Paciente con coronavirus en hospital de Estados Unidos. |
Escribe:
Luis A. Castro Gavelán
En estos días difíciles a
causa de la pandemia generada por el COVID-19, hay que escoger dos
alternativas: ser sepultado como un apestado, que ningún familiar pueda acompañar
el funeral de su contagiado cuerpo; o hacer un esfuerzo, obedecer los consejos
de los epidemiólogos y quedarnos en casa.
Claro que el titular de mi crónica
suena agresivo y tal vez irrespetuoso, pero lo hago porque miles de peruanos,
entre ellos mis paisanos monsefuanos, no entramos en razones y no hemos tomado
conciencia del real peligro que nos acecha este virus que genera la pandemia
del coronavirus.
Algunos amigos me dijeron que en
Monsefú muchos siguen haciendo vida social, juegan sus “pichanguitas” futbolísticas
y llevan adelante sus actividades sin importarles el riesgo que corren y el contagio
generalizado que podrían provocar a decenas de conciudadanos. Aquí voy a hacer
una comparación odiosa, pero necesaria. Vivo en Estados Unidos, país que lleva
un adelanto de muchos años a nuestro Perú. La modernidad se exhibe por doquier…
pero los 330 millones de personas que aquí residimos nos sentimos amenazados y aunque
estamos tomando las precauciones, tenemos pavor, una trepidación que carcome y angustia.
Nadie, por más rico o famoso, está exento de ser contagiado y morir de una neumonía,
la fase final del coronavirus.
Si aquí en Estados Unidos,
donde hay mucha higiene y un mejor sistema sanitario, estamos indefensos; ¿se
imaginan ustedes lo que podría pasar si algún contagiado se pasea por el
mercado de Monsefú o camina por el parque principal? ¿Tenemos un sistema
sanitario capaz de contrarrestar esta pandemia? Dios nos coja confesados. Ayer
escuché el programa de Lucho Gonzales y pude informarme de los focos
infecciosos que hay en varios lugares, donde las garrapatas y las moscas
pululan, donde el sentido común no existe y arrojamos la basura
irresponsablemente.
Este no es un pedido, es una súplica
a mis paisanos y conciudadanos. No juguemos con fuego, por favor, tomemos
conciencia y evitemos que la pandemia llegue a nuestro Monsefú querido. Mi
hermano Rubén que vive en España desde hace 30 años, experimenta una tragedia y
ha llamado al coronavirus “la película de terror”. La nación europea es la
tercera, estadísticamente hablando, con mayor cantidad de víctimas (cerca de 29,000
infectados y 1,758 muertos). Al mediodía de hoy domingo 22 de marzo, el planeta
tiene 319,675 infectados y los muertos alcanzan 13,699. En nuestro Perú hay 318
contagiados y 5 muertos.
Doctor Li Wenliang |
En esta crónica quiero usar mi
dedo acusador a China. El gigante asiático gobernado por el régimen de Xi
Jinping mintió al planeta sobre el brote del coronavirus y “desapareció” a los
expertos en salud que alertaron al mundo sobre esta pandemia. Mi homenaje al
difunto doctor Li Wenliang que fue apresado y castigado por un chat que hizo
para alertar a sus colegas el 30 de diciembre del 2019. ¿Se imaginan ustedes si
China hubiera compartido esta alerta a los gobiernos democráticos y las
autoridades tomaban rápidas medidas? Estoy seguro que no estaríamos contando
esos 13, 699 muertos y el planeta no estuviera viviendo ese inicio de recesión económica
que acabará con miles de posiciones laborales y la bancarrota de muchas
empresas. Prepárense queridos conciudadanos, la crisis económica mundial está tocando
nuestras puertas y sobrevivirán lo que tengan sus ahorritos. Por ejemplo, en
Canadá, más de medio millón de personas han solicitado el seguro de desempleo, a
consecuencia del cierre de empresas y el cese de actividades por la pandemia
del Covid-19. Estas cifras son comparables a la Gran Depresión que vivió Canadá
en 1932.
Por eso mi indignación con
China. Ahora el planeta sabe que los habitantes de Wuhan y varios lugares del
gigante asiático comen murciélago, culebras, ratas, perros y muchos animales
por “beneficios de salud”. Y la gravedad del caso persiste porque el régimen comunista
chino nos quiere hacer creer que ya han derrotado al COVID-19 y sostienen que
ya no hay muertos ni tienen nuevos casos de contagio. Semejante mentira. Voy a
revelarles algo que pone al descubierto la desfachatez de los líderes
comunistas. Tengo un estudiante que es sacerdote de la iglesia católica. Prefiero
guardarme su nombre. Me dijo que el último fin de semana oraron por un seminarista
que es de nacionalidad china. Este religioso se había comunicado dos días antes
con sus familiares en China y estaba llorando. Once, sí, 11 de sus familiares tenían
coronavirus y que funcionarios del régimen chino sólo aceptaron ayudar y poner
en las estadísticas a dos de ellos. El resto irremediablemente debía morir. Los
otros 9 fueron aislados, sin medicinas y alejados de sus parientes. Así de cruel
es el régimen y así estamos quienes por infortunio nacemos en lugares donde las
libertades se conculcan.
Lavar sus manos al menos 20 segundos. |
Quiero finalizar recomendando
a mis conciudadanos tomar en cuenta los consejos del médico estadounidense Larry
Brilliant, quien ha luchado contra los brotes de viruela, gripe y polio, y ha calificado
el brote de coronavirus como “la pandemia más peligrosa de nuestra era”. Brilliant
pidió auto-aislamiento o mejor dicho distanciamiento social. La distancia entre
una persona y otra debe ser de al menos un metro y medio.
Otros consejos:
-Lavarnos las manos frecuentemente
con agua y jabón por más de 20 segundos.
-Utilizar desinfectantes frecuentemente.
El COVID-19 puede sobrevivir en la superficie por horas o días. En el aluminio,
de 2 a 8 horas. En el acero, unas 48 horas. En la madera y el vidrio hasta 4 días.
En el papel de 4 a 5 días. En el plástico, unos 5 días. El tiempo puede variar
de acuerdo a la temperatura y la humedad.
-Podemos contagiarnos a través
de la boca, las fosas nasales y los ojos. La transmisión se da de persona a
persona cuando estornudamos, tosemos o nos damos la mano.
- Los síntomas son: dolor de
cabeza y malestar, fiebre alta, secreción nasal, tos o dolor de garganta,
problemas al respirar y finalmente, una neumonía generalizada.
Que Dios bendiga a nuestro Perú
y en especial a mi pedacito de cielo, mi Monsefú (LGC).
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