Escribe: Luis A. Castro Gavelán
El honor fue
su divisa. Soñó y se hizo policía. Vistió con orgullo por más de 35 años ese
uniforme que inmortalizó el héroe Mariano Santos. Trece de esos años los pasó
en Monsefú, un territorio extraño que finalmente se convirtió en su pedacito de
cielo. Angel Montenegro Santillán no nació en la “Ciudad de las Flores”, pero
se ganó el respeto y afecto de los monsefuanos. Tal vez las nuevas generaciones
desconocen quién fue este digno policía, pero ahí les va esta crónica que
intenta perennizar el reconocimiento eterno a este personaje de mil
batallas.
En 1971, el entonces alcalde de la ciudad, Miguel A. Bartra condecoró a nuestro personaje, Angel Montenegro.
Angel
Montenegro perteneció a la generación de custodios del orden a quienes había
que cuadrarse con respeto, a tres pasos de distancia. Su presencia significaba
deferencia y consideración. Junto a sus colegas Portocarrero, Santos, Nazario,
dieron la talla y dignificaron a su institución policial. Al mando de ese grupo
estuvo el alférez José Tisoc Lindley, quien llegó a ser director general de la
Policía Nacional del Perú. Ellos controlaron con éxito una incipiente aparición
de malandros y se dieron tiempo para las acciones sociales.
Angel
Montenegro fue un policía diferente. Desde que llegó a Monsefú, en 1966,
cumplió a cabalidad su misión policial y se dio tiempo para protagonizar una
encomiable tarea social. Su trabajo repercutió en el ornato de la ciudad. Formó
comités de apoyo e hizo participar a cientos de monsefuanos consecuentes que,
durante los domingos, a punta de pala, pico y mucha entrega le cambiaron la
cara a decenas de calles del centro urbano; construyeron puentes para los
pobladores de los caseríos Montegrande, Vallehermoso, Huaca Blanca, Cúsupe,
Larán y así ellos tuvieron mejores alternativas para llegar a sus destinos. A
su vez, centros poblados como Jesús Nazareno Cautivo, Pachacútec y otros,
mejoraron su infraestructura.
Angel
Montenegro fue un policía que siempre hizo honor
a su uniforme y a la institución
que representó.
|
El policía
Angel Montenegro le dio valor agregado a las mingas (minka en quechua), esa
tradición precolombina que incentivó el trabajo comunitario y colectivo para
fines sociales. De esa manera se consolidaron actividades voluntarias que
repercutieron en el bienestar de la ciudad y sus caseríos. Tal vez este buen
policía, nacido en el departamento de Amazonas y como buen descendiente de los indomables
Chachapoyas, nunca olvidó la valía de sus ancestros y puso en práctica ese
trabajo social que le permitieron recibir muchos galardones. Varios alcaldes de
esos tiempos lo condecoraron.
Alto, blanco,
fuerte y de estirpe guerrera como sus antepasados, este policía amó Monsefú.
Durante 13 años hizo una loable labor hasta la fecha en que su jubiló, el
primero de noviembre de 1979. Hace algunos días, cuando estaba a punto de
cumplir 98 años, falleció en Chiclayo. Expiró en los brazos de su amada, la dama
monsefuana Blandina Castro Capuñay, con quien tuvo seis hijos.
Una foto del
recuerdo con su amada Blandina Castro, con quien tuvo seis hijos.
|
Cuando niño
admiré su temple y coraje. Uniformado o no, y provisto de una pala, abría
zanjas o empedraba las calles. No solo daba órdenes, también hacía labores similares
a los campesinos que lo acompañaban. Por eso había empatía con él, porque no
rehuía al trabajo forzado. “Las mingas son para los valientes que aman su
tierra”, decía lleno de orgullo. Pensaba como el novelista francés Honoré
Balzac y afirmaba que “Toda felicidad dependía del coraje y el trabajo”.
El legado de Montenegro
Santillán debe ser recordado por los monsefuanos. Tenemos que ser agradecidos
con quienes hacen un aporte significativo. Sus restos yacen ahora en el
cementerio de Monsefú. Vino para dar un ejemplo de vida y se quedó para
siempre, pidió ser sepultado en ese lugarcito que él decía, era su “pedacito de
cielo”. Angel Montenegro Santillán, gracias a nombre de mi pueblo. (LCG)
El honor es su divisa, el Ex-Guardia Civil Angel Montenegro Santillan, premiado y admirado por quien le dijera que era imposible tumbar las fachadas y ensanchar las calles; no solo esto hiciste en base a mingas, sembraste una idea de cambio en base a un amor social y trabajo para el beneficio de todos. Te llevamos en nuestro corazón y tu ejemplo brilla como una luz, aunque mi vista se nuble, tu fuerza y tu pasión por un Perú mejor, esta en la esencia de mi actitud y pensamiento.
ResponderBorrarCuando tenemos padres que dan la talla, para eso están los hijos, para emularlos, seguir con orgullo su legado.
ResponderBorrarEl honor es su divisa es la frase que engalanaba a la revista de la Benemérita guardia civil del Perú. Angel Montenegro Santillan,cada mes nos traía esta revista. Esta frase parecía describirlo a él. Sin embargo había más en él. Carisma, humildad y compasión hacia los demás, en especial a la gente más vulnerable,los pobres, los enfermos y su preocupación por su amado pueblo adoptivo de monsefu, tierra de su esposa y suegro Federico Castro. Ver sus acciones de ayuda al servicio público y tratar de igual a igual a un pobre que a un rico, a un culto que a un inculto, a un peón que a un capataz nos hacía pensar q el cielo también podía estar en la tierra. Gracias por lo que nos enseñaste. Espero q hallamos aprendido parte de tu lección de vida. Espero que hoy descanses en paz en un retazito de cielo. Estas a unos pasos delante de los que te seguiremos.
ResponderBorrarSentidas palabras de orgullo hacia un padre que sin ser monsefuano, hizo mucho y dejó huellas inolvidables.
BorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrar