jueves, 22 de abril de 2021

EL PERÚ VIVE LA TORMENTA PERFECTA

 Escribe:

Luis Castro Gavelán

Para confirmar la grave crisis política que vivimos, el Perú elegirá el 6 de junio al quinto presidente en menos de cinco años. Así como lo leen. Pedro Pablo Kuczynski, el esperpento de Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti y la persona que salga elegida. Pero el radicalismo del candidato Pedro Castillo nos direcciona a una horrenda pesadilla que ya viven Venezuela, Cuba y Nicaragua. ¿Entonces, qué hacer? ¿Vale la pena apostar por la menos mala, Keiko Fujimori? Nunca emití una opinión para incidir en mis lectores, pero no tengo otra opción, el Perú está en un grave peligro y es importante para los ciudadanos libres proteger la libertad de los demás.


Los resultados poco transparentes con dos candidatos -Castillo y Fujimori-que son sumamente peligrosos para la estabilidad y la endeble democracia peruana, asociados a un petrificado Francisco Sagasti y su gobierno de transición; una indetenible ola de contagios, muerte y crisis económica, avizoran para el Perú días aciagos, una mezcla explosiva, una tormenta perfecta.

Jamás el común de los peruanos ni la más consabida pitonisa pronosticaron estos resultados que nos ha puesto -como país- contra las cuerdas. Será la competencia de los menos confiables, gracias a la ausencia de un 30 % de los electores, la deleznable labor de los organismos electorales y el nefasto accionar de la mayoría de la prensa peruana que cambió prebendas e intereses empresariales por confusión y información manipulada. Es decir, rindieron culto a Maquiavelo y su frase inmoral “El fin justifica los medios”.

Un viejo refrán refiere que Dios perdona el pecado, pero no el escándalo y la prensa peruana “al servicio del gobernante de turno” ha dejado de lado su prestigio y reputación para poner a disposición su línea editorial y recibir a cambio publicidad estatal. Esa prensa que monopoliza medios de comunicación escrita, radial y televisiva alaba los fantasmagóricos “logros” del gobierno, silenciando la espiral de violencia, los miles de contagiados, la escasez de camas UCI, la falta de vacunas contra la Covid-19 y el drama generalizado de miles de peruanos que lloran sus muertos y agudizan su crisis económica.

Y el resultado es doloroso, vamos a tener que elegir ad portas del bicentenario de nuestra independencia nacional, al menos malo, al menos impopular, a esa persona que con su discurso electoral garantice la continuidad de la democracia y tenga mejores recetas para enfrentar una recesión económica que ya toca puertas de los 33 millones de peruanos. La segunda vuelta del 6 de junio hará más profunda la fragmentación de la política peruana, será una lucha de clases, como lo ha dicho abiertamente el candidato Pedro Castillo "Esta es una competencia entre los ricos y los pobres, la lucha entre el patrón y el peón, entre el amo y el esclavo". Son expresiones propias de un izquierdista radicalizado que no esconde sus deseos políticos, estatizar todo, al más puro estilo de los dictadorzuelos que gobiernan Nicaragua, Cuba, Venezuela, con las funestas consecuencias que el planeta conoce.  

Pedro Castillo y el dirigente de Movadef Tito Rojas
(de acuerdo a documentos de la Dircote)

Pero la Sra. Fujimori tampoco ofrece garantías con sus antecedentes conocidos, con sesgos de corrupción y a punto de ser sentenciada. Sin embargo, como refiere nuestro laureado escritor Mario Vargas Llosa, Keiko “representa el mal menor”.

Castillo y la Sra. Fujimori son la antípoda de la política nacional. Él es un extremista radical, estatista, que suele victimizarse para conseguir sus propósitos, sin norte para enfrentar la pandemia del Covid-19 y con un altísimo riesgo de implantar una dictadura neocomunista direccionada por La Habana y Caracas. No esconde sus preferencias y simpatías con Maduro, Rafael Correa y Evo Morales, tres caudillos de baja estopa. Y ella, la Fujimori, simpatiza con el capitalismo de libre mercado, es políticamente republicana y defiende la democracia liberal. Fue acusada de lavado de dinero, recibimiento de sobornos y pesa sobre ella la herencia moral que mantiene en prisión a su padre, el expresidente Alberto Fujimori.

El escenario político ya está planteado, los 17’061,614 electores que participaron, decidieron a los dos finalistas. Hubo ausentismo que determinó ese resultado. 7’240,073 no emitieron su voto. Esgrimo una hipótesis, hubo una “mano negra” que diseñó maquiavélicamente ese ausentismo. Uno, prometieron vacunar a los miembros de mesa y al final nunca ocurrió. El desánimo fue inmenso. Dos, cientos de mesas de sufragio no comenzaron a tiempo y miles de ancianos que esperaron largas horas en medio de un abrasador sol, optaron por retirarse. Tres, muchas mesas no abrieron y nunca hubo solución. Así como mi hija, miles no tuvieron la oportunidad de sufragar. Cuatro, miles desistieron por temor al contagio. Quinto, hubo demasiado desinterés, miles se enfrascaron en sus actividades familiares o laborales. 

Esta elección no es una más, está en peligro el territorio sagrado que nos vio nacer, donde hemos cultivado familiaridad y relaciones amicales. Es la nación que nos ha cautivado por su cultura, sus tradiciones, sus auténticas costumbres gastronómicas y la rica historia inca que poseemos. La Sra. Fujimori no es “santo de mi devoción”, pero es la única alternativa lógica.

Dudo mucho de los radicales de izquierda. Una exhibición palpable de lo que hacen, tiene que ver con las vacunas contra la Covid-19. El actual presidente Sagasti, que es de la izquierda moderada nos miente con frecuencia, ha importado vacunas chinas de escasa reputación científica y ha establecido una línea divisoria entre ricos y pobres. Con total desparpajo ha dicho “No queremos que el que tiene plata se vacune y el que no tiene no lo haga”. Su absurdo argumento está costando la vida de un peruano cada cuatro minutos, según cifras oficiales del Ministerio de Salud. Hay empresas privadas que desean importar vacunas para todo su personal, empezando por el limpiador de pisos hasta el gerente, desean reactivar su actividad laboral y ayudar a impulsar la economía nacional, pero la retrógrada decisión estatal impide salvar vidas. Me atrevo a decir que la conducta de Sagasti pasa por sus aberrantes celos: si las empresas privadas pudieran vacunar a sus trabajadores más rápido que el flemático aparato estatal, pondríamos al descubierto su ineficaz gestión.

Quienes tengan la oportunidad de leer este artículo, soy oriundo de un pueblo norteño de 33,000 habitantes donde, estoy seguro, nadie nació en cuna de oro. En Monsefú, tierra de agricultores, el interés es apoyarse mutuamente para salir adelante. No hay ricos y pobres, hay gente laboriosa que en base a su propio esfuerzo ha salido adelante, hay gente que vive de manera acomodada por sus propios medios y detesta lo que promueve el candidato Pedro Castillo, eso de una competencia electoral entre “ricos y pobres”. En Monsefú, al igual que en muchos pueblos del Perú no deseamos populismos, falsas promesas y recetas desfasadas.

Millones de peruanos queremos evitar la tragedia de otros países. En Cuba están confiscadas las libertades, la gente vive en absoluta pobreza; en Venezuela, país con las mayores riquezas petroleras del mundo y con una moneda devaluada a su máxima expresión, se vive de manera paupérrima y unos 5 millones de venezolanos emigraron para escapar de la pesadilla comunista. En Nicaragua, el sátrapa dictador Daniel Ortega tomó el poder con una deuda externa ascendente a 3,400 millones de dólares. Ahora la nación del poeta Rubén Darío adeuda a diciembre del 2020 más de 12 mil millones de dólares y su población vive entre el hambre, la miseria y la opresión.

Hay quienes afirman que la izquierda peruana no ha gobernado el país y merece una oportunidad. Entonces respondo, qué ha hecho el izquierdista y misógino de Martín Vizcarra, un populista que es culpable directo de la desgracia que vive el país. Qué está generando Francisco Sagasti, con un país a la deriva. Él mismo ha reconocido que el puesto le ha quedado grande: "Desgraciadamente la pandemia ha demostrado que como Estado hemos fallado”, ha dicho Sagasti.

Más pruebas. Hay tantos gobernadores regionales de tendencia izquierdista encerrados en prisión. Por ejemplo, el mentor y miembro de la plancha presidencial de Pedro Castillo, Vladimir Cerrón, fue gobernador de Junín y sentenciado a 4 años y 8 meses de prisión por corrupción. El exgobernador de Cajamarca Gregorio Santos, acusado por coimas y para quien la Fiscalía pide 24 años de cárcel. El exgobernador regional de Cusco, Jorge Acurio Tito, que cumple prisión preventiva por presuntamente haber recibido un soborno de tres millones de soles de la empresa Odebrecht. Otro ex gobernador cusqueño con problemas judiciales es Edwin Licona.  El gobernador regional de Áncash, César Álvarez Aguilar, fue sentenciado a 35 años de prisión por corrupción y ordenar la muerte del consejero regional Ezequiel Nolasco. El exgobernador regional de Ancash, Waldo Ríos, tiene una condenado de 5 años por corrupción. El gobernador de Puno, Walter Aduviri, también tienen problemas legales. Elmer Cáceres, de Arequipa; Gerardo Viñas de Tumbes… y sigue la lista.

Castillo encabezando una huelga del SUTEP

El señor Castillo es abiertamente radical y tiene serias investigaciones policiales por sus evidentes lazos con los integrantes del Movadef (el brazo legal y político del grupo terrorista Sendero Luminoso). Durante la huelga magisterial del 2017 estuvo rodeado de sus camaradas del Movadef. Y esa vinculación, esa cercanía ideológica se debe a que Castillo pertenece a “Conare”, una facción, un engendro de “Sendero Luminoso” que pretende convertirse en el nuevo sindicato de los maestros del Perú y desconocer al Sutep, la organización que reúne a los profesores del Perú. Así lo ha revelado Pedro Yaranga, todo un especialista en el tema.

El exsecretario general del Sutep, Alfredo Velásquez dijo al diario Perú 21 que “Pedro Castillo fue elegido por la gente del Movadef y ha logrado un posicionamiento político llevando a los maestros a una aventura”. Por otro lado, el coronel PNP Benedicto Jiménez, el policía que más sabe del grupo terrorista SL ha dicho algo determinante: “Es mi obligación moral como experto en terrorismo dar a conocer los vínculos del Conare con el Movadef. El señor Castillo asumió la presidencia del comité de lucha de Conare en el 2017 y con eso confirmamos la infiltración de Sendero Luminoso en el magisterio peruano”.

Coronel PNP Benedicto Jiménez

Castillo sostiene que lo están estigmatizando y que no está vinculado al terrorismo, pero hay otras revelaciones que ofrecer. La Dirección contra el Terrorismo (Dircote) investigó y emitió un informe que el entonces ministro del Interior, Carlos Basombrío, presentó al Congreso de la República en el 2017, sobre la infiltración del Movadef en el magisterio nacional. Ahí figuran como investigados por la Dircote y la Dirección de Inteligencia del Perú, cinco profesores que han postulado al Congreso de la Nación por el partido “Perú Libre” de Pedro Castillo. Ellos son Elizabeth Medina (Huánuco) | Germán Tacuri (Ayacucho) | Guillermo Bermejo (Lima) | Nivardo Tello (Lima) | Paul Gutiérrez (Apurímac).

Quienes tenemos más de medio siglo de vida hemos experimentado el genocidio que sufrió el Perú en los años 80, con el exterminio de más de 48,000 peruanos, pérdidas económicas que superaron los 42 mil millones de dólares y el desplazamiento de un millón de peruanos que huyeron de sus tierras para evitar ser masacrados. Me dirijo a los peruanos de mi generación y a los amantes de las libertades. Los padres debemos abrir los ojos a nuestros hijos sobre el peligro de esta aventura llamada Pedro Castillo. Francisco de Miranda nos dejó una frase válida por estos días: “El verdadero carácter de un patriota consiste en ser obediente a las leyes de su país y miembro útil de la sociedad a la que pertenece.” 

En su ideario político, el movimiento político “Patria Libre” de Pedro Castillo y el sentenciado Vladimir Cerrón, se denomina como “una organización de izquierda socialista que reafirma su corriente ideológica, política y programática, que abraza la teoría marxista, antimperialista”, es decir, la típica arenga que promovía “Sendero Luminoso”. Hay miles de venezolanos diseminados en todo el Perú, es muy fácil preguntar a ellos por qué escaparon de Venezuela, cómo se sobrevive en una nación subyugada al comunismo. Estimados compatriotas, una cosa es tener propuesta radicales políticas y otra es tener cercanía, hacer suyo el ideario del más grande criminal de nuestra historia, el líder senderista Abimael Guzmán, hoy preso en una celda del Callao.

El 6 de junio tenemos un compromiso con el Perú. Es nuestro deber defender los intereses del país ante el acecho de un movimiento genuinamente vinculado a los objetivos de una izquierda extremista y que comulga con el pensamiento ideológico de “Sendero Luminoso”, el más grande exterminador de peruanos de toda clase social. A mí no me contaron nada, durante ese tiempo ejercí el periodismo en Perú y estudié con velas por esos malditos apagones, sobreviví entre coches bomba, destrucción de torres de alta tensión y balas arteras que cegaron la vida a policías, militares, civiles: Los senderistas degollaron a niños y dinamitaron a mujeres indefensas como María Elena Moyano.

Es necesario que Keiko Fujimori firme una hoja de ruta comprometiéndose a defender la democracia, no quedarse un día más tras sus cinco años de gobierno y promover un gobierno de concertación nacional. Con sus incongruencias, siempre seré partidario de la democracia como sistema, soy un hombre de principios, creo en el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes. Nunca emití una opinión para incidir en mis lectores, pero no tengo otra opción, el Perú está en grave peligro. Recuerden queridos conciudadanos una frase sabia del expresidente argentino Arturo Umberto Illia: “Sin orden jurídico estable y permanente, estamos frustrando el porvenir de la patria.”(Luis Castro G.)

 

Dos portadas que reflejan los sangrientos actos criminales de los senderistas.