domingo, 9 de septiembre de 2012

12 de setiembre de 1,992: el ocaso de SL y el nacimiento de un Héroe monsefuano


La vida es una caja de Pandora. Es un recinto lleno de sorpresa, de alegrías, tristezas y una amalgama de posibilidades. A ello yo le adiciono una frase sabia: “Quien no vive de algún modo para los demás, tampoco vive para sí mismo”. Por eso, cuando alguien se comunicó conmigo para pedirme un favor, no hesité un solo instante y en mi intrínseco ser, dije, es mi oportunidad. Además no todos los días tenemos el honor de recibir una comunicación de un HEROE NACIONAL…y yo, tuve ese privilegio.

Monsefuano de nacimiento y un orgullo nacional, el comandante Guillermo Bonilla PNP me pidió editar su libro, aquel que revelará los secretos mejor guardados de un grupo de “sabuesos” detectives que tras ocho años de paciente trabajo de inteligencia, coronó con éxito un 12 de setiembre de 1,992, la captura de Abimael Guzmán Reynoso, el indiscutible líder del grupo terrorista que más daño le hizo al Perú y los peruanos.
El mundo entero reconoció el impecable trabajo de los policías peruanos que limitados de material logístico, tuvieron destreza para crear una original estrategia que los llevó a desentrañar a una organización clandestina con equivocada ideología que llenó de terror y violencia el Perú con un saldo nefasto: más de 25 mil muertos, unos 12 mil desaparecidos, 25 millones de dólares en pérdidas materiales y cerca de un millón de peruanos que emigraron principalmente a los alrededores de Lima, huyendo de un manto de sangre y fuego que se desató en sus agrestes poblados de Ayacucho, Puno, Abancay, La Libertad, etc.
El comandante Bonilla acaba de ser portada de la influyente revista “Caretas”, que reconoce su eficaz participación en la captura de Abimael Guzmán. A 20 años de esa proeza que nos devolvió la calma y la tranquilidad debemos reconocer – en vida- a este valiente monsefuano que cuando estuvo al mando de la comisaría de Monsefú hizo un impecable trabajo socio-policial. Y ahora que Monsefú agoniza en una vorágine de violencia y hechos que contradicen sosegados recuerdos, debemos hacer gestiones para recobrar a Guillermo y que nuestro pueblo recupere ese pacifismo y brillo de antaño. Siempre dispuesto a poner el hombro, nuestro héroe me ha confesado una y otra vez que está dispuesto a tomar las riendas de la dependencia policial.
A continuación, algunos párrafos del libro del comandante Bonilla. Es un trabajo que quedará imperecedero, un libro que pronto saldrá al público y que todo peruano y monsefuano deberá tener en sus hogares. No solo para homenajear a nuestro adalid de la justicia, sino también para enterarnos lo que muchos jóvenes –que nacieron después de los años 80 – y otros desentendidos – desconocen lo que hicieron mentes descarriadas. Nos despedimos hasta la próxima, con una frase de Gandhi : “El hombre no posee el poder de crear vida. No posee tampoco, por consiguiente, el derecho de destruirla
( Luis Castro )



“Desde niño y con mayor incidencia cuando estaba en la secundaria me gustaron las series policiales. Eso influyó definitivamente al elegir mi profesión. Descubrir crímenes y atrapar delincuentes formó parte del mundo de mis sueños, de saborear la cereza en el pastel. Apenas terminé mis estudios secundarios fui a Lima- desde mi natal Monsefú- dispuesto a hacer realidad ese viejo anhelo. Y a diferencia de muchos otros colegas que reciben la influencia de su familia al elegir su carrera, yo tuve a la televisión como la gran consejera.¡Y no se equivocó!.
No fue fácil, pero celebro esa feliz coincidencia de haber ingresado a la escuela de oficiales un 8 de julio de 1,983, el mismo día de mi onomástico. Y fui inmensamente feliz aquel 19 de diciembre de 1,986 al recibirme de alférez. Ya tenía la placa de detective de la PIP y esos sueños de niño dejaron de ser utópicos. Me recibí junto a otros doscientos cuarenta y cuatro flamantes oficiales PIP en las especialidades de investigación criminal, inteligencia, criminalística y administración policial. “
“Durante ese día, toda la noche y parte de la madrugada los senderistas llevaron a cabo numerosas acciones terroristas en varios puntos del país, especialmente en Lima. Destruyeron algunas torres de la red eléctrica que provocó apagones en muchos sectores de la capital. Tuvimos que constituirnos a verificar los primeros atentados y conforme iban pasando las horas, los lugares por verificar iban acrecentando.SL provocó una noche de terror y zozobra. Recién, dos días después, terminamos esta larga y agotadora tarea. Fue un gran bautizo aquella última noche de 1,986, sin champagne y panetón , pero sí con muchos abrazos de solidaridad entre los colegas y en lugar del famoso “Feliz Año nuevo”, lo cambiamos por ese grito que nos salió del alma: “Viva el Perú”.

“Uno de esos atentados terroristas, fue contra la fábrica textil NYLON ubicada en la carretera central del distrito de Vitarte. Cerca de las diez de la noche dos destacamentos armados de Sendero Luminoso, premunidos de armas de fuego, explosivos y combustible irrumpieron violentamente en el local. Fue un ataque sincronizado, tomaron como rehenes a todos los trabajadores e inmediatamente procedieron a realizar pintas y destruir parte de las instalaciones y las maquinas de producción.
Los terroristas, antes de darse a la fuga rociaron gasolina y prendieron fuego, logrando su objetivo de sabotear la producción textil. El conocimiento de las instalaciones por parte de los trabajadores permitió que se pusieran a buen recaudo, evitando daños personales y una tragedia de magnitudes. Los bomberos se hicieron cargo de apagar el incendio y la unidad de desactivación de explosivos de la Guardia Republicana recogió algunas bombas que no habían detonado".

"Iniciamos las pesquisas en las destruidas instalaciones y obviamente en sus alrededores con el objetivo de hallar evidencias. Ubicamos varias galoneras vacías que según la versión de un testigo habían sido traídas por los senderistas. Al mirar detenidamente aquellos depósitos pude discernir que todas eran de plástico, de diferentes colores, pero que una de ella había sido fabricada con material de aluminio. En este tipo de investigaciones cualquier mínimo detalle puede resultar una gran evidencia y entonces hice un rápido análisis. “Es probable que el combustible fue comprado cerca de aquí”. Entonces supuse que algún empleado de los grifos de los alrededores podría proporcionar cierta información. Ahí probablemente tendríamos la primera pista y en compañía de dos compañeros de mi promoción cogimos la singular galonera y salimos en busca de confirmar las sospechas”

“.Los miembros del grupo “Delta 3” empezamos a tocar puertas y preguntar por el cerrajero Inti. Premunidos de indumentaria adecuada ingresamos a una zona donde existían precarias viviendas y nos mezclamos con la población. “Tal vez conoce a un hombre que hace puertas y ventanas de fierro. Le dicen Inti y me lo han recomendado porque trabaja bien y tiene cómodos precios”, era el comentario que hacíamos cuando alguna persona salía a nuestro encuentro. Media hora después la búsqueda dio sus frutos y alrededor de las diez de la mañana ya sabíamos la ubicación de su vivienda.
Entonces coordinamos un desplazamiento estratégico y sorprendimos en el interior de su casa al subversivo. Inicialmente intentó negar cualquier vinculación con SL pero con las evidencias recopiladas a través de los testigos y algunos manuscritos que encontramos en su casa admitió su vinculación y participación en el atentado a la fábrica Nylon".

“Inti”, jamás pensó que era vulnerable de ir a prisión. Pero las evidencias lo implicaban directamente y entendió su difícil situación legal. También reconoció que había puesto en riesgo la estabilidad de su familia. Todo esto jugó a nuestro favor para que este subversivo proporcione la información que requeríamos. Sus cómplices, cuatro de ellos, también vivían en ese barrio marginal y al ser identificados decidimos solicitar refuerzos para - con un poco de suerte- aprehenderlos a todos. Y así fue, uno a uno fueron cayendo. Estaban dentro de sus casas haciendo alguna labor doméstica. Para ellos fue una total sorpresa la aparición del enorme brazo de la justicia que había llegado para hacerles morder el polvo de la derrota”.


“Fueron detenciones totalmente limpias, sin un solo disparo. Nadie salió herido y los subversivos aceptaron su participación delante de sus familiares, muchos de los cuales negaban haber conocido alguna vinculación criminal de su pariente. Los interrogatorios a los detenidos tuvieron un significado especial en mi novísima carrera policial. Junto a varios colegas, extenuados pero satisfechos por los resultados, concluimos que la paciencia y el trabajo perceptivo, así como la palabra bien empleada eran sinónimos de triunfo”.