domingo, 19 de febrero de 2012

El turismo y la calidad de servicio van de la mano



Jordania es un país ubicado en el Medio Oriente que recibe una cantidad impresionante de turistas por su belleza natural y por supuesto, gracias a la enigmática ciudad de Petra, considerada actualmente como una de las maravillas del mundo.
Al terminar de leer el primer párrafo, usted amigo lector se preguntará, pero quė tiene que ver ese lejano lugar con Monsefú. Entonces debo decirle que hay una relación digna de ser considerada pues tanto Petra como Monsefú basan buena parte de su economía en el turismo.

Y Petra ha desarrollado ese aspecto de su vida con encomio. Los jordanos pequeños y grandes empresarios que prestan servicios, y la población en general están comprometidos totalmente con los turistas, a quienes tratan con especial deferencia. Ellos saben que los foráneos que llegan a conocer su tierra son como la “gallina de los huevos del oro” y otorgan calidad de servicio, respeto y hospitalidad. La señora Fanja Andriamialisoa- una de mis estudiantes de español- ha visitado junto a su esposo Olivier casi medio mundo y ello les da autoridad para afirmar que”nunca se sintieron tan bien atendidos como en Jordania”.
Entonces aquí viene la cereza del pastel. No tendremos a Petra como atractivo turístico, pero sí tenemos –salvando las distancias- una gastronomía de primera y un legado costumbrista que aún no hemos explotado en su real dimensión. El reto es empezar a calentar motores para el Fexticum 2012 con una organización que tenga iniciativas , que trabaje con visión empresarial y que desde ya reúna a los dueños de restaurantes y representantes de instituciones para considerar la “calidad de servicio” como preponderante y vital. Directa o indirectamente toda la población de Monsefú se beneficia con la presencia de los turistas. Los negociantes haciendo su trabajo a cambio de utilidades; y la municipalidad percibiendo mayores rentas para mejorar el ornato de la ciudad. Con frases y acciones de cortesía ; y una sonrisa a flor de labios…todos salimos ganando.
Aquí el artículo de la Sra. Fanja y ese par de gráficos exclusivos que corresponden a su esposo, el francės Olivier Langrand.
( El editor, Luis Castro )

Mi viaje en Jordania

Por: Fanja Andriamialisoa

Por la Navidad 2011, mi familia y yo visitamos Jordania, un país del Oriente Medio. Elegimos Jordania porque, en una región de gran inestabilidad política, este país mantiene su tranquilidad y un desarrollo económico contínuo.

A pesar de su tamaño, Jordania contiene una gran diversidad de paisajes y de atracciones culturales y naturales. El mar Muerto es una de esas atracciones. La salinidad del mar Muerto es tan elevada que los nadadores como nosotros pudimos flotar sin ningún esfuerzo.

Jordania es en su mayor parte un país desértico. Visitamos un famoso valle desierto, Wadi Rum, conocido por haber servido como base de operaciones durante la Rebelión Árabe de 1917, bajo el liderazgo de T.E. Lawrence o “Lawrence de Arabia”, un miembro del ejercito británico. Montamos en camellos para visitar lugares famosos y espectaculares en Wadi Rum.

El más conocido sitio de Jordania es la ciudad antigua de Petra, inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Petra es también una de las nuevas maravillas del mundo. Los edificios tallados en las rocas forman las grandes atracciones de Petra.

Los últimos días de nuestro viaje pasamos a visitar ruinas de castillos en el desierto, dos reservas naturales y la ciudad antigua romana de Jerash.

Todos los sitios fueron muy interesantes pero estamos convencidos que los Jordanos mismos son la riqueza más grande de este país. Raras veces durante nuestros numerosos viajes en todo el mundo encontramos personas tan amables y corteses. En tiendas, restaurantes, hoteles, lugares turísticos, todos trataron de ayudarnos, de presentar a su país de la mejor manera posible, de tener cuidado de nuestros niños, ofreciendo regalos. Los agentes de la policía o los oficiales del ejército en los puestos de control siempre ofrecieron su ayuda y nos desearon una buena visita en Jordania.

Jordania es un país muy interesante por su historia, su cultura y su naturaleza pero el mejor recuerdo de nuestro viaje es el recibimiento de los Jordanos y la cortesía y la amabilidad que encontramos en todas partes.

lunes, 13 de febrero de 2012

La década de los 70



Nuestro querido “Polly” Bonilla, hoy comandante PNP de la Policía Nacional, nos entrega esta preciosa nota que al mismo tiempo de comprometer nuestras mentes con pinceladas de antaño, nos llama a la reflexión sobre muchas acciones y vivencias de los años 70 que muy a nuestro pesar han desaparecido como por arte de magia y que vislumbraban civismo, respeto y mucho arraigo por lo nuestro.
Guillermo Bonilla denuncia y se pregunta el porqué de ese infausto cambio de la honradez por la deshonestidad; el de la cortesía y amabilidad por la malcriadez; el vivir en medio de la confianza por la inseguridad y la sensación real de ser víctimas de alguna acción criminal.
Ojalá este artículo sirva además para incrementar el deseo mayoritario de miles de monsefuanos que piden el retorno del comandante Bonilla y nos encamine a esos años perdidos, a esos inolvidables momentos que los cuarentones y cincuentones decimos a nuestros retoños, pero que ellos lo toman como una utopía.

El editor : Luis A. Castro

Por:Guillermo Bonilla Arévalo
Añoro la década del 70, aquel momento de mi niñez y adolescencia llena de felicidad y recuerdos perdurables.
A las siete y treinta de la mañana salía rumbo al colegio, eran más de diez cuadras de caminata, todo un tours lleno de espectáculo imborrable. Las calles sin asfaltar pero bien barridas por las mamás que salían religiosamente desde las primeras horas de la mañana para tener su primer encuentro con sus vecinas y enterarse de las novedades familiares. Saludaban a todos los que pasaban sin dejar de mover con destreza la escoba para terminar con un salpicado de agua, dejando un morrito de tierra que luego el carretillero se encargaría de recoger. Las puertas de las casas siempre estaban abiertas como signo de bienvenida y confianza; al mismo tiempo, las tejedoras de sobreros y telares iniciaban su ardua tarea sin dejar de observar quien pasaba. Todo esto iba quedando grabado en mi mente, para después de tres décadas recordarlas como si fuera ayer.
Cuando salía al recreo, los pocos útiles que llevaba al colegio se quedaban sobre la carpeta, nada se perdía. El closet lleno de juguetes terminaba todo en su sitio como si nada hubiera pasado, los sentía como míos, pues eran míos y de mis demás compañeros. Así nos educaron las monjitas. Mucho amor y respeto. No había televisor, internet ni celular, pero estábamos conectados. Todos nos conocíamos y nos mirábamos a los ojos. En nuestras casas, comíamos juntos en una sola mesa bajo la autoridad de nuestros padres.
Muchas de estas cosas se han dejado de hacer o simplemente no existen. Las calles están asfaltadas pero no las sentimos nuestras, pareciera que no tenemos vecinos; nuestras puertas no solo están cerradas sino que las hemos asegurado. Ya ni sabemos el nombre de los que recogen la basura, las tejedoras han desaparecido, no podemos dejar ni los lapiceros en las carpetas porque se pierden y el plato de comida lo llevamos al dormitorio para no perdernos un capitulo de alguna telenovela que nos adormece la mente y el alma. Solo falta perder la vida.
Donde está la confianza que nos costó tanto esfuerzo, donde está la década del 70 que tanto añoro. Por favor la quiero de vuelta para no sentirnos tan inseguros.