martes, 19 de agosto de 2025

Los orígenes de nuestra imagen Nazarena

 



Los orígenes de la sagrada imagen de Jesús Nazareno Cautivo siempre han sido un misterio. Según la tradición popular, llegó a tierras santarroseñas en 1547 y luego trasladada y entronizada en Monsefú.  

Y siempre hemos mantenido esa creencia. Para los fieles católicos, Jesús Nazareno tiene un profundo significado que se fundamenta en la teología y la tradición de la Iglesia. Su devoción sirve como un "recordatorio" visual de la presencia de Dios; hay una veneración a la efigie nazarena que es de respeto y honor.

Con la información que voy a ofrecer, no pretendo restar ni disminuir la veneración a la imagen nazarena, que estoy seguro, honra a la persona que ésta representa. Quiero aprovechar para instar a otros investigadores a seguir profundizando esta hipótesis, tejida y estructurada en aras de la verdad. La motivación, pues, va por el lado de los datos históricos, por el rigor científico, que nos permite descartar el año de su aparición, 1547.

Datos históricos

Chiclayo, la capital de Lambayeque, empezó a evolucionar en 1559. No fue fundada por los españoles, inicialmente era un villorrio de paso y descanso para los comerciantes españoles y extranjeros que cubrían una amplia ruta entre Zaña y Lambayeque. En la obra “Los Franciscanos y la fundación de Chiclayo”, escrita por el padre Luis Arroyo, se sustenta que Chiclayo se creó en 1599 con la participación de los antiguos señoríos de Cinto y Collique. Un documento firmado por el Virrey Fernando de Torres el 15 de septiembre de 1585 revela los inicios del proceso de evangelización en la zona y el pedido de la autoridad española para “que los caciques de Cinto y Collique hagan la donación de un sitio para la Iglesia del Monasterio franciscano de Chiclayo”. Este pedido se confirma el 24 de octubre de 1588 y los franciscanos hacen la donación a través de los caciques de los pueblos de Cinto y Collique.

En cuanto a Monsefú, que fue parte del cacicazgo de Cinto, inicialmente se ubicó a inmediaciones del valle de Chuspo o Callanca, alrededor del cerro “San Bartolo”, pero las lluvias torrenciales de 1609 y terribles enfermedades como la viruela y brotes de sarampión en 1612, diezmaron a su población. Aunque algunos autores hacen eco de la epidemia de la Peste Negra, no hay evidencias que esa enfermedad afectó el norte del Perú en el siglo XVII. Los sobrevivientes escaparon al territorio que actualmente ocupan. Todo ello ocurrió durante el gobierno del virrey Juan Mendoza y Luna. Años después se habría generado la construcción de la iglesia de Monsefú y la aparición en aguas santarroseñas de la imagen nazarena. Por lo tanto, en 1547, el poblado de Monsefú no existía en el territorio donde actualmente habitan sus 35,000 habitantes.

Datos religiosos

La afirmación de que la imagen del Cristo Nazareno de Monsefú fue traída en 1547 plantea interrogantes en términos de credibilidad, tanto desde el punto de vista histórico como artístico. Si bien es posible que Monsefú haya comenzado a recibir influencias religiosas en las primeras décadas de la colonización española, existen ciertos aspectos que hacen que esta fecha sea difícil de sostener sin un fuerte respaldo documental.

La evangelización en el Perú se dio de manera paulatina a medida que llegaron las órdenes religiosas. Ocurrió tras el Primer Concilio Limense, que tuvo como objetivo principal establecer normas y lineamientos para la evangelización y la organización de la Iglesia en el territorio recién conquistado. El Concilio fue convocado por el arzobispo Jerónimo de Loayza, que, entre sus múltiples tareas, demandó la llegada de imaginería religiosa. Esa orden se dio entre los años 1551 y 1552, y a partir de ese entonces empezaron a llegar los Cristos, vírgenes y santos para apoyar la tarea de evangelización. En Chiclayo, esta tarea encomendada por el Concilio Limense tomó fuerza a partir de 1614, año en que fue establecido el Obispado de Trujillo con los corregimientos de: Trujillo, Cajamarca, Cliclayo (Chiclayo), Piura y Paita, Saña, Cajamarquilla, Los Pacllas, Luya y Chillaos, y Jaén de Bracamoros.

En su fase inicial, los esfuerzos religiosos estaban más concentrados en la construcción de iglesias y en la enseñanza básica de la fe. Por eso, es menos probable el envío de una imagen religiosa de gran importancia, como un Cristo Nazareno, a una localidad como Monsefú que en 1547 no existía en el lugar donde actualmente está establecido. La evangelización en el Perú estaba en sus etapas iniciales y se focalizaba en los grandes centros urbanos.

Respecto al artista o artistas que tallaron la imagen Nazarena consideramos que pudo haber pertenecido a la Escuela de Sevilla, ciudad donde florecieron importantes talleres de escultura y pintura. Hay ocho razones que vamos a mencionar:

1. Los artistas sevillanos se caracterizaron por un estilo naturalista y dramático, que buscaba generar una fuerte emoción en los fieles. El tallado y su estilo coinciden con el realismo de la época en que preponderó la escuela sevillana, que definió el estilo de las imágenes religiosas por más de un siglo.

2. La escultura de la Escuela Sevillana tuvo una profunda influencia en el arte religioso del Virreinato del Perú. Por el siglo XVII, el Barroco fue el estilo artístico y cultural más importante de la época, se convirtió en el modelo dominante para la imaginería en España y América. Alguna vez, el artista italiano Gian Lorenzo Bernini dijo que “el arte barroco es el ingenio y el diseño mágico a través del cual se llega a engañar a la vista hasta asombrar”.

3. Sevilla fue un puerto principal para la salida de imaginería religiosa hacia el Nuevo Mundo, especialmente durante los siglos XVI y XVII. Tras el descubrimiento de América en 1492, Sevilla tomó protagonismo y se convirtió en el puerto exclusivo para el comercio con las colonias. La Casa de la Contratación, que regulaba el monopolio comercial con las Indias, estaba en Sevilla. La ciudad fue el punto de partida obligado para las flotas españolas y, por ende, el centro desde donde se exportaban todo tipo de mercancías, incluyendo las obras de arte religioso.

4. El rostro del Cristo Nazareno y la forma de su escultura coinciden con las imágenes elaboradas en España y que tienen una gran devoción: Jesús del Gran Poder de Sevilla (1620). Cristo de la Buena Muerte (1620). Y muy especialmente el Cristo de Medinaceli de Madrid, que fue tallado en Sevilla a principios del siglo XVII y llevado a Madrid en 1682. Su parecido con el Nazareno Cautivo de Monsefú es muy especial e incluso los religiosos con quienes dialogué en Sevilla y la Basílica de Jesús de Medinaceli, lo confirmaron. Aunque no está verificado el autor de este tallado, la imagen se realizó por encargo de la comunidad de los Padres Capuchinos de Sevilla y por su iconografía esta efigie corresponde a los Cristos llamados "de la Sentencia". Hay similitudes entre el Cristo de Medinaceli y el Cautivo de Monsefú, sus rasgos están trabajados para generar emociones profundas, exhibiendo al Cristo con un rostro que refleja dolor y compasión, características comunes en las representaciones del Nazareno.

5. Las imágenes con un estilo Barroco, como el Cristo Nazareno, tienen características especiales, poseen expresiones de sufrimiento y dramatismo que comenzaron a popularizarse a partir del siglo XVII. Adicionalmente, por esos años el tráfico de esculturas religiosas desde Europa hacia América recién estaba en desarrollado, principalmente desde el puerto de Sevilla.

6. Las efigies de tamaño natural, con dramática representación del sufrimiento de Cristo y un gran realismo en sus expresiones faciales corresponden al Barroco español de la escuela de Sevilla. Y uno de sus escultores más representativos es Juan de Mesa y Velasco (1583-1627), al lado de sus discípulos como Francisco de Ocampo o Luis de la Peña. Incluso hay quienes tienen fuertes argumentos para sostener que Juan de Mesa sería el autor de la imagen nazarena más venerada de España, el Cristo de Medinaceli de Madrid.  Existen obras célebres de Juan de Mesa que muestran ese dramatismo y emotividad que tienen las efigies nazarenas. Por ejemplo, Jesús del Gran Poder (1620), el Cristo de la Buena Muerte (1620), el Cristo de la Misericordia (1623), el Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, el Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla, entre otras.

7. Don Juan de Mesa tuvo contactos con los Franciscanos y los Jesuitas que evangelizaron en el Perú. Incluso hay imágenes como el Cristo de la Buena Muerte (1622), en la iglesia de San Pedro y San Pablo de Lima, y el Cristo de la iglesia del convento de Santa Catalina de Siena en Lima (1626).  Nuestra hipótesis es que don Juan de Mesa elaboró la imagen de Jesús Nazareno en los últimos años de su existencia; o en todo caso, sus discípulos culminaron el tallado.

8. Don Juan de Mesa tuvo un apego y devoción por Jesús Nazareno. Esta evidencia histórica está corroborada. Don Juan pertenecía a la cofradía de Jesús Nazareno, también conocida como el Silencio, que fue fundada en 1340 en la iglesia de San Antonio Abad. Es una de las cofradías más antiguas de Sevilla y la efigie, que abraza una cruz, es atribuida a Francisco de Ocampo (alrededor de 1609).

Otras representaciones nazarenas se veneran en muchos países del mundo. Por ejemplo, España, Italia, Portugal, Francia, Canadá, Países Bajos y Austria. También, Filipinas, México, Ecuador, Venezuela, Chile, Guatemala, etc.

Este es el resumen sucinto de nuestra investigación. Obran en nuestro poder fotos, documentos, testimonios y entrevistas, así como bosquejos de las imágenes hechas por escultores y artistas de esas épocas. Todo este material puede dar origen a la publicación de un libro sobre los orígenes del Cristo Nazareno Cautivo de Monsefú. Mi investigación data desde el año 2013, recorriendo ciudades españolas como Salamanca, Sevilla, Toledo y Madrid. Ubico la llegada de nuestra imagen nazarena entre los años de 1628 a 1680, tiempo en que Juan de Mesa y sus discípulos consolidaron ese realismo casi tenebrista, con heridas y un sufrimiento visible que permitía a los fieles conectarse profundamente con la religiosidad barroca de la época. (Luis A. Castro Gavelán)





 

 

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