miércoles, 16 de marzo de 2022

“LA BOTICA ESTÁ ABIERTA y don FELIPE…”

 


( En homenaje a los cien años de la farmacia "Auxiliadora” )
“La botica está abierta y don Felipe está en la puerta”, es la coloquial y jocosa frase que miles de monsefuanos e incluso lambayecanos expresamos – como una forma de alertar- a algún hombre que de manera descuidada caminaba con la bragueta abierta.
Desde niños aprendimos esta frase, incluso la decíamos en coro, cuando algún compañero de estudios salía a la pizarra y mostraba una abertura de su pantalón y la cremallera abajo, mientras la profesora sonreía un tanto ruborizada.
Pero poco saben que esta frase nació hace muchos años, en 1930, durante una fiesta campestre, de esas que celebraba la alta sociedad monsefuana. Sucedió en la quinta “Capuñay”, en una fiesta con arpa al son del maestro Barrios de Ciudad Eten, en homenaje al extinto doctor Miguel Custodio Pisfil. Entonces alguien evidenció que don Felipe Flores, el propietario de la farmacia “Auxiliadora”, se arrimó a un árbol y cuando retornó, tenía la bragueta abierta. De inmediato, uno de sus amigos lo alertó haciendo señas con los ojos y adicionando la singular frase “la botica está abierta”. Don Felipe sonrió y dijo que su negocio estaba cerrado; pero un nuevo movimiento de ojos terminó por convencerlo, que no se referían a su farmacia, sino a la bragueta del pantalón. Dejó de bailar el vals, pidió disculpas a la dama, se dio media vuelta y solucionó el inconveniente.
Fue un caso anecdótico que quedó perennizado, como también está en la mente de los monsefuanos los logros del extinto Felipe Flores, nacido en 1894 y que el próximo 26 de mayo estaría cumpliendo 128 años. Este curioso hecho que hacemos referencia tiene el propósito, además, de rendir homenaje al personaje que, graduado como farmacéutico en las aulas de la universidad San Marcos, regresó victorioso a su tierra y creó empresa, puso la primera farmacia en Monsefú, la que llamó “Auxiliadora” y que por estos días cumpliría un siglo de vida, 100 años.
Tras el fallecimiento de don Felipe, sus hijas Judith (93) y Martha (87) continuaron con el negocio, pero la edad avanzada de ellas ha impedido que “Auxiliadora” siga con las puertas abiertas al público, en la esquina de 28 de Julio y Mariscal Sucre.
A don Felipe Flores siempre se le recordará por sus dotes de diplomático, de persona introvertida pero centrada en sus objetivos y afanes. Fue tres veces Juez de Paz (por aquellos tiempos era nominada autoridad aquella persona que, sin ser abogado, reunía ciertas condiciones y se le llamaba “notable”). Impartió orden y ley, acompañado de su leal secretario, don Carlos J. Llontop.
Por igual, como profesional de la salud, fueron muy acertados sus preparados químicos que elaboraba de acuerdo al diagnóstico de sus ocasionales clientes. Mucha gente acudía a la farmacia “Auxiliadora” para hablar con don Felipe y explicarle sus dolores. “Las personas le tenían mucha confianza, hasta evitaban ir al doctor e iban directamente a pedirle consejos de salud”, recuerda Walter Llontop Relúz, quien conoció de cerca a nuestro personaje.
Era la época de los escasos doctores; de fármacos inolvidables como el “Penetro” para la gripe, del éter, de la trementina, el mentol chino, alcanfor, el alumbre; pero don Felipe iba más allá, favorecido por sus conocimientos químicos. Por eso la gente lo quería, porque era “certero” en sus apreciaciones para las inflamaciones, cólicos, calenturas, irritaciones a la piel, etc.
La farmacia “Auxiliadora” permanece cerrada, pero la inmortal frase sigue vigente, por lo tanto, la “botica está abierta y don Felipe está en la puerta” va a perdurar. Muchos amigos reconocen su uso frecuente cada vez que algún descuidado pretende airear su miembro viril. Gabriel García Márquez decía: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla.” (Luis Castro G.)