Escribe:
Luis Castro Gavelán
Para confirmar la grave crisis política que vivimos,
el Perú elegirá el 6 de junio al quinto presidente en menos de cinco años. Así
como lo leen. Pedro Pablo Kuczynski, el esperpento de Vizcarra, Manuel Merino,
Francisco Sagasti y la persona que salga elegida. Pero el radicalismo del
candidato Pedro Castillo nos direcciona a una horrenda pesadilla que ya viven
Venezuela, Cuba y Nicaragua. ¿Entonces, qué hacer? ¿Vale la pena apostar por la
menos mala, Keiko Fujimori? Nunca emití una opinión para incidir en mis
lectores, pero no tengo otra opción, el Perú está en un grave peligro y es
importante para los ciudadanos libres proteger la libertad de los demás.
Los resultados poco transparentes con dos candidatos -Castillo y
Fujimori-que son sumamente peligrosos para la estabilidad y la endeble
democracia peruana, asociados a un petrificado Francisco Sagasti y su gobierno
de transición; una indetenible ola de contagios, muerte y crisis económica, avizoran
para el Perú días aciagos, una mezcla explosiva, una tormenta perfecta.
Jamás el común de los peruanos ni la más consabida pitonisa
pronosticaron estos resultados que nos ha puesto -como país- contra las
cuerdas. Será la competencia de los menos confiables, gracias a la ausencia de
un 30 % de los electores, la deleznable labor de los organismos electorales y
el nefasto accionar de la mayoría de la prensa peruana que cambió prebendas e
intereses empresariales por confusión y información manipulada. Es decir,
rindieron culto a Maquiavelo y su frase inmoral “El fin justifica los medios”.
Un viejo refrán refiere que Dios perdona el pecado, pero no el escándalo
y la prensa peruana “al servicio del gobernante de turno” ha dejado de lado su
prestigio y reputación para poner a disposición su línea editorial y recibir a
cambio publicidad estatal. Esa prensa que monopoliza medios de comunicación
escrita, radial y televisiva alaba los fantasmagóricos “logros” del gobierno,
silenciando la espiral de violencia, los miles de contagiados, la escasez de
camas UCI, la falta de vacunas contra la Covid-19 y el drama generalizado de
miles de peruanos que lloran sus muertos y agudizan su crisis económica.
Y el resultado es doloroso, vamos a tener que elegir ad portas del
bicentenario de nuestra independencia nacional, al menos malo, al menos
impopular, a esa persona que con su discurso electoral garantice la continuidad
de la democracia y tenga mejores recetas para enfrentar una recesión económica que
ya toca puertas de los 33 millones de peruanos. La segunda vuelta del 6 de
junio hará más profunda la fragmentación de la política peruana, será una lucha
de clases, como lo ha dicho abiertamente el candidato Pedro Castillo "Esta
es una competencia entre los ricos y los pobres, la lucha entre el patrón y el
peón, entre el amo y el esclavo". Son expresiones propias de un
izquierdista radicalizado que no esconde sus deseos políticos, estatizar todo,
al más puro estilo de los dictadorzuelos que gobiernan Nicaragua, Cuba,
Venezuela, con las funestas consecuencias que el planeta conoce. Pedro Castillo y el dirigente de Movadef Tito Rojas
(de acuerdo a documentos de la Dircote)
Pero la Sra. Fujimori tampoco ofrece garantías con sus antecedentes
conocidos, con sesgos de corrupción y a punto de ser sentenciada. Sin embargo,
como refiere nuestro laureado escritor Mario Vargas Llosa, Keiko “representa el
mal menor”.
Castillo y la Sra. Fujimori son la antípoda de la política nacional. Él
es un extremista radical, estatista, que suele victimizarse para conseguir sus
propósitos, sin norte para enfrentar la pandemia del Covid-19 y con un altísimo
riesgo de implantar una dictadura neocomunista direccionada por La Habana y
Caracas. No esconde sus preferencias y simpatías con Maduro, Rafael Correa y
Evo Morales, tres caudillos de baja estopa. Y ella, la Fujimori, simpatiza con
el capitalismo de libre mercado, es políticamente republicana y defiende la
democracia liberal. Fue acusada de lavado de dinero, recibimiento de sobornos y
pesa sobre ella la herencia moral que mantiene en prisión a su padre, el
expresidente Alberto Fujimori.
El escenario político ya está planteado, los 17’061,614 electores que
participaron, decidieron a los dos finalistas. Hubo ausentismo que determinó
ese resultado. 7’240,073 no emitieron su voto. Esgrimo una hipótesis, hubo una
“mano negra” que diseñó maquiavélicamente ese ausentismo. Uno, prometieron
vacunar a los miembros de mesa y al final nunca ocurrió. El desánimo fue
inmenso. Dos, cientos de mesas de sufragio no comenzaron a tiempo y miles de
ancianos que esperaron largas horas en medio de un abrasador sol, optaron por
retirarse. Tres, muchas mesas no abrieron y nunca hubo solución. Así como mi
hija, miles no tuvieron la oportunidad de sufragar. Cuatro, miles desistieron
por temor al contagio. Quinto, hubo demasiado desinterés, miles se enfrascaron
en sus actividades familiares o laborales.
Esta elección no es una más, está en peligro el territorio sagrado que
nos vio nacer, donde hemos cultivado familiaridad y relaciones amicales. Es la
nación que nos ha cautivado por su cultura, sus tradiciones, sus auténticas
costumbres gastronómicas y la rica historia inca que poseemos. La Sra. Fujimori
no es “santo de mi devoción”, pero es la única alternativa lógica.
Dudo mucho de los radicales de izquierda. Una exhibición palpable de lo
que hacen, tiene que ver con las vacunas contra la Covid-19. El actual
presidente Sagasti, que es de la izquierda moderada nos miente con frecuencia,
ha importado vacunas chinas de escasa reputación científica y ha establecido
una línea divisoria entre ricos y pobres. Con total desparpajo ha dicho “No
queremos que el que tiene plata se vacune y el que no tiene no lo haga”. Su
absurdo argumento está costando la vida de un peruano cada cuatro minutos,
según cifras oficiales del Ministerio de Salud. Hay empresas privadas que
desean importar vacunas para todo su personal, empezando por el limpiador de
pisos hasta el gerente, desean reactivar su actividad laboral y ayudar a
impulsar la economía nacional, pero la retrógrada decisión estatal impide
salvar vidas. Me atrevo a decir que la conducta de Sagasti pasa por sus
aberrantes celos: si las empresas privadas pudieran vacunar a sus trabajadores
más rápido que el flemático aparato estatal, pondríamos al descubierto su ineficaz
gestión.
Quienes tengan la oportunidad de leer este artículo, soy oriundo de un
pueblo norteño de 33,000 habitantes donde, estoy seguro, nadie nació en cuna de
oro. En Monsefú, tierra de agricultores, el interés es apoyarse mutuamente para
salir adelante. No hay ricos y pobres, hay gente laboriosa que en base a su
propio esfuerzo ha salido adelante, hay gente que vive de manera acomodada por
sus propios medios y detesta lo que promueve el candidato Pedro Castillo, eso
de una competencia electoral entre “ricos y pobres”. En Monsefú, al igual que
en muchos pueblos del Perú no deseamos populismos, falsas promesas y recetas desfasadas.
Millones de peruanos queremos evitar la tragedia de otros países. En
Cuba están confiscadas las libertades, la gente vive en absoluta pobreza; en
Venezuela, país con las mayores riquezas petroleras del mundo y con una moneda
devaluada a su máxima expresión, se vive de manera paupérrima y unos 5 millones de venezolanos
emigraron para escapar de la pesadilla comunista. En Nicaragua, el sátrapa
dictador Daniel Ortega tomó el poder con una deuda externa ascendente a 3,400
millones de dólares. Ahora la nación del poeta Rubén Darío adeuda a diciembre
del 2020 más de 12 mil millones de dólares y su población vive entre el hambre,
la miseria y la opresión.
Hay quienes afirman que la izquierda peruana no
ha gobernado el país y merece una oportunidad. Entonces respondo, qué ha hecho
el izquierdista y misógino de Martín Vizcarra, un populista que es culpable
directo de la desgracia que vive el país. Qué está generando Francisco Sagasti,
con un país a la deriva. Él mismo ha reconocido que el puesto le ha quedado
grande: "Desgraciadamente la pandemia ha demostrado que como Estado hemos
fallado”, ha dicho Sagasti.
Más pruebas. Hay tantos gobernadores regionales
de tendencia izquierdista encerrados en prisión. Por ejemplo, el mentor y miembro
de la plancha presidencial de Pedro Castillo, Vladimir Cerrón, fue gobernador de Junín y sentenciado a 4 años y 8 meses
de prisión por corrupción. El exgobernador de Cajamarca Gregorio Santos,
acusado por coimas y para quien la Fiscalía pide 24 años de cárcel. El
exgobernador regional de Cusco, Jorge Acurio Tito, que cumple prisión
preventiva por presuntamente haber recibido un soborno de tres millones de soles
de la empresa Odebrecht.
Otro ex gobernador cusqueño con problemas judiciales es Edwin Licona. El gobernador regional de Áncash, César Álvarez Aguilar, fue sentenciado a
35 años de prisión por corrupción y ordenar la muerte del consejero regional
Ezequiel Nolasco. El exgobernador regional de
Ancash, Waldo Ríos, tiene una condenado de 5 años por corrupción. El gobernador
de Puno, Walter Aduviri, también tienen problemas legales. Elmer Cáceres, de
Arequipa; Gerardo Viñas de Tumbes… y sigue la lista.
Castillo encabezando una huelga del SUTEP |
El señor Castillo es abiertamente radical y
tiene serias investigaciones policiales por sus evidentes lazos con los
integrantes del Movadef (el brazo legal y político del grupo terrorista Sendero
Luminoso). Durante la huelga magisterial del 2017 estuvo rodeado de sus
camaradas del Movadef. Y esa vinculación, esa cercanía ideológica se debe a que
Castillo pertenece a “Conare”, una facción, un engendro de “Sendero Luminoso”
que pretende convertirse en el nuevo sindicato de los maestros del Perú y
desconocer al Sutep, la organización que reúne a los profesores del Perú. Así
lo ha revelado Pedro Yaranga, todo un especialista en el tema.
El exsecretario general del Sutep, Alfredo
Velásquez dijo al diario Perú 21 que “Pedro Castillo fue elegido por la gente
del Movadef y ha logrado un posicionamiento político llevando a los maestros a
una aventura”. Por otro lado, el coronel PNP Benedicto Jiménez, el policía que
más sabe del grupo terrorista SL ha dicho algo determinante: “Es mi obligación
moral como experto en terrorismo dar a conocer los vínculos del Conare con el
Movadef. El señor Castillo asumió la presidencia del comité de lucha de Conare
en el 2017 y con eso confirmamos la infiltración de Sendero Luminoso en el
magisterio peruano”.Coronel PNP Benedicto Jiménez
Castillo sostiene que lo están estigmatizando y
que no está vinculado al terrorismo, pero hay otras revelaciones que ofrecer.
La Dirección contra el Terrorismo (Dircote) investigó y emitió un informe que
el entonces ministro del Interior, Carlos Basombrío, presentó al Congreso de la
República en el 2017, sobre la infiltración del Movadef en el magisterio
nacional. Ahí figuran como investigados por la Dircote y la Dirección de
Inteligencia del Perú, cinco profesores que han postulado al Congreso de la Nación
por el partido “Perú Libre” de Pedro Castillo. Ellos son Elizabeth Medina
(Huánuco) | Germán Tacuri (Ayacucho) | Guillermo Bermejo (Lima) | Nivardo Tello
(Lima) | Paul Gutiérrez (Apurímac).
Quienes tenemos más de medio siglo de vida hemos
experimentado el genocidio que sufrió el Perú en los años 80, con el exterminio
de más de 48,000 peruanos, pérdidas económicas que superaron los 42 mil
millones de dólares y el desplazamiento de un millón de peruanos que huyeron de
sus tierras para evitar ser masacrados. Me dirijo a los peruanos de mi
generación y a los amantes de las libertades. Los padres debemos abrir los ojos
a nuestros hijos sobre el peligro de esta aventura llamada Pedro Castillo.
Francisco de Miranda nos dejó una frase válida por estos días: “El verdadero
carácter de un patriota consiste en ser obediente a las leyes de su país y
miembro útil de la sociedad a la que pertenece.”
En su ideario político, el movimiento político “Patria
Libre” de Pedro Castillo y el sentenciado Vladimir Cerrón, se denomina como “una
organización de izquierda socialista que reafirma su corriente ideológica,
política y programática, que abraza la teoría marxista, antimperialista”, es
decir, la típica arenga que promovía “Sendero Luminoso”. Hay miles de venezolanos
diseminados en todo el Perú, es muy fácil preguntar a ellos por qué escaparon
de Venezuela, cómo se sobrevive en una nación subyugada al comunismo. Estimados compatriotas, una cosa es tener propuesta
radicales políticas y otra es tener cercanía, hacer suyo el ideario del más
grande criminal de nuestra historia, el líder senderista Abimael Guzmán, hoy
preso en una celda del Callao.
El 6 de junio tenemos un compromiso con el Perú.
Es nuestro deber defender los intereses del país ante el acecho de un
movimiento genuinamente vinculado a los objetivos de una izquierda extremista y
que comulga con el pensamiento ideológico de “Sendero Luminoso”, el más grande
exterminador de peruanos de toda clase social. A mí no me contaron nada, durante
ese tiempo ejercí el periodismo en Perú y estudié con velas por esos malditos
apagones, sobreviví entre coches bomba, destrucción de torres de alta tensión y
balas arteras que cegaron la vida a policías, militares, civiles: Los senderistas
degollaron a niños y dinamitaron a mujeres indefensas como María Elena Moyano.
Es necesario que Keiko Fujimori firme una hoja
de ruta comprometiéndose a defender la democracia, no quedarse un día más tras
sus cinco años de gobierno y promover un gobierno de concertación nacional. Con
sus incongruencias, siempre seré partidario de la democracia como sistema, soy
un hombre de principios, creo en el derecho del pueblo a elegir y controlar a
sus gobernantes. Nunca emití una opinión para incidir en
mis lectores, pero no tengo otra opción, el Perú está en grave peligro. Recuerden
queridos conciudadanos una frase sabia del expresidente argentino Arturo
Umberto Illia: “Sin orden jurídico estable y
permanente, estamos frustrando el porvenir de la patria.”(Luis Castro G.)
Dos portadas que reflejan los sangrientos actos criminales de los senderistas.