sábado, 5 de octubre de 2013

Un nuevo motivo de orgullo: el loche


Luis A. Castro
“No lo molestes que está con su loche”, escuché por doquier en mis tiempos que trajinaba por las calles de mi Monsefú. Y eso era un indicativo para evitar dirigir la palabra a alguien que estaba molesto, un tanto furioso. Lo escuché entre los vecinos, la familia, amigos e incluso algún “franelero” concejal que pretendía evitar que nos acercáramos al alcalde de entonces, quien había tenido una agria sesión municipal.
Pero el loche no es solamente un vocablo para identificar a la persona contrariada de carácter, sino que es un producto vegetal con grandes condiciones alimenticias, con un toque mágico de aroma y sabor innato que lo han hecho importante en nuestra gastronomía.
Y hay algo de lo que debemos sentirnos orgullosos: el loche es uno de los ocho productos peruanos con denominación de origen. Así como lo leen, un producto nacional de la misma condición del pisco, el café de Villa Rica, la maca de Junín, el maíz del Cusco, la cerámica de Chulucanas, entre otros.
El loche tiene esa envidiable posición en el Perú y para honra nuestra, se cultiva en exclusiva en el departamento de Lambayeque, en tierras privilegiadas como las de Callanca, Monsefú, y otras tantas parcelas de las provincias lambayecanas, de acuerdo a la información proporcionada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
En síntesis, el producto que cultivan los monsefuanos en Cúsupe, Alicán Grande y muchas chacras a orillas del río Reque se ha tornado emblemático y está inmerso en una gama de proyectos debido al interés que han mostrado investigadores y científicos de muchas universidades del país. “Gracias a su microclima, la humedad característica y los nutrientes peculiares de los suelos callancanos y de Cúsupe, esta hortaliza del género de los cucúrbitas posee calorías, carbohidratos, calcio, fósforo, vitamina A y C, hierro; y además tiene antioxidantes que fortalecen el sistema inmunológico de los consumidores”, nos dijo un científico de la FAO. Como si fuera poco, el loche también contiene un elevado contenido de beta-caroteno y alfa-caroteno, que está comprobado, ayuda a disminuir las posibilidades de cáncer de próstata y afecciones cardíacas.
Entonces ya sabe amigo lector, imagínese todo lo que proporciona a su cuerpo en ese delicioso arroz con cabrito, el arroz con pato o simplemente esos trozos de loche sancochados con su cebolla impregnada de limón, sal y un toque de ají.
Qué bueno que el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia de la Protección de la Propiedad Intelectual, Indecopi, ha confirmado que el producto–legado de la cultura mochica es oriundo de Lambayeque, qué bien que nuestros campesinos de Callanca piensen en grande y hayan dado el primer paso para industrializarlo. Ya están vendiendo pasta de loche “San Benito”. Y quienes nos sentimos identificados con lo nuestro debemos apoyar ese proyecto. No está demás afirmar que en Illimo, Mórrope y Túcume también intentan vender harina de loche y que en Lambayeque ya experimentan el famoso King Kong con manjar de loche.
Se prevé un incremento en el consumo del loche cuya planta rastrera da frutos cada cinco meses. Con trabajo organizado y la presencia de organismos agrícolas del Estado para asesorar a nuestros campesinos podemos soñar con un éxito a corto plazo, como ha ocurrido con la quinua, cuya fama ha superado límites inimaginables y las recetas de famosos chefs internacionales se multiplican a diario.
El loche pues, es un nuevo motivo para sentirnos orgullosos y nuestros campesinos de Cúsupe y Callanca no “están con loche”, al contrario, ellos están felices de tener su loche como producto de bandera.(LCG)