sábado, 9 de diciembre de 2017

Terminamos el 2017 entre huecos, polvo y dudas

Escribe:
Luis Castro Gavelán
El 2017 se va extinguiendo y con él, los días de gobierno municipal del alcalde Bartra, y la paciencia de los habitantes de Monsefú que a diario conviven con las incomodidades de una desorganizada ejecución de las obras de agua y alcantarillado.
Las zanjas, los huecos y la tierra acumulada nos tienen al borde de la histeria, ocasionan innumerables “desmadres” en el tránsito vehicular y peatonal. Para colmo, hay cortes inesperados en el servicio de agua potable, escasez del líquido elemento, y la aparición de agua servidas sin pronta solución. Se afirma que el término de la obra será en mayo del 2018, pero la incertidumbre reina. Trabajadores impagos, robo de material de construcción, supervisión técnica paupérrima y un trabajo desordenado, nos hacen flaquear.

No dudamos que esta obra denominada “plan maestro” solucionará, y Dios quiera, optimizará el servicio de agua y alcantarillado. Pero el cuestionamiento va por la “falta de pantalones” de nuestras autoridades para hacer prevalecer el orden, “poner en vereda” a los responsables de la obra iniciada los primeros días del mes de abril del presente año.

Cuando el doctor Bartra ganó las elecciones, aplaudí su triunfo. Su experiencia edil como alcalde de Monsefú, como burgomaestre provincial de Chiclayo, y el hecho de ser hijo del odontólogo Miguel Angel Bartra, avalaron esa ilusión y nos hicieron soñar con la recuperación de Monsefú como pueblo líder.
Pero el abogado Bartra ha hecho de su período municipal un dechado de incertidumbre y dudas que han opacado las obras que está dejando. Bartra es ahora un político que trabaja para la “foto”, un político calculador, como esos cientos que pululan en el Perú.
Por eso su indolencia, su falta de ganas para estar junto a su pueblo y mitigar esas incomodidades que agobian a los monsefuanos. Bartra tiene ahora otros intereses, dedica más tiempo a su intención de volver a la alcaldía de Chiclayo.

Bartra hijo está lejos de Bartra papá. El odontólogo que fue nuestro alcalde y llegó al Congreso de la República, es harina de otro costal. El también considerado jefe del “clan Kennedy” tenía los pantalones puestos, “carajeaba” si era posible, pero su trabajo tuvo otro matiz, imponía respeto y su palabra tenía sentido, como el amor que se tiene con doña Rossina, por eso los 54 años que llevan juntos.

Bartra hijo pelea consigo mismo para confirmar si está o no mintiendo, es dubitativo, ha aprendido las malas artes de los políticos acostumbrados a “pasear” a sus electores. Por eso que las obras que hasta el momento ha ejecutado cobran menos importancia y más pesa su falta de transparencia.

La ejecución del “plan maestro” es comparable -en el sentido figurado-con el trabajo de Bartra como alcalde. Los huecos, los desmontes, la falta de señalización, las aguas servidas y la tierra que se levanta con los vientos denostando la paciencia de los monsefuanos, son como los vacíos, tropiezos y sinsabores que nos deja la gestión de Bartra Grosso. La delincuencia campea, los problemas sociales son álgidos; como el desgobierno que muchas veces hizo gala el proceso municipal de Bartra, por deudas económicas y desatinos administrativos.

El año 2017 está en proceso de extinción. Y así como cuestionamos a Bartra y ponemos un calificativo de sesenta sobre cien, también es menester invocar a los monsefuanos hacia la cultura del civismo. Alguna vez escuché por la radio a una ciudadana “para eso lo hemos elegido, que el alcalde venga a recoger la basura que hay en la calle”. Qué falta de tino de mi paisana. El alcalde no tiene la varita mágica, no es su empleado. El progreso de nuestro pueblo corresponde a un trabajo conjunto: al impulso de las autoridades y el apoyo y respeto de los ciudadanos.

Tengo una propuesta para quienes están al frente de las instituciones educativas de éxito como David Ayasta (San Carlos) y mi amigo Juan Caicedo (San Pedro). Los insto a fomentar una campaña de civismo a favor de nuestro pueblo. Cuenten conmigo. Hay que promover en nuestros futuros ciudadanos, nuestros niños, el respeto por las autoridades, por nuestros mayores, dejar en el olvido esa maldita usanza de arrojar la basura en las calles, hay que crear cultura cívica.

Alcalde Bartra, usted todavía puede encaminar su carrera política. Cuando crea en usted mismo, cuando lleve una vida transparente y se de cuenta que puede ser una excepción entre esos políticos de contrahechura, va a sentir mayor orgullo de ser hijo de Angel Bartra Gonzáles.

Feliz Navidad, mis parabienes para todos mis paisanos en el 2018. Pidamos a Dios crecer cada día como personas, profesionales, amar de verdad a nuestro Monsefú y soñar con ser mejores. Como dijo Paulo Coelho, “Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar” (LCG)

Fotos: tomadas del portal de la municipalidad de Monsefú