miércoles, 22 de julio de 2020

Los Boy Scouts de Monsefú…”siempre listos”


Escribe:
Luis A. Castro Gavelán

La mayoría anda por base cinco, muchos ya superaron el medio siglo de vida. Esos jóvenes eternos de espíritu llevaban por frase “Siempre listos” y pertenecían a una agrupación internacional que en Monsefú dirigió el hermano cristiano Diego Gloss. Los Boy Scouts rotularon la vida de muchos monsefuanos.

Eran los años 70, los hermanos cristianos marcaban la pauta en la vida de los jóvenes de esos tiempos que participaban de los grupos de oración.  Además, unos practicaban karate con el hermano Eduardo. Otros disfrutaban jugando al baloncesto con Javier Sullivan y la tía Colomba Vasallo. Y un grupo mayoritario estaba inmerso en algún deporte, pero también integraba aquella organización que nació en Irving, Texas, fundada por William Boyce y Ernest Thompson.

Todos los sábados nos reuníamos en el colegio San Carlos o en la casa de Los Hermanos Cristianos. Era un ambiente de jolgorio y camaradería, cantábamos y desarrollábamos actividades al aire libre aprendiendo a sobrevivir en circunstancias adversas. Los jóvenes, el futuro de Monsefú, anhelábamos vivir en un mundo responsable, desarrollar aptitudes propias de los “chicos exploradores”, con honestidad y civismo. Por algo habíamos hecho el juramento “Por mi honor, yo haré todo lo posible para cumplir con mi deber hacia Dios y mi país; obedecer la Ley Scout para ayudar a los demás en todo momento; para mantenerme físicamente fuerte, mentalmente despierto y moralmente recto”.

Con una pañoleta característica, amarilla y marrón; pantalón jean y una camisa beige, los Boy Scouts estuvieron a la altura de las circunstancias. Éramos niños, jóvenes y adultos sin maledicencias ni apatías; al contrario, éramos personas que irrumpíamos reclamando un papel en el presente y seguros de erigirnos en promesas del futuro.

Muchos de los integrantes de la Tropa Scout Nro. 198 tenían innatas cualidades. Solo buscaban las oportunidades necesarias para potenciar esas capacidades y habilidades. Como decía el empresario John Rockefeller, “lo importante para un joven es establecer su carácter, una reputación y un crédito”.

Durante la celebración de la primera FEXTICUM, en 1973, los Boy Scouts estuvieron presentes en dos actividades, tal como recordó el hermano Diego Gloss, quien actualmente labora en un colegio de Lima y disfruta de sus 80 años “Nos pidieron cuidar las joyas y ornamentos del Señor del Cautivo que se exhibían para los turistas, y por otro lado, nos encargamos junto a la policía, de controlar el tráfico de carros que entraba y salía de la ciudad”, recuerda el siempre ponderado Diego. Los Boy Scouts también tuvieron activa participación en muchas actividades en beneficio de la ciudad, entre ellas la pavimentación de calles como Mariscal Castilla, 7 de Junio, 28 de Julio, María Izaga; la limpieza de las calles y el parque de la ciudad,etc.
Una labor a favor del pueblo. Podemos ver a los integrantes de la Tropa Scout 198 en acción

Sus orígenes. -  En 1972, un grupo de jóvenes Boy Scouts de Chiclayo llegó a Monsefú para desfilar. “Nos impresionó su gallardía, su nobleza y compromiso”, refiere Walter Salazar, hoy médico veterinario, quien estaba al lado de su “collera”, entre ellos Pablo “colambo” Custodio, Marco Chafloque, Gustavo Casas, Matías Montalván, Miguel Llontop, Francisco Uceda, César Incio, Lucio Reyes, Tomás Farro, Jorge Llontop, el popular “guineo”, Carlos Senmache “pirulo”, entre otros. En ese mismo momento se acercaron a los “chicos exploradores” y preguntaron por los requisitos para formar un grupo en Monsefú.
“Nosotros recién habíamos terminado la secundaria y queríamos invertir nuestro tiempo en algo importante”, dice Walter Salazar, quien recuerda su inicial decepción, al recibir la noticia que por la edad que representaban, no podían ser Boy Scouts.

Pero luego recuperaron el dinamismo al escuchar que podían formar el Clan Rovers, destinado a jóvenes entre los 17 y 21 años. “Yo conocía a todos ellos porque practicábamos baloncesto y me pidieron apoyarlos en esta iniciativa. Acepté sin inconvenientes porque los conocía mucho y no me equivoqué, hasta ahora tengo comunicación con ellos”, refirió el hermano Diego Gloss, quien fue el primer director. Carlos Ballena fue nominado jefe de clan y Walter Salazar García se erigió como el subjefe.

Asignada la primera directiva del Clan Rover se dio inicio a la búsqueda de un nombre. A muchos les gustó “Los Camarones” y cuando fue planteada la propuesta al hermano Diego, se opuso porque él ya dominaba bien el español y se había enterado que “camarón” le decían a la persona que ingresaba a las fiestas sin invitación. Entre risas, los Rovers aceptaron el cambio y se bautizaron como “The shrimp”. Era el mismo apelativo, pero más estilizado, traducido al inglés.
Hermanos Diego Gloss y Javier Sullivan en foto reciente

Meses después se formaron los Boy Scouts para adolescentes entre 11 y 17 años, y posteriormente las “chicas guías” y los Lobatos, los niños de 7 a 11 años (fueron dirigidos por Orfelinda Sierra y la querida tía Colomba Vasallo). “Para mí fue algo muy lindo, siento que hice algo diferente, aprendimos a hacer fogatas, perfeccionar nuestro carácter, conocer técnicas de sobrevivencia, compartir con mis amigos”, rememora Jorge Chafloque Vasallo, el popular “Cucho”, radicado en Argentina.

A muchos les gustó “Los Camarones” y cuando fue planteada la propuesta al hermano Diego, se opuso porque él ya dominaba bien el español y se había enterado que “camarón” le decían a la persona que ingresaba a las fiestas sin invitación. 

Los cachorros, Los toros, Los lobos, Los tigres, Los panteras, fueron algunas de las patrullas (grupos de 5 a 8 personas) que se formaron con jóvenes impetuosos que aprendimos técnicas del escultismo, aprendimos a valorar la vida, participar de campamentos, hacer cabañas, amar la naturaleza, realizar tareas del hogar y participar voluntariamente en actividades solidarias a favor de las personas necesitadas.
Uno de los scouts entrevistados recordó un campamento realizado en Pomalca, donde había mucha caña de azúcar. Muchos integrantes de las patrullas se apoderaron de decenas de esos dulces bambús, y por la noche, comieron tanto que, más de una veintena de “chicos exploradores”, terminó con dolor de quijada. Habían mordido y masticado demasiada caña que terminaron con las mandíbulas duras, con mucha dificultad para accionarlas.
"Cucho" Chafloque y Walter Salazar

El destino de los Boy Scouts estuvo marcado por la aparición de la dictadura del General Juan Velasco, reacio a convivir con algo o alguien de procedencia norteamericana. Su régimen político le bajó el dedo a esta organización nacida en Estados Unidos, tan igual como ocurrió con los primeros “chicos exploradores” que tuvo Monsefú.

Los Boy Scouts del hermano Diego Gloss fueron la versión moderna. Esta agrupación ya había existido por iniciativa de mi abuelo Federico Castro, allá por los años de 1925. Los estudiantes del quinto de primaria de la escuela “Sabogal” fueron los primeros integrantes, como podemos confirmar con una gráfica muy antigua.  Esta brigada dejó de existir durante la junta militar de gobierno del general Manuel Odría.
En 1925 se fundó la primera organización scout. La mayoría era procedente de la escuela "Sabogal"
Hay una frase que el hermano cristiano Diego Gloss dijo y encierra aquellos añorados días de los Boy Scouts “Aprendimos a valorar a la gente, aprendimos que se puede progresar cuando trabajamos mano a mano” (LCG).

sábado, 11 de julio de 2020

“13 brasas” y la gastronomía de Monsefú




Escribe:
Luis A. Castro Gavelán.
Que el Padre creador fue por demás benevolente con Monsefú y nos regaló una variada gastronomía, eso nadie lo duda. Y para complementar esa generosidad también nos regaló tierras fértiles para cosechar frutas, verduras y legumbres; así como hombres y mujeres que jamás se morirán de hambre porque tienen manos diestras para elaborar exquisitos platos culinarios. Qué esplendidez la del divino hacedor.

El empujoncito que necesitaba nuestra gastronomía lo dio la Fexticum, con la sabia iniciativa de los fundadores, los directores de los centros educativos que exhibieron nuestros platos bandera. Esto ocurrió en julio de 1973, hace aproximadamente unos 47 años. A partir de ahí empezaron a surgir decenas de restaurantes no solo en el centro de la ciudad, sino también los caseríos. La gastronomía pasó a ser una fuente de ingresos económicos para los monsefuanos.

Este comentario lo hago como preludio a las expresiones que deseo ofrecer sobre el restaurante “13 brasas”, ubicado en Madrid, España, de propiedad de un monsefuano, que empieza a forjar su destino bajo los mejores auspicios. En apenas 15 días el restaurante de mi hermano Rubén Castro está consolidando sus objetivos. Los comentarios sobre la comida y la atención son favorables. ¿Entonces, Rubén está teniendo buena suerte?

Es posible, pero aquí hay otros ingredientes que deseo compartir con todos mis hermanos monsefuanos, especialmente quienes están vinculados al rubro de la gastronomía. La tenacidad y el espíritu de lucha debe ser constantes. Además, Rubén no estuvo solo, contó con el respaldo de toda la familia, gozó de las oraciones y buenas intenciones de los miles de paisanos monsefuanos, y de muchos amigos. Mi página de Facebook es testigo de excepción de indulgentes comentarios y afables vibras. Muchos asimilaron el proyecto como suyo. Incluso fueron de las palabras a los hechos, como César Flores de radio “La Norteña”, que grabó un comercial y hasta ahora lo propala por su radioemisora.


Por otro lado, hay algo esencial, digno de ser destacado. Cocineros peruanos y españoles no cicatearon sus consejos. Fueron indulgentes para compartir sus experiencias, sus recetas para elaborar el pollo a la brasa, el lomo saltado, ají de gallina, los ceviches y tantas delicias que tiene la cocina peruana. Este hecho tiene para mí el objetivo primordial de esta crónica. Al carajo los celos y envidias. Lo que está pasando con “13 brasas” ratifica aquello que ya ha consolidado Gastón Acurio: las ambiciones y codicias no tienen lugar cuando pretendemos triunfar.
El exitoso Gastón Acurio organizó una agrupación de chefs que redundó en Mistura, la feria gastronómica de fama mundial que aún no toca techo.  Entonces mi pregunta se cae de madura: ¿Por qué los propietarios de restaurantes y picanterías de Monsefú no estructuran una asociación para trabajar de forma mancomunada, sin recelos ni golpes bajos?


 Si los propietarios de negocios gastronómicos se unen, Monsefú podría consolidarse en un emporio de las comidas típicas del norte del país y todos saldrían ganando. El turista vendría directamente a Monsefú y el beneficio redundaría en todos los aspectos: económico, laboral, social, familiar. Nuestro distrito también saldría ganando porque estoy seguro que los empresarios y expositores del arte culinario monsefuano ayudarían a implantar mayor seguridad en las calles, mejorarían el ornato de la ciudad, etc.

Cuando pregunté a mi hermano Rubén el buen comienzo de “13 brasas”, no dudó en confirmar que la limpieza y excelente presencia del local es importante. Luego combinar la buena elaboración del plato con una prolija decoración al momento de entregarlo al cliente. A continuación, el servicio tiene que ser de calidad, con meseros respetuosos y atentos.

Rubén también corroboró el fuerte impulso que le dieron los comentarios de los paisanos. “Es increíble, estoy muy agradecido con mi familia pequeña (los Castro Gavelán) y mi familia grande (los miles de monsefuanos que se identificaron con su proyecto). Me sentí privilegiado por tantas bendiciones y buenos deseos. Estoy eternamente agradecido con mi gente, amo a mi Monsefú”. Rubén se siente identificado con lo expresado por la norteamericana Margaret Carty “lo más hermoso del trabajo en equipo es que siempre tienes a otros de tu lado”.

Monsefú tiene una gastronomía que cautiva. “13 brasas” ha tomado ventaja de esa fama. Los potajes como la carne seca, arroz con pato, los ceviches. O tal vez unos chicharrones de chancho con sus camotes fritos y ese pan especial que solo Monsefú lo saben hacer. Guarde estómago, porque también hay pepián de pavo, arroz con pato, panquitas de lifes, espesado, tortilla de raya, parihuela de mero…etc. tantos platos deliciosos que los turistas terminan extasiados.

Nuestra propuesta está sobre la mesa, esperando que la acojan nuestros empresarios gastronómicos. La unión hace la fuerza. Juntos somos más porque trabajar en equipo nos aproxima hacia una visión común. Me despido con una frase de la poetisa Jasleen Kaur Gumber, de India. “Este mundo no es un campo de batalla. Algún día te darás cuenta de cómo tu éxito depende de un montón de otras personas y ese día serás más sabio. Tú sabrás que todos estamos conectados. O lo hacemos todos o ninguno de nosotros lo hace” (LCG).