Los orígenes de la sagrada imagen de Jesús Nazareno
Cautivo siempre han sido un misterio. Según la tradición popular, llegó a
tierras santarroseñas en 1547 y luego trasladada y entronizada en Monsefú.
Y siempre hemos mantenido esa creencia. Para los
fieles católicos, Jesús Nazareno tiene un profundo significado que se
fundamenta en la teología y la tradición de la Iglesia. Su devoción sirve como
un "recordatorio" visual de la presencia de Dios; hay una veneración
a la efigie nazarena que es de respeto y honor.
Con la información que voy a ofrecer, no pretendo
restar ni disminuir la veneración a la imagen nazarena, que estoy seguro, honra
a la persona que ésta representa. Quiero aprovechar para instar a otros
investigadores a seguir profundizando esta hipótesis, tejida y estructurada en
aras de la verdad. La motivación, pues, va por el lado de los datos históricos,
por el rigor científico, que nos permite descartar el año de su aparición,
1547.
Datos históricos
Chiclayo, la capital de Lambayeque, empezó a
evolucionar en 1559. No fue fundada por los españoles, inicialmente era un
villorrio de paso y descanso para los comerciantes españoles y extranjeros que
cubrían una amplia ruta entre Zaña y Lambayeque. En la obra “Los Franciscanos y
la fundación de Chiclayo”, escrita por el padre Luis Arroyo, se sustenta que
Chiclayo se creó en 1599 con la participación de los antiguos señoríos de Cinto
y Collique. Un documento firmado por el Virrey Fernando de Torres el 15 de
septiembre de 1585 revela los inicios del proceso de evangelización en la zona
y el pedido de la autoridad española para “que los caciques de Cinto y Collique
hagan la donación de un sitio para la Iglesia del Monasterio franciscano de
Chiclayo”. Este pedido se confirma el 24 de octubre de 1588 y los franciscanos hacen
la donación a través de los caciques de los pueblos de Cinto y Collique.
En cuanto a Monsefú, que fue parte del cacicazgo de
Cinto, inicialmente se ubicó a inmediaciones del valle de Chuspo o Callanca, alrededor
del cerro “San Bartolo”, pero las lluvias torrenciales de 1609 y terribles
enfermedades como la viruela y brotes de sarampión en 1612, diezmaron a su
población. Aunque algunos autores hacen eco de la epidemia de la Peste Negra,
no hay evidencias que esa enfermedad afectó el norte del Perú en el siglo XVII.
Los sobrevivientes escaparon al territorio que actualmente ocupan. Todo ello
ocurrió durante el gobierno del virrey Juan Mendoza y Luna. Años después se
habría generado la construcción de la iglesia de Monsefú y la aparición en
aguas santarroseñas de la imagen nazarena. Por lo tanto, en 1547, el poblado de
Monsefú no existía en el territorio donde actualmente habitan sus 35,000
habitantes.
Datos religiosos
La afirmación de que la imagen del Cristo Nazareno de
Monsefú fue traída en 1547 plantea interrogantes en términos de credibilidad,
tanto desde el punto de vista histórico como artístico. Si bien es posible que
Monsefú haya comenzado a recibir influencias religiosas en las primeras décadas
de la colonización española, existen ciertos aspectos que hacen que esta fecha
sea difícil de sostener sin un fuerte respaldo documental.
La evangelización en el Perú se dio de manera
paulatina a medida que llegaron las órdenes religiosas. Ocurrió tras el Primer
Concilio Limense, que tuvo como
objetivo principal establecer normas y lineamientos para la evangelización y la
organización de la Iglesia en el territorio recién conquistado. El Concilio fue
convocado por el arzobispo Jerónimo de Loayza, que, entre sus múltiples tareas,
demandó la llegada de imaginería religiosa. Esa orden se dio entre los años 1551
y 1552, y a partir de ese entonces empezaron a llegar los Cristos, vírgenes y
santos para apoyar la tarea de evangelización. En Chiclayo, esta tarea
encomendada por el Concilio Limense tomó fuerza a partir de 1614, año en que
fue establecido el Obispado de Trujillo con los corregimientos de: Trujillo,
Cajamarca, Cliclayo (Chiclayo), Piura y Paita, Saña, Cajamarquilla, Los
Pacllas, Luya y Chillaos, y Jaén de Bracamoros.
En su fase inicial, los esfuerzos religiosos estaban
más concentrados en la construcción de iglesias y en la enseñanza básica de la
fe. Por eso, es
menos probable el envío de una imagen religiosa de gran importancia, como un
Cristo Nazareno, a una localidad como Monsefú que en 1547 no existía en el
lugar donde actualmente está establecido. La evangelización en el Perú estaba
en sus etapas iniciales y se focalizaba en los grandes centros urbanos.
Respecto al artista o artistas que tallaron la imagen
Nazarena consideramos que pudo haber pertenecido a la Escuela de Sevilla,
ciudad donde florecieron importantes talleres de escultura y pintura. Hay ocho razones
que vamos a mencionar:
1. Los artistas sevillanos se caracterizaron por un
estilo naturalista y dramático, que buscaba generar una fuerte emoción en los
fieles. El tallado y su estilo coinciden con el realismo de la época en que
preponderó la escuela sevillana, que definió el estilo de las imágenes
religiosas por más de un siglo.
2. La escultura de la Escuela Sevillana tuvo una
profunda influencia en el arte religioso del Virreinato del Perú. Por el siglo XVII, el Barroco fue el estilo artístico y cultural más
importante de la época, se convirtió en el modelo dominante para la imaginería
en España y América. Alguna vez, el artista italiano Gian Lorenzo Bernini dijo
que “el arte barroco es el ingenio y el diseño mágico a través del cual se
llega a engañar a la vista hasta asombrar”.
3. Sevilla fue un puerto principal para la salida de
imaginería religiosa hacia el Nuevo Mundo, especialmente durante los siglos XVI
y XVII. Tras el
descubrimiento de América en 1492, Sevilla tomó protagonismo y se convirtió en
el puerto exclusivo para el comercio con las colonias. La Casa de la
Contratación, que regulaba el monopolio comercial con las Indias, estaba en
Sevilla. La ciudad fue el punto de partida obligado para las flotas españolas
y, por ende, el centro desde donde se exportaban todo tipo de mercancías,
incluyendo las obras de arte religioso.
4. El rostro del Cristo Nazareno y la forma de su
escultura coinciden con las imágenes elaboradas en España y que tienen una gran
devoción: Jesús del Gran Poder de Sevilla (1620). Cristo de la Buena Muerte
(1620). Y muy especialmente el Cristo de Medinaceli de Madrid, que fue tallado
en Sevilla a principios del siglo XVII y llevado a Madrid en 1682. Su parecido
con el Nazareno Cautivo de Monsefú es muy especial e incluso los religiosos con
quienes dialogué en Sevilla y la Basílica de Jesús de Medinaceli, lo
confirmaron. Aunque no está verificado el autor de este tallado, la imagen se
realizó por encargo de la comunidad de los Padres Capuchinos de Sevilla y por
su iconografía esta efigie corresponde a los Cristos llamados "de la
Sentencia". Hay similitudes entre el Cristo de Medinaceli y el Cautivo de
Monsefú, sus rasgos están trabajados para generar emociones profundas, exhibiendo
al Cristo con un rostro que refleja dolor y compasión, características comunes
en las representaciones del Nazareno.
5. Las imágenes con un estilo Barroco, como el Cristo
Nazareno, tienen características especiales, poseen expresiones de sufrimiento
y dramatismo que comenzaron a popularizarse a partir del siglo XVII. Adicionalmente,
por esos años el tráfico de esculturas religiosas desde Europa hacia América recién
estaba en desarrollado, principalmente desde el puerto de Sevilla.
6. Las efigies de tamaño natural, con dramática
representación del sufrimiento de Cristo y un gran realismo en sus expresiones
faciales corresponden al Barroco español de la escuela de Sevilla. Y uno de sus
escultores más representativos es Juan de Mesa y Velasco (1583-1627), al lado
de sus discípulos como Francisco de Ocampo o Luis de la Peña. Incluso hay
quienes tienen fuertes argumentos para sostener que Juan de Mesa sería el autor
de la imagen nazarena más venerada de España, el Cristo de Medinaceli de Madrid.
Existen obras célebres de Juan de Mesa
que muestran ese dramatismo y emotividad que tienen las efigies nazarenas. Por
ejemplo, Jesús del Gran Poder (1620), el Cristo de la Buena Muerte (1620), el
Cristo de la Misericordia (1623), el Cristo de la Conversión del Buen Ladrón,
el Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla, entre otras.
7. Don Juan de Mesa tuvo contactos con los
Franciscanos y los Jesuitas que evangelizaron en el Perú. Incluso hay imágenes como
el Cristo de la Buena Muerte (1622), en la iglesia de San Pedro y San Pablo de
Lima, y el Cristo de
la iglesia del convento de Santa Catalina de Siena en Lima (1626). Nuestra hipótesis es que don Juan de Mesa elaboró
la imagen de Jesús Nazareno en los últimos años de su existencia; o en todo
caso, sus discípulos culminaron el tallado.
8. Don Juan de Mesa tuvo un apego y devoción por Jesús
Nazareno. Esta evidencia histórica está corroborada. Don Juan pertenecía a la
cofradía de Jesús Nazareno, también conocida como el Silencio, que fue fundada
en 1340 en la iglesia de San Antonio Abad. Es una de las cofradías más antiguas
de Sevilla y la efigie, que abraza una cruz, es atribuida a Francisco de Ocampo
(alrededor de 1609).
Otras representaciones nazarenas se veneran en muchos
países del mundo. Por ejemplo, España, Italia, Portugal, Francia, Canadá,
Países Bajos y Austria. También, Filipinas, México, Ecuador, Venezuela, Chile,
Guatemala, etc.
Este es el resumen sucinto de nuestra investigación.
Obran en nuestro poder fotos, documentos, testimonios y entrevistas, así como
bosquejos de las imágenes hechas por escultores y artistas de esas épocas. Todo
este material puede dar origen a la publicación de un libro sobre los orígenes
del Cristo Nazareno Cautivo de Monsefú. Mi investigación data desde el año
2013, recorriendo ciudades españolas como Salamanca, Sevilla, Toledo y Madrid. Ubico
la llegada de nuestra imagen nazarena entre los años de 1628 a 1680, tiempo en
que Juan de Mesa y sus discípulos consolidaron ese realismo casi tenebrista,
con heridas y un sufrimiento visible que permitía a los fieles conectarse
profundamente con la religiosidad barroca de la época. (Luis A. Castro Gavelán)
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