hacemos, este es el momento de sacar dinero para nuestras escuelas, porque no tenemos ni para franelas”. La aceptación es sólida y la agenda primigenia se cambia radicalmente para tomar acuerdos y dar origen a una actividad socio cultural que deviene en la feria que Monsefú celebra por Fiestas Patrias desde julio de 1,973.

¿Entonces, podemos discernir que la profesora Olga Rodríguez, con su genial idea, fue la creadora de la Fexticum?¿O tal vez fueron los primeros cuatro que promovieron el cambio de agenda: Olga Rodríguez, Luis Castro, Rosalía Casas y Miguel Gonzáles? ¿O quizás Manfredo León Plascencia, el entonces director del Núcleo Educativo, que sincronizó y apostó por la intención de los docentes? ¿ Y por qué no Oscar Salazar, que como alcalde respaldó a los profesores y les dio el peso político-cultural?
No, ninguno de ellos se erigió “creador”, ninguno de ellos robó la idea de la comunidad magisterial, fueron Fuenteovejuna, todos a una, porque la línea central fue todos unidos, todos juntos podemos mejorar nuestras escuelas.

Pero ahora los vivos intentan reescribir la historia con la complicidad salaz de alcaldes, autoridades varias y nosotros mismos, los pobladores que colaboramos con un confabulado silencio. Desde el 14 de Julio del 2015 que la familia Chero se adueñó de la feria, no hemos sido consecuentes con la historia, nos hemos bajado los pantalones y demostrado nuestra cobardía, empezando por Miguel Angel Bartra Grosso (2015) Manuel Pisfil Míñope (2019) y el innombrable Pinocho (2023).

Pregunto, ¿dónde está la dignidad de los monsefuanos que hemos dejado que nos arrebaten algo que debería ser de gran apoyo para la educación? La Fexticum, que nació como una especie de caja chica para los centros escolares de la ciudad, hoy se ha convertido en el trofeo preciado de las autoridades de turno para sus triquiñuelas, desviar fondos públicos, favorecer a ciertos contratistas e inflar la corrupción. Y para colmo, esos días de julio las calles huelen a orina, la basura apesta y los vecinos claman a una justicia ciega.

En su más de medio siglo de vida, Fexticum no tiene casa, se arrima por donde la lleven. Los organizadores de turno viven un eterno letargo, son presas de sopor de la modorra. Fexticum es como la esposa que lo da todo; y los organizadores, son los esposos que la intiman y luego le sacan la vuelta. Pero se equivocan, Fexticum es como la mujer madura… más interesante es.

Y aquí viene a mi memoria algunas expresiones de alguien con autoridad, de alguien que ha revolucionado la gastronomía peruana hasta convertirla en una potencia mundial. Me refiero a Gastón Acurio, que alguna vez dijo: “LA COCINA PERUANA SIEMPRE EXISTIÓ, y ahora es un “boom” porque los cocineros hicimos un esfuerzo muy grande”. Y en este pueblo bendecido, ESA EXCELSA ARTESANÍA, GASTRONOMÍA Y COSTUMBRISMO SIEMPRE EXISTIÓ. Fexticum existe porque Dios fue generoso con Monsefú, pero hace falta -para que se convierta en boom- en unir esfuerzos y trabajar concatenados, sin vivezas, dándole protagonismo a muchos monsefuanos que no son convocados y restituir el apoyo a la educación. Y aquí otra vez Gastón Acurio nos da una pastillita de su sapiencia: "hacer cosas, avanzar, con la espada de tu conciencia en una mano, con los escudos del honor en la otra, porque una vida labrando un buen nombre trae consigo la más valiosa de las fortunas: el respeto ciudadano, el poder dejar a nuestros hijos un apellido con honor”.

Tenemos empresarios de toda índole, tenemos artistas consagrados, existen intelectuales, gente valiosa, pero hay que despercudirnos del silencio cómplice, por Monsefú debemos autoconvocarnos para recuperar esos 20 años de atraso, aportar por amor a la tierra que nos vio nacer. Para que llegue el “boom” que muchos anhelamos, hay que elegir mejores autoridades, reconocer el enorme potencial que tiene Monsefú y mostrar al mundo lo que somos como pueblo mestizo. El ritmo acompasado y la dirección correcta ya nos lo mostró el “Grupo 5”. (Luis Castro G.)

jueves, 28 de julio de 2022

LOS KAMT: EL APORTE CHINO A MONSEFÚ

Enrique tiene ahora alma de niño. Oscar, su hermano y dos años menor, aún se muestra lúcido a sus 98 años. Con las limitaciones que el tiempo le ha ordenado, Enrique, el empresario y político monsefuano, acaba de cumplir 100 años. Enrique y Oscar muestran el implacable romance de los años que tienen, pero felices aún, rodeados y abrigados por sus familiares. Los Kamt en todo su esplendor están presentes: hombres y mujeres; hijos, nietos, sobrinos participan de la fiesta en honor al centenario Kamt Yun Fat o en buen peruano, Enrique Kamt Núñez. 

 En Monsefú hubo un aporte socioeconómico y cultural muy importante de inmigrantes chinos, japoneses, italianos, canadienses, estadounidenses, etc. Y sin temor a equivocarme, los Kamt Núñez fueron los más destacados dentro de la comunidad china, sin olvidar la contribución de los bodegueros: el chino Toka, el chino Guillermo, de Juan Joo y otros. 

Pregunté a muchos monsefuanos si sabían algo de Enrique y Oscar Kamt. Entonces el cien por ciento de ellos respondieron afirmativamente. Oscar fue “un mil oficios”, el bodeguero multifacético; padre de hermosas mujeres; el vendedor de pollos a la brasa, de figuritas para llenar los álbumes, el heladero y cortés empresario que tenía su centro de labores al costado del mercado de Monsefú, en plena plaza de Armas. Casada con doña Juanita Galleno, aún con vida y con algunas dolencias propias de su edad. Cuando niño hacía la fila para comprar los sobres con figuritas sobre la geografía e historia del Perú, los mundiales de fútbol. Intercambiaba con los coleccionistas. Don Oscar era atento y servicial. Muchos de mi generación iban a realizar la misma actividad, comer helados y por las noches degustar el sabroso “pollo a la brasa”. La bodega “28 de Julio” era el punto de encuentro de muchos jóvenes monsefuanos.
Oscar Kamt, su esposa Juanita y sus hijos 

 A Enrique Kamt lo asocian de inmediato con la fábrica de confecciones de ropa “Faro”; con su aporte al baloncesto a través de su famoso equipo “Faro” que llegó a jugar en la primera división del departamento; con su participación política (3 veces teniente alcalde de la ciudad). Su legado es plausible: un valioso aporte con las instituciones sociales, comunales, políticas, religiosas y deportivas. Muchos recuerdan su encomiable apego a favor de las mujeres abandonadas, madres solteras que recibieron apoyo laboral.

Enrique Kamt, condecorado por el Club Monsefú-Lima
 . En ese entonces Pilar Puémape era la presidenta


 La historia nos recordará que Kamt Yun Fat (Enrique) y Kamt Loy Fat (Oscar) fueron hijos del inmigrante chino Chung San Kon Tun, que nacieron en Chepén, pero que son más monsefuanos que la chicha de doña Tolú, como lo reconoce Oscar Kamt. “Llegué a Monsefú cuando tenía 6 años, me siento monsefuano, mis diez hijos son mi mayor legado, me declaro románticamente monsefuano y autodidacta, siempre tuve por premisa que, si era feliz, iba a hacer feliz a mucha gente. Creo que lo intenté y así será hasta que cierre los ojos eternamente”, afirma Oscar Kamt. 


Los inmigrantes chinos son la novena comunidad inmigrante más grande del Perú. Llegaron a finales del siglo XIX e inicios del XX. Don Oscar y su hermano Enrique son miembros de una de las colonias extranjeras más importantes demográfica y económicamente hablando. Ellos hacen eco a lo dicho por el norteamericano John Green: “tu hogar está donde se encuentre su corazón”. Enrique también se siente peruano y por coincidencia, nació un 19 de julio de 1922, el mes blanquirrojo, el mes que recordamos la independencia del país. Felices fiestas patrias a todos mis paisanos peruanos, en especial de Monsefú. El Perú necesita de todos sus hijos, migrantes y no migrantes. Decía el filósofo Séneca “Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya” (Luis Castro Gavelán) 

 FOTOS
Miss Haswall, ex Directora de la Escuela Americana, vino a Monsefú después de 40 años para un reencuentro con sus ex alumnos-1983. Ahí están Oscar y Enrique. También vemos al poeta José A. Delgado Bravo.
Jaime Kamt al lado de su padre Enrique. Susy está al lado de don Oscar.
                                             Oscar Kamt y su esposa Juanita Galleno

viernes, 10 de junio de 2022

LA UNIDAD GREMIAL ES SINÓNIMO DE ÉXITO

 

Durante los años setenta, especialmente los fines de semana, largas colas se formaban en el mercado de Monsefú. Era la época en que dueños de restaurantes y personajes famosos de Chiclayo y alrededores formaban largas filas para llevar la mejor carne que ofrecían nuestros comerciantes.

Fue el boom de las carnicerías. Hombres y mujeres sucumbían ante la calidad de los filetes, solomillo, chuletas, cortes del lomo, pulpa bola, de las mejores partes del ganado vacuno. “Venga caserita, le doy su yapa”, “Parte de pulpa, costillar de res, venga, venga”, gritaba el “zambón” Guillermo Uceda. Nuestros abastecedores tuvieron mucho éxito económico y por eso se involucraron como dirigentes deportivos de los mejores equipos de fútbol de la época como “7 de junio”, “28 de Julio”, entre otros.

El equipo de fútbol de los abastecedores de carne. En la otra gráfica, Guillermo Uceda juramenta a su directiva.

Pero esa prosperidad no llegó sola. Nuestros comerciantes de carne hicieron su parte. Demostraron cohesión, trabajaron unidos, fueron empáticos, bromistas, respetaron los precios y dieron muestras de comprensión con sus ocasionales clientes. Y caso curioso, tres fueron las familias que dominaron este negocio: los Uceda, los Farroñay y los Cuyate.

“No solo se llevaban la mejor carne, pasaban momentos de felicidad con nuestras bromas, las ocurrencias que nos salían del alma. Fueron momentos gratos”, recuerda Guillermo Uceda.

Muchos recuerdan que los iniciadores de este negocio fueron los hermanos Toribio, José y Gregorio Uceda Guzmán; así como José y Miguel Farroñay Robles. Luego aparecieron los hijos, nietos de estos abastecedores de carne; y surgieron también otros comerciantes como Gregorio Gamarra, Genero Flores, etc.

Además de la carne de res, también se vendía carne de cerdo, cabrito. Y una dama que vendía las tripas y las patas era doña Asunciona Senmache. Era pícara para vender sus productos, pero al mismo tiempo humanitaria. La ví regalar algunos productos a niños de humilde condición. Ese mismo gesto lo tenían nuestros matarifes, quienes hacían lo propio con los pobladores de Pómape, Valle hermoso, El Palmo, Poncoy, quienes acudían al camal para ayudar y recibir a cambio alguna compensación monetaria o la menudencia del ganado sacrificado.

Armando Cuyate. Don Gregorio Uceda y doña Asunciona Senmache

Vienen a mi memoria mis “caseros”, los abastecedores de mi preferencia como los hermanos Guillermo y Enrique Uceda; Armando y Genaro Cuyate; Benigno, Raúl y Benito Farroñay. Luego el “gordo” Elmo Farroñay, mi alumno en la escuela “Sabogal” y padre de los conocidos “Chanos’. Pero hay una persona de grata recordación, don Gregorio Uceda Guzmán. Su don de gente, su amabilidad y bondad lo hicieron un ser especial.  

En esta crónica es importante destacar los logros cosechados por este gremio de comerciantes. La unidad y dinamismo fueron vitales, ellos simulaban cierta competencia y rivalidad durante su trabajo cotidiano, pero era parte de su estrategia. Los abastecedores de carne fueron un verdadero ejemplo de cómo se debe trabajar solidariamente. Nuestros artesanos y propietarios de restaurantes tienen la palabra. Me despido con una frase del nigeriano Ifeanyi Onuoha: “ “El trabajo en equipo es el secreto que hace que la gente común logre resultados poco comunes.”(Luis Castro G.)


                               Los hermanos Enrique y Guillermo Uceda compraron el famoso "Toro mata" para transportar su mercadería.

 

miércoles, 16 de marzo de 2022

“LA BOTICA ESTÁ ABIERTA y don FELIPE…”

 


( En homenaje a los cien años de la farmacia "Auxiliadora” )
“La botica está abierta y don Felipe está en la puerta”, es la coloquial y jocosa frase que miles de monsefuanos e incluso lambayecanos expresamos – como una forma de alertar- a algún hombre que de manera descuidada caminaba con la bragueta abierta.
Desde niños aprendimos esta frase, incluso la decíamos en coro, cuando algún compañero de estudios salía a la pizarra y mostraba una abertura de su pantalón y la cremallera abajo, mientras la profesora sonreía un tanto ruborizada.
Pero poco saben que esta frase nació hace muchos años, en 1930, durante una fiesta campestre, de esas que celebraba la alta sociedad monsefuana. Sucedió en la quinta “Capuñay”, en una fiesta con arpa al son del maestro Barrios de Ciudad Eten, en homenaje al extinto doctor Miguel Custodio Pisfil. Entonces alguien evidenció que don Felipe Flores, el propietario de la farmacia “Auxiliadora”, se arrimó a un árbol y cuando retornó, tenía la bragueta abierta. De inmediato, uno de sus amigos lo alertó haciendo señas con los ojos y adicionando la singular frase “la botica está abierta”. Don Felipe sonrió y dijo que su negocio estaba cerrado; pero un nuevo movimiento de ojos terminó por convencerlo, que no se referían a su farmacia, sino a la bragueta del pantalón. Dejó de bailar el vals, pidió disculpas a la dama, se dio media vuelta y solucionó el inconveniente.
Fue un caso anecdótico que quedó perennizado, como también está en la mente de los monsefuanos los logros del extinto Felipe Flores, nacido en 1894 y que el próximo 26 de mayo estaría cumpliendo 128 años. Este curioso hecho que hacemos referencia tiene el propósito, además, de rendir homenaje al personaje que, graduado como farmacéutico en las aulas de la universidad San Marcos, regresó victorioso a su tierra y creó empresa, puso la primera farmacia en Monsefú, la que llamó “Auxiliadora” y que por estos días cumpliría un siglo de vida, 100 años.
Tras el fallecimiento de don Felipe, sus hijas Judith (93) y Martha (87) continuaron con el negocio, pero la edad avanzada de ellas ha impedido que “Auxiliadora” siga con las puertas abiertas al público, en la esquina de 28 de Julio y Mariscal Sucre.
A don Felipe Flores siempre se le recordará por sus dotes de diplomático, de persona introvertida pero centrada en sus objetivos y afanes. Fue tres veces Juez de Paz (por aquellos tiempos era nominada autoridad aquella persona que, sin ser abogado, reunía ciertas condiciones y se le llamaba “notable”). Impartió orden y ley, acompañado de su leal secretario, don Carlos J. Llontop.
Por igual, como profesional de la salud, fueron muy acertados sus preparados químicos que elaboraba de acuerdo al diagnóstico de sus ocasionales clientes. Mucha gente acudía a la farmacia “Auxiliadora” para hablar con don Felipe y explicarle sus dolores. “Las personas le tenían mucha confianza, hasta evitaban ir al doctor e iban directamente a pedirle consejos de salud”, recuerda Walter Llontop Relúz, quien conoció de cerca a nuestro personaje.
Era la época de los escasos doctores; de fármacos inolvidables como el “Penetro” para la gripe, del éter, de la trementina, el mentol chino, alcanfor, el alumbre; pero don Felipe iba más allá, favorecido por sus conocimientos químicos. Por eso la gente lo quería, porque era “certero” en sus apreciaciones para las inflamaciones, cólicos, calenturas, irritaciones a la piel, etc.
La farmacia “Auxiliadora” permanece cerrada, pero la inmortal frase sigue vigente, por lo tanto, la “botica está abierta y don Felipe está en la puerta” va a perdurar. Muchos amigos reconocen su uso frecuente cada vez que algún descuidado pretende airear su miembro viril. Gabriel García Márquez decía: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla.” (Luis Castro G.)


sábado, 13 de noviembre de 2021

EL CAMPESINO COSECHADOR DE FRESAS Y UVAS QUE SE CONVIRTIÓ EN UN FAMOSO ASTRONAUTA

 Escribe:
Luis Castro Gavelán

El Perú es un país que le debe mucho a la agricultura. El sector agrícola aporta casi el diez por ciento del producto bruto interno. Eso, gracias a nuestros abnegados campesinos que honran y cultivan la tierra. Pero así como nuestros agricultores sacrifican su vida para producir la tierra,  muchos de ellos se han dado cuenta del trabajo que deben cumplir como padres: permitir y alentar para que sus hijos se profesionalicen, vayan a una universidad, se impregnen de sabiduría y nuevos conocimientos. Esta determinación ha dinamizado el sueño de nuestros niños. En la radio e internet hemos sido informados de la aparición de talentos, de niños con condiciones excelentes para estudiar; pero también que tantas veces esas intenciones se han frustrado por no ser constantes, no tener apoyo profesional o porque la economía de los padres impide que aquellas ideas pergeñadas cuando infantes, lleguen a consolidarse.


Entonces  viene a mi memoria la vida de José Hernández, un mexicano- americano que fue campesino durante su niñez y que sin dudas tiene un mensaje para todos los niños soñadores peruanos y del mundo que anhelan un hálito de aliento. La historia de José está llena de paradigmas. Y también nos dice que los padres nunca debemos ser un obstáculo cuando los niños tienen proyectos con destellos de aparente utopía, pero que en realidad no es así, ellos requieren que alguien los entienda y apoye a hacer realidad esas “fantasías”.

   Salvador y Julia Hernández son padres de 4 hijos. José es el último. Todos los años, Salvador y su esposa se movieron desde Michoacán, México, hasta los predios agrícolas de California, Estados Unidos para cosechar fresas, pepino, uvas, duraznos. Nueve meses de trabajo en tierras americanas y tres meses en su natal Michoacán, así era la vida de los Hernández. Inmigraron por razones laborales, vivieron de un lugar a otro, y así llegaron los hijos, unos nacidos en México y otros en Estados Unidos.

    José nació en Estados Unidos y hasta los 12 años, bajo el intenso sol californiano, ayudó a su padre en la cosecha de frutas para ganar 35 centavos de dólar por cada balde lleno de uvas o fresas. Pero su vida cambió cuando a la edad de 10 años vio en la televisión a Ronald Evans, Harrison Schmitt y Eugene Cernan caminar por la luna, el único satélite natural del planeta Tierra, uniformados con su vestimenta de astronautas. La proeza del Apolo 17 que repercutió a nivel mundial ocurrió el 7 de diciembre de 1972. José nunca borró de su mente esa historia que vio en la pantalla chica.

  El niño José compartió sus deseos de ir al espacio con su profesora, la teacher Jean, y ella le dijo que para alcanzar ese sueño debía estudiar mucho y aprender inglés. El infante entendió el consejo y se puso a estudiar con entusiasmo. Luego habló con su profesora para que intercediera con su padre y le permitiera establecerse en California para estudiar todo el año, como sus otros compañeros de clases.

  “Cuando tenía 12 años tomé una decisión con el apoyo de mi maestra americana. El moverme de un lugar a otro por decisión de mi padre hacía que no hablara bien el español, ni tampoco el idioma inglés. Por mi ambiente bicultural y por la forma de expresarme sufrí la burla de los niños de México y de los Estados Unidos. La Sra. Jean llamó a mi padre y le dijo que quería hablar con él”, recordó José Hernández.

José y su padre
 La sorpresiva comunicación de la maestra   llamó la atención del padre, don Salvador, quien entre  desconcertado y ofuscado, sacó la correa y   llevó a José hasta la cocina para exigir una explicación. “A ver, qué has hecho  muchacho”, le dijo en tono amenazante. Pero la llegada de la profesora a su casa interrumpió la escena.


Profesora Jean fue a la casa de José para interceder


En realidad la teacher Jean no llegó para quejarse de la mala conducta de su alumno, sino que abogó para que José se estableciera en California. También felicitó a don Salvador por las buenas calificaciones del menor. El agricultor inmigrante, con apenas tercer año de educación primaria entendió el pedido de la maestra y llevó otra vez a la cocina a su niño. José estaba preocupado, tuvo miedo de alguna reacción negativa de su padre.

“En la cocina pasaban tres cosas: comer, hacer las tareas o nuestro padre aplicaba la “justicia” con la correa. Mi padre no me invitó comida, no me dijo que haga las tareas y cuando pensé que me iba a castigar, con voz amical me interrogó: ¿Y por qué deseas ser astronauta? Le dije que quería ser alguien en la vida”, recordó José.

Pese a su escasa educación el agricultor mexicano no se opuso a las intenciones de su hijo, analizó la situación y con mucha sapiencia le explicó que para ser alguien en la vida debía considerar cinco puntos de una receta especial que él imaginó:

1- Definir lo que se quiere ser en la vida
2- Crear un mapa. Así sabrás dónde estás y la ruta que debes seguir para alcanzar tus metas.
3- Trabajar y estudiar. Así sabremos el significado de sacrificio y ética de trabajo. Hay que prepararse para conseguir los objetivos.
4- Crecer y tener corazón. Hacer las cosas no porque los padres lo piden, sino porque personalmente reconocemos que es lo mejor.
5- Perseverancia. Es la cereza del pastel, no todo es fácil, la vida está llena de alegrías y sinsabores, pero hay que perseverar para triunfar.

Y José llevó adelante la receta. Terminó la secundaria, se graduó de ingeniero electrónico, hizo una maestría en ingeniería y luego de 5 años de experiencia postuló a la NASA donde fue aceptado. Como empleado de la Administración Nacional de Aeronáutica de los Estados Unidos postuló 11 veces para ser astronauta, pero fue rechazado una y otra vez.
   “Me acordé de la receta de mi padre y perseveré. Para mejorar mi hoja de vida, me hice piloto durante un año. Utilicé otro año para ser el mejor buceador. Acepté participar en Rusia en una estación espacial internacional, aprendí ruso. Después de 5 años de seguir terco en mi propósito, fui aceptado en la intención número 12”, rememora José.
     Fue admitido como pre candidato a astronauta. Y tras dos años de intensos estudios y mucha práctica profesional terminó por convencer a los funcionarios de la NASA que finalmente lo programaron como tripulante del transbordador Atlantis STS-128. El 29 de agosto del 2009 el agricultor José Hernández Moreno honró a su familia, a su profesora Jean, a su país, Estados Unidos, y a su nación de herencia, México.

A la 1.36 minutos de la madrugada despegó el transbordador con José como parte del equipo de 5 astronautas desde Cabo Cañaveral, Florida, y teniendo como testigos de lujo a su padre, esposa, hijos, y su orgullosísima teacher Jean. Con una estampita de la virgencita de Guadalupe dentro de su uniforme, José se persignó mientras el STS-128 alcanzaba una velocidad de 28 mil kilómetros por hora. Durante 13 días José y sus compañeros de aventura dieron vueltas alrededor del planeta, coronaron con éxito su misión y retornaron sanos y a salvo al centro espacial de Florida.
      El inmigrante, el campesino cosechador de fresas y uvas, que muchas veces mostraba sus mocos cuando niño, se convirtió en un cosechador de estrellas. Muchas veces nuestros padres nos piden sonreírle al éxito, llegar arriba, pero José llegó más arriba, vio nuestro planeta desde el espacio sideral como un boato espectador.

        José tocó la gloria, pero jamás cambió. Nunca fue arrogante ni mucho menos petulante. Siempre sonrió, siguió siendo sencillo y honesto. Cuando llegó a su casa en California, tras su experiencia espacial, visitó a su esposa Adela en el restaurante “Tierra luna grill” que ambos administran. Se abrazaron por unos minutos, fue un encuentro de una esposa, de una fan enamorada de su héroe, pero todo cambió cuando un mesero dijo que la máquina de lavar platos se había malogrado. José, el famoso astronauta, se puso a lavar decenas de platos mientras conversaba a su pareja su experiencia como tripulante del STS-128.

José Hernández y su familia

Dios bendiga a cada uno de sus hogares, mi esperanza es que los jóvenes sepan que nada es fácil, pero en un mundo donde todo cambia rápido, quien no arriesga, no saborea el éxito. Nos despedimos con un consejo de James Allen: “Para obtener el verdadero éxito hay que hacerse cuatro preguntas: ¿Por qué?, ¿Por qué no? ¿Por qué yo no? ¿Por qué no ahora? ( Luis Castro G.)

martes, 15 de junio de 2021

DE “VOLUNTARIOSO COSECHADOR” DE FRUTAS A COLECCIONISTA DE ÉXITOS COMO CIRUJANO

Escribe: Luis Castro Gavelán
La familia del cirujano Jesús Custodio. Lía, Jesús Alonso y Dina

Era el conspicuo “mataperro” de la familia, el muchacho calculador que sabía que papá Jacinto trabajaba de siete a tres de la tarde en el mercado de Monsefú y él aprovechaba ese tiempo para reunirse con sus amigos de barrio y “visitar” las chacras, cosechar las frutas antes que los propietarios; bañarse en el río Eten y las acequias, disfrutar de la vida como un auténtico y experimentado mozalbete.

Le llamaban “Chito” y así quedó perennizado entre los suyos. Ese apelativo devino cuando a Jesús Jacinto Custodio López le decían de cariño Jesusito, Jesuchito y finalmente “Chito”. Era el noveno de diez hermanos y a pesar de sus travesuras y actos de muchacho callejero, siempre le gustó el estudio. Sus amigos de la escuela “La Misericordia” y el colegio “San Carlos” lo recuerdan como un “chanconcito” a quien las monjas canadienses rehusaban llamar Jesús, porque cuando algunas veces debían castigarlo, se sentían muy mal tener que corregir al “hijo de Dios”. Por eso las religiosas preferían decirle “Chito” o Jacinto, su segundo nombre.  

Y el niño Jesusito se hizo adolescente, adulto joven, con la imagen de sus hermanos mayores Willy y Enrique, los primeros médicos de la familia. Pidió a sus padres apoyarlo en su intención de estudiar medicina y don Jacinto y doña Paula, conscientes de su reducida economía familiar, recibieron preocupados el pedido. Pero nuestro famoso cirujano nació de pie y arropado por el afecto de su madrecita y su hermana mayor, la profesora Vilma, quien actuaba como la administradora familiar, hizo los números y acogió el deseo de su hermano menor con estoicismo.

El más alto de todos, el doctor Custodio, junto a sus compañeros de "La Misericordia"

Los años pasaron y aquel joven blanquiñoso, de lentes, mataperro, pero estudioso, que obtuvo los primeros puestos en primaria y secundaria y que por su estatura y temple era el brigadier del aula, se convirtió en 1974 en estudiante de la universidad de Trujillo y años más tarde, en 1982, egresó como médico general. Su ímpetu prosiguió y durante tres años hizo una especialidad en cirugía toráxica y cardiovascular, graduándose en 1989 de la prestigiosa universidad mayor de San Marcos.

Luego decidió profundizar sus conocimientos en cirugía cardiaca. Estuvo todo el año 1993 en Estados Unidos capacitándose en la Wayne State University de Michigan y posteriormente permaneció durante seis meses en Japón, en la prestigiosa Escuela de Medicina de Yokohama. Todo ese cúmulo de conocimientos y su creciente reputación lo hicieron muy solicitado. En sus casi 30 años de médico cirujano ha participado en cerca de cuatro mil intervenciones quirúrgicas.

UNA IMPORTANTE CARRERA

“Creo haber hecho una carrera profesional que no ha decepcionado a mis padres, mi familia y a mi pueblo. Y estoy feliz porque ahora, a mis 65 años y a pocos años de mi jubilación, la posta la ha tomado mi hijo Jesús Alonso que ya empezó a realizar cirugías. Eso me enorgullece y ese sentimiento es compartido por mi esposa Lía y mi hija Dina, ahora psicóloga”, sostiene en diálogo telefónico el popular “Chito”.

Jesús Custodio no deja de tener razón. Paso a paso ha conseguido premios, triunfos que son reconocidos en la región y el país. Su fama de cirujano persiste y por eso ahora comparte su labor en las salas de cirugía; y en las aulas universitarias, como catedrático.

El doctor Custodio visitó a las monjas canadienses

Y lo destacable es que siempre está vinculado a labores sin fines de lucro, actividades como voluntario. Por ejemplo, atiende gratuitamente a pacientes en un centro médico de Reque bajo la coordinación de las religiosas canadienses, con quienes aún mantiene contacto. “Aprovechando mis estudios en Estados Unidos fui a Terranova, Canadá y pude confraternizar con muchas monjas que prestaron servicios en Monsefú y Puerto Eten. Fue un reencuentro lleno de sentimientos, de anécdotas y memorias”, recuerda Jesús.

Por igual, el cirujano Jesús Custodio es director fundador de la Asociación Pro Salud JNC, que mantiene un servicio médico gratuito a muchos pacientes. Hombres, mujeres y niños de Monsefú, Reque, Puerto Eten, Ciudad Eten, La Victoria y lugares aledaños, forman parte de la creciente población que acude a nuestro local institucional.

 Jugador de baloncesto. Su equipo se llamaba "Los Malvados"

DEPORTISTA Y DIBUJANTE

Varios amigos de su generación y de la promoción 1972, con quienes mantiene contacto, recuerdan a Jesús Custodio como un practicante de baloncesto y arquero de fútbol, incluso titular de la selección de su colegio. También disfruta de la natación y pergeña en sus tiempos de ocio, de atractivos trazos, dibujos y pinturas. Incluso fue ganador en el 2009 de la Orquídea de Oro en los V Juegos Florales Universitarios de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo.

Precisamente su habilidad con la natación le permitió salvar la vida del hoy notario y abogado Sergio Vera. Siempre andaba acompañado de Harold Capuñay, Iván Delgado, Sergio Vera, Héctor Aquino, Irzio Boggio, Raymundo Ayasta, Angel Seclén, José Casas, entre otros. “Estábamos en el río Eten y en cierto momento varios de los muchachos estuvieron jugando en el agua. Sergio Vera no sabía que ellos estaban flotando y entró confiado pensando que por ese lado del río no estaba profundo. De repente se escucharon gritos de auxilio y vimos a Sergio hundiéndose. “Chito” Custodio nadó rápido y fue al rescate, los otros muchachos hicieron lo propio y gracias a Dios salvamos a Sergio”, recordó Harold Capuñay. Esa anécdota consolidó el deseo de nuestro personaje, de salvar vidas. Su primera experiencia no fue dentro de asépticos quirófanos, ocurrió en las aguas del río Eten.  

Las reuniones de camaradería con sus amigos de toda la vida

Las correrías del incansable “Chito” Custodio son tantas, como la atafagada agenda que maneja en sus actuales días. Pero entre las historias con estetoscopios, electrocardiogramas y torniquetes, preferimos las que resultan muchas más interesantes, aquellas que arrancan una sonrisa a la galería, anécdotas con sabor a leyendas citadinas que se deben perennizar.

Próximos a las siete décadas, varios amigos de nuestro personaje recuerdan entre sonrisas sus incursiones por los campos para “cosechar” guayabas, ciruelas, membrillos. Eran expertos trepando y superando las cercas, caminar agazapados y sigilosos para evitar “dejar el rastro”. Sentían pavor cada vez que los dueños y sus familiares los corrían y molestos por estas sorpresivas invasiones a su propiedad, amenazaban a los cuatro vientos con “quemarles el rastro”. Los brujos y curanderos abundan en Monsefú y lugares aledaños, ellos aseguran que basta recoger la tierra con las huellas de los pies de los invasores, generar quemaduras en esas delicadas partes del ser humano.

Por eso “Chito” y sus huestes se cuidaban de esas advertencias. Se ponían algunas ramas en sus zapatillas para tergiversar las huellas; muy inocentes, se iban a las acequias y orillas del río Eten para “remojar” sus pies y así dar la contraria a los hechizos y encantamientos. Muchos lugares de Cúsupe, el Desaguadero, donde actualmente está “La Estancia”; Poncoy, por los alrededores de la quinta Boggio, forman parte del terreno explorado.

En verano, el tropel de adolescentes tomaba por asalto la caleta de Santa Rosa, se bañaba en las aguas del Pacífico y también escarbaba la arena para capturar muymuyes o “Pulga de mar” (sand crabs en inglés). La palomillada abundaba y por eso, para evitar que alguien se fuera temprano, intercambiaban pantalones y bajo intimidación proferían:” arena al que se va”. Jacinto Custodio, que era el más alto, no podía escapar por temor a la arena o porque ningún pantalón que no era el suyo, podía usar. Su estatura le deparaba un buen inconveniente. Así el buen “Chito” Custodio llegaba después de las tres de la tarde a su casa y su padre con un movimiento de cabeza, le indicaba que la madrugada del siguiente día tenía una cita con el “caramelo” de José Llontop, un látigo que nuestros padres adquirían para consolidar alguna reprimenda. “Soportaba estoicamente esos latigazos, no se inmutaba, recibía de pie el castigo, apretando los dientes, pero no era como mis otros hermanos que se corrían por los techos para escapar de esos ingratos momentos”, sonríe al expresar esa confesión familiar mi querida profesora Vilma Custodio, hermana de “Chito”.

La numerosa familia del doctor Custodio en una foto para el recuerdo

Por blanquiñosito y carismático siempre fue muy querido en la familia. Estoy muy orgullosa y halagada por sus logros. Siempre quiso ser médico, tenía una persistencia envidiable. Se levantaba entre las cuatro y cinco de la madrugada para estudiar, su autoestima fue muy alta, sabía lo que quería en la vida. Mi madre Paula nos quiso a todos por igual, pero su preferencia por él era notoria. Le cosía sus camisas, le arreglaba sus ropas. Con sus chistes y ocurrencias él divertía a la familia. Estoy contenta, muy feliz de todo lo que ha conseguido”, reseña Vilma Custodio de su hermano menor, casi a punto de soltar algunas lágrimas de emoción.

Junto a su esposa Lía

 Y las expresiones de Vilma Custodio reciben todo mi aval. Cuando  somos conscientes de los desafíos de la vida, podemos dar el paso victorioso. Decía el motivador estadounidense Denis Waitley que “los resultados que consigues estarán en proporción directa al esfuerzo que aplicas”. Y Jesús Jacinto Custodio sonríe a vida en compensación a su enjundia, a sus denodados sacrificios. De mataperro y mozalbete todos tenemos un poco, son los inicios de nuestras vidas. Pero esas lindas aventuras juveniles quedan atrás para reflexionar sobre una realidad innegable: o damos el esfuerzo total o quedamos relegados en la vida. Que este homenaje a “Chito” Custodio sirva de ejemplo atávico para los jóvenes que desean restañar sus impotencias y creer que todo es posible cuando somos firmes en nuestras intenciones. “Chito” Custodio cree en las posibilidades que nosotros mismos promovemos y por supuesto, el apoyo familiar. “Los jóvenes necesitan familias estables. La madre que aporta amor y unión. El padre que da respeto, ejemplo y acicate de superación”. Nos despedimos con una frase motivadora de Jordan Belfort que nuestro personaje y este escriba coinciden: “la razón por la que las personas fracasan realmente no es porque pusieron sus metas muy altas y no llegaron, sino porque las pusieron muy bajas y las alcanzaron”. (LCG)