miércoles, 16 de diciembre de 2015
El artista de la filigrana
Escribe: Luis A. Castro Gavelán
Escasos días faltan para la culminación del 2016. Mi tema esencial es el reconocimiento a un artista monsefuano, pero no puedo evitar glosas sobre lo que acontece en Monsefú. Es verdad que se notan algunos cambios en Monsefú, que vamos allanando caminos, pero da la sensación que nuestro alcalde aún sigue en deuda. Tal vez la valla es alta, pero los pergaminos que lo anteceden nos hacen exigirle mucho más.
Creemos en usted doctor Bartra, y nuestra recomendación es intensificar su labor contra la inseguridad, concretar las promesas que le faltan y recuperar el terreno perdido por Monsefú, como consecuencia de las funestas gestiones de los dos últimos alcaldes. Le sugiero hacer una alianza con todos los propietarios de restaurantes y que ellos contribuyan a mejorar el sistema de seguridad. La ciudad se beneficia, y esa tranquilidad pública redundará en más comensales.
El próximo año usted tiene un reto, impulsar el Fexticum. Este año dicha festividad ganó a nivel publicitario algunos puntos, pero económicamente debe rendir réditos, no deudas. A propósito de esta fiesta de la tradición y el costumbrismo peruano, queremos reconocer en esta nota a un artista monsefuano que expande su fama, toda una fúlgida figura.
El 2015 ha sido el tiempo de la consolidación de Feliciano Salazar Liza, el hombre que acrecienta su reputación labrando el oro, la plata y otros metales. Su exquisita técnica, la creatividad que hace gala para diseñar, labrar y pulir sus productos lo han catapultado al mundo de los orfebres más reconocidos del Perú con proyección internacional. Cada joya que produce tiene reflejada esa característica intrínseca que lo ha llevado incluso a exhibir su arte en México, España, Alemania y otros países.
El pavo real, un arte de filigrana, un trabajo de ensueño
Enseñoreado con el mundo de la filigrana, ocupó el segundo puesto de un concurso nacional organizado por el Patronato Plata del Perú. “Me inspiré en un pavo real, y logré consolidar mi objetivo. Utilicé 900 gramos de plata y conseguí un diseño que me hizo ganar la segunda posición de una competencia con cientos de concursantes”. La figura de un pavo real con las alas extendidas fue sinónimo de una ornamentación que rubrica la laboriosidad de su arte. Detrás de esa pieza hay una historia que la escribieron sus maestros de Catacaos, aquellos que continuaron aplicando las técnicas que nació en la Mesopotamia, y que la perduraron orfebres etruscos, griegos, chinos y artesanos de India.
Las manos negras, las manos de un forjador
Durante nuestra entrevista la satisfacción embargó su rostro. Siempre sonríe, pues afirma que su trabajo le permite disfrutar de la vida. Todas las alhajas que hace en oro, plata, bronce y cobre rojo llevan su signo personal. No tiene herramientas especiales. Solo unos martillos con los que da forma a sus moldes, luego forja, labra, pule y engarza con sutil movimiento.
Por encargo de museos nacionales y extranjeros ha hecho réplicas del Sr. de Sipán. Gracias a su profesional labor ya ha tomado parte de eventos internacionales e incluso ganó premios, como aquel que aconteció en Zacatecas, México.
Feliciano vive feliz, hace honor a su nombre, y afirma que aún no ha tocado techo, que todavía tiene otros proyectos que cumplir. Cuando visitamos su hogar, lo encontramos inspirado, golpeando y dando forma a una pieza de cobre, con sus manos negras, pero duchas y hábiles. Decía el célebre Picasso que “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. Y así hallamos a este ilustre monsefuano, forjando su arte y acompañado de su orgullosa esposa, quien asegura que, el Feliciano de toda su vida, seguirá dando lauros a Monsefú. (LCG)
miércoles, 21 de octubre de 2015
Un educador… para sacarse el sombrero
Escribe : Luis A. Castro Gavelán
Cuando en mi niñez iba al campo los fines de semana, acompañando a mi famoso abuelo, don Federico Castro, empecé a pergeñar lo vital que resulta la educación en los seres humanos. La educación es el proceso de transmitir habilidades y valores para provocar efectos intelectuales y afectivos en las personas. Y quienes se dedican a fomentar la capacidad intelectual en los seres humanos, merecen el máximo de los reconocimientos. Por eso fui feliz tener por padre a un pegadogo, y por eso, tal vez, estoy involucrado con obstinación en seguir siendo instruido.
Me siento como pez en el agua cuando escucho temas educativos y doblemente feliz cuando tengo la oportunidad de charlar con personajes que derrochan cortesía, civismo y transmiten cultura. Quizás pocos monsefuanos saben quién es don Francisco Farro Custodio, y no los culpo, pero les tengo una buena noticia. Está vivo, acaba de cumplir 82 años y es para mí, una leyenda viviente de la educación en el Perú.Es monsefuano y materia de orgullo para quienes nos sentimos hijos de la tierra de Diego Ferré.
Es doctor en educación, es catedrático en las mejores universidades del Perú, es autor de muchos libros y artículos educativos, ha ganado las Palmas Magisteriales con toda justicia y goza de mucho prestigio entre la flor y nata de los mejores educadores nacionales. Entre sus estudiantes se cuentan ministros, ex ministros, jefes de las fuerzas armadas y policiales, catedráticos y reconocidos profesionales. Su prestigio es incluso internacional, pues figura en la Universidad Complutese de Madrid – una de las 80 mejores del mundo- como profesor-asesor de tesis doctorales.
Hijo de padres agricultores y el quinto de siete hermanos, supo llevar de la mano ese sincretismo de labrar tierras callancanas y arroparse con los libros en grácil decisión. Se alumbró con velas y linternas para hacer sus tareas escolares y siempre tuvo la dicha de ser becado. Desde niño aprendió a sonreír y familiarizarse con los primeros puestos a nivel primaria y secundaria. Las becas lo llevaron hasta la universidad La Cantuta, donde siguió su hegemónica costumbre de adueñarse de los cuadros de honor. Después recibió otra subvención del gobierno peruano para hacer su grado de magister en la Universidad del Valle, de Cali, Colombia. Luego ha hecho estudios en Puerto Rico, Italia, para consolidar su apego a la planificación educativa.
Tal es su fama de educador, que apenas bajó del avión a su retorno de Colombia, recibió una atractiva propuesta de la Universidad de Lima para formar del grupo de catedráticos que encaminaron el prestigio que hoy goza esa casa de estudios superiores. Luego se dio tiempo y maña para impartir clases en varias universidades limeñas, y centros de estudios militares y policiales, e incluso fue profesor de la Academia Diplomática del Perú, y director académico de la Asamblea Nacional de Rectores, (ANR).
“Mi entorno familiar fue importante para crecer como educador. Mi esposa y mis hijas son mis mejores críticas para escalar. Antes lo hicieron mis padres Gregorio y Fidela, quienes adecuaron mi enseñanza. Y en este acápite, no puedo reconocer el soporte inicial de mis profesores, entre ellos Federico Castro y Torcuato Barreto”, aseguró Francisco Farro.
Actualmente tiene 50 años al servicio de la educación, 30 de ellos como catedrático de la U. de Lima; y la misma cantidad de tiempo como profesor estatal. Ahora dicta cátedra en otras universidades, y también consolida su pasión de crear software educativos y planes estratégicos, apoyado por su hija Myriam. Es incansable en su trabajo, estudia, instruye, se prepara y crea dentro de su oficina, abarrotada de libros. Y sin duda, su proficua trayectoria le da autoridad para sostener que un 4 % del presupuesto estatal es muy poco para el sector educativo, que nuestro sistema está atrasado, que tenemos un déficit de miles de aulas, y que en área rural la situación es mucho más crítica.
Francisco Farro, acompañado de su hija Myriam, y su esposa.
Es partidario de una regionalización horizontal, que combine todos los pisos ecológicos, y un abierto crítico de la política nacional. “No tenemos cultura en política, la nuestra es subdesarrollada, los políticos improvisan por capturar los puestos y evidencian un trabajo a “la criolla”. Cambian los presidentes y cada quien cambia las cosas de acuerdo a sus intereses sin sostener un sistema nacional en política. Es vital un enfoque integral, un sistema económico que desarrolle todas las riquezas que tenemos, necesitamos un desarrollo cultural, un esquema político pero como sistema, con un conjunto de elementos que interactúen entre ellos hacia un fin común, como un reloj, complementando esfuerzos”.
Nuestra charla con este erudito no dejó de lado a Monsefú, nuestro inolvidable terruño que está a punto de cumplir 127 años de elevación a la categoría de ciudad. Su presencia como ciudadano notable en la comisión que planifica el alcalde Miguel Bartra se hace impostergable. Es un inquisidor de la planificación, es un obstinado de organizar todo con antelación, y tiene unos contactos a nivel gubernamental que atizarían avances apreciables para nuestro Monsefú.
“El mejor regalo que le hicimos a Monsefú en su centenario fue entregar un proyecto de desarrollo sostenido, principalmente en los aspectos salud, educación e industrial. Utilicé mi liderazgo para reunir a profesionales capaces, con quienes diagnosticamos y establecimos proyectos, pero muy poco se ha plasmado de ese trabajo, cuyas copias tiene ahora la presidenta del Club Social Monsefú, Pilar Puémape”, reveló Francisco Farro con cierta nostalgia, pero firme en su convicción, de ponerse a las órdenes de la autoridad edilicia si fuera el caso.
Si usted, estimado lector, aún no conoce a Francisco Farro, todavía tiene tiempo para conocerlo en persona. Es sencillo y ameno, es ínclito y pragmático, es amable y diligente; pero encopetado para luchar contra los estragos de la ignorancia.
El nivel encumbrado por este amauta es digno de panegíricos homenajes…pero en vida. Los monsefuanos tenemos de qué, sentirnos ufanos. En este 127 aniversario de Monsefú, el 26 de octubre, mi honra a mi ciudad natal es mostrar a uno de sus hijos, ese hombre de pelo cano y hablar pausado, que derrocha nobleza y reúne los pergaminos que, sobre un educador, opinó Martin Luther King, Jr. “La función del educador es enseñar a pensar intensa y críticamente. Formar inteligencia y carácter, esa es la meta del verdadero educador”( LCG)
Francisco Farro, también es pintor...durante sus tiempos de relax.
lunes, 5 de octubre de 2015
El león de la peruanidad
Escribe: Luis A. Castro Gavelán
Cada domingo, a partir del mediodía, un público cautivo, nacional e internacional, se enlaza a través de las ondas radiales o usando el internet para, a través de la música, aliviar sus penas, tener un feliz contacto con los suyos o arropar ese sentimiento de peruanidad que acrecienta cuando más lejos está el ser humano de los suyos. Y quien propicia ese estado de ánimo, esa emoción, es un locutor monsefuano hijo de “su adorada Paulita Ballena”, la anciana mujer que vendía chicha y tejía sombreros y que ahora se ha erigido en una especie de albacea inspiradora de este personaje radial.
Su picardía e innata forma de hacer locución inquietaron mi ánimo de conocer personalmente quién estaba detrás del micrófono, conocer a ese animador que cada tarde dominical recibe de sus seguidores botellas de chicha, cerveza, variados platos de comida en señal de complacencia; el profesional del micrófono que regala, juega con su público, que congestiona las comunicaciones telefónicas y logra contactos con peruanos desde recónditos lugares del orbe.
“Corazón Norteño“ fue su inicial programa. Empezó con una hora de duración hace cinco años, propalando música criolla, valses donde hacía gala de tener una buena fonoteca. Y ahora esos 60 minutos de criollismo se transformaron en una programación donde incluye marineras, cumbias peruanas y boleros. Su público está feliz, las fiestas familiares se prolongan, aunque haya tenido que cortar sus acostumbrados paseos dominicales con su esposa Daysi y sus dos pequeños. César Flores Ballena es el animador que se roba los halagos de un heterogéneo radioescucha, aquel que arranca sonrisas, lloriqueos de felicidad, momentos joviales, domingos amenos, placenteros.
Su vena artística es innata. Siempre estuvo vinculado a la animación, a través de “Sonido Betsy”, de cantar en actividades del colegio, de involucrarse en la organización de uno y otro evento social. Y cuando empezó a crecer, un inaudito asalto criminal lo privó de todo lo logrado, de codearse incluso con la muerte y de retornar a fojas cero. “Cuando sufrí un asalto y secuestro hace siete años, pensé que mi mundo había terminado. Pero ahí estuvo mi esposa Daysi, con quien hicimos de todo para recuperarnos, incluso vender comida en Chiclayo“. Lo demás ya es historia, siempre los hombres y mujeres que están predestinados, jamás claudican, nunca se amilanan a tesituras y vicisitudes, siempre caen de pie y cubren sus dramas con sonrisas y una coraza a toda prueba.
“De aquella noche en que no pude venir desde Lima a Chiclayo para pasar la Navidad con los míos porque el pasaje costaba 120 soles y apenas tenía 40, logré sacar una lección de vida. Sólo pude por teléfono decir a mi esposa e hijos que los amaba, y que renovaba mis intenciones de no volver a repetir esa escena. Lloré como un niño, mis hijos sin juguetes, con un padre lejos y una esposa triste pero emprendedora, que siempre me estimuló a creer en la vida, que los infortunios no duran siempre“.
Al lado de su progenitora, su amada Paulita Ballena
Su exitoso y famoso programa es sinónimo de lo que acontece con la radio que administra: “La Norteña“, que en apenas 5 años se ha posesionado en una de las mejores del departamento de Lambayeque. El alto nivel de sintonía es corroborado por las encuestas, y el público al que entrevisté en las calles de Monsefú. “Lo escucho por su forma de ser, por su música, porque me contagia su animación”. “Es un orgullo, es único “. “Cesitar está en el corazón del pueblo “. “Me gusta por sus consejos, porque hace una fiesta para la familia“, fueron algunos de los comentarios recibidos.
Durante dos horas permanecimos en su cabina, donde se respiró felicidad, sabor a peruanidad, amor por lo nuestro. Un libérrimo ambiente en el que César Flores engendró en el alma colectiva de su público una innegable aura de carisma, un magnetismo personal con el que cala y cala. Es dueño del micrófono, es un transmisor de sensaciones.
Daysi, la esposa de César Flores, recibe el cariño de la gente, platos de comida y chicha.
Gracias a él, ha habido una reconciliación con nuestra música criolla, ahora muchas emisoras nacionales también tienen en su programación espacios de valses, reivindicando al artista nacional, propalando canciones de Eva Ayllón, del zambo Cavero, Los Kipus y tantos trovadores.Por eso lo llaman desde Callanca, Pimentel, Trujillo, Lima, Arequipa; España, Estados Unidos, Chile, Japón, Venezuela, Argentina y tantas ciudades y países del mundo.
César Flores es nuestro símbolo pertinaz de haber apostado por lo nuestro y de seguir promoviendo reuniones familiares bajo su música, abrigados con su peculiar forma de animar. César es un convencido, al igual que el filósofo griego Platón, de que “la música es para el alma, lo que la gimnasia es para el cuerpo”. (Luis Castro)
Nuestro personaje muestra parte de su fonoteca.
Cada domingo, a partir del mediodía, un público cautivo, nacional e internacional, se enlaza a través de las ondas radiales o usando el internet para, a través de la música, aliviar sus penas, tener un feliz contacto con los suyos o arropar ese sentimiento de peruanidad que acrecienta cuando más lejos está el ser humano de los suyos. Y quien propicia ese estado de ánimo, esa emoción, es un locutor monsefuano hijo de “su adorada Paulita Ballena”, la anciana mujer que vendía chicha y tejía sombreros y que ahora se ha erigido en una especie de albacea inspiradora de este personaje radial.
Su picardía e innata forma de hacer locución inquietaron mi ánimo de conocer personalmente quién estaba detrás del micrófono, conocer a ese animador que cada tarde dominical recibe de sus seguidores botellas de chicha, cerveza, variados platos de comida en señal de complacencia; el profesional del micrófono que regala, juega con su público, que congestiona las comunicaciones telefónicas y logra contactos con peruanos desde recónditos lugares del orbe.
“Corazón Norteño“ fue su inicial programa. Empezó con una hora de duración hace cinco años, propalando música criolla, valses donde hacía gala de tener una buena fonoteca. Y ahora esos 60 minutos de criollismo se transformaron en una programación donde incluye marineras, cumbias peruanas y boleros. Su público está feliz, las fiestas familiares se prolongan, aunque haya tenido que cortar sus acostumbrados paseos dominicales con su esposa Daysi y sus dos pequeños. César Flores Ballena es el animador que se roba los halagos de un heterogéneo radioescucha, aquel que arranca sonrisas, lloriqueos de felicidad, momentos joviales, domingos amenos, placenteros.
Su vena artística es innata. Siempre estuvo vinculado a la animación, a través de “Sonido Betsy”, de cantar en actividades del colegio, de involucrarse en la organización de uno y otro evento social. Y cuando empezó a crecer, un inaudito asalto criminal lo privó de todo lo logrado, de codearse incluso con la muerte y de retornar a fojas cero. “Cuando sufrí un asalto y secuestro hace siete años, pensé que mi mundo había terminado. Pero ahí estuvo mi esposa Daysi, con quien hicimos de todo para recuperarnos, incluso vender comida en Chiclayo“. Lo demás ya es historia, siempre los hombres y mujeres que están predestinados, jamás claudican, nunca se amilanan a tesituras y vicisitudes, siempre caen de pie y cubren sus dramas con sonrisas y una coraza a toda prueba.
“De aquella noche en que no pude venir desde Lima a Chiclayo para pasar la Navidad con los míos porque el pasaje costaba 120 soles y apenas tenía 40, logré sacar una lección de vida. Sólo pude por teléfono decir a mi esposa e hijos que los amaba, y que renovaba mis intenciones de no volver a repetir esa escena. Lloré como un niño, mis hijos sin juguetes, con un padre lejos y una esposa triste pero emprendedora, que siempre me estimuló a creer en la vida, que los infortunios no duran siempre“.
Al lado de su progenitora, su amada Paulita Ballena
Su exitoso y famoso programa es sinónimo de lo que acontece con la radio que administra: “La Norteña“, que en apenas 5 años se ha posesionado en una de las mejores del departamento de Lambayeque. El alto nivel de sintonía es corroborado por las encuestas, y el público al que entrevisté en las calles de Monsefú. “Lo escucho por su forma de ser, por su música, porque me contagia su animación”. “Es un orgullo, es único “. “Cesitar está en el corazón del pueblo “. “Me gusta por sus consejos, porque hace una fiesta para la familia“, fueron algunos de los comentarios recibidos.
Durante dos horas permanecimos en su cabina, donde se respiró felicidad, sabor a peruanidad, amor por lo nuestro. Un libérrimo ambiente en el que César Flores engendró en el alma colectiva de su público una innegable aura de carisma, un magnetismo personal con el que cala y cala. Es dueño del micrófono, es un transmisor de sensaciones.
Daysi, la esposa de César Flores, recibe el cariño de la gente, platos de comida y chicha.
Gracias a él, ha habido una reconciliación con nuestra música criolla, ahora muchas emisoras nacionales también tienen en su programación espacios de valses, reivindicando al artista nacional, propalando canciones de Eva Ayllón, del zambo Cavero, Los Kipus y tantos trovadores.Por eso lo llaman desde Callanca, Pimentel, Trujillo, Lima, Arequipa; España, Estados Unidos, Chile, Japón, Venezuela, Argentina y tantas ciudades y países del mundo.
César Flores es nuestro símbolo pertinaz de haber apostado por lo nuestro y de seguir promoviendo reuniones familiares bajo su música, abrigados con su peculiar forma de animar. César es un convencido, al igual que el filósofo griego Platón, de que “la música es para el alma, lo que la gimnasia es para el cuerpo”. (Luis Castro)
Nuestro personaje muestra parte de su fonoteca.
viernes, 26 de junio de 2015
Las embajadoras monsefuanas que se exhiben en Estados Unidos
Escribe: Luis A. Castro Gavelán
Antes tenía preferencia por los lirios y tulipanes, pero ahora me gustan las margaritas. No son tan vistosas, pero son naturales; no son de colores encendidos, pero denotan transparencia, frescura. Y así se mostraron nuestras nuevas embajadoras: Margarita Mechán Lluén y Margarita Guzmán Cornejo, dos auténticas monsefuanas que en la capital política del mundo, Washington DC., Estados Unidos, se erigen como dos genuinas representantes del arte culinario y la artesanía de nuestro Perú.
Y para orgullo nuestro, son monsefuanas, fidedignas cholas de capús y trenzas, que se ganan el corazón de los turistas gringos y europeos que frecuentemente visitan la capital de los Estados Unidos. Campechanas, humildes y cándidas, ambas hacen gala, por estos días, de su innegable arte en el noveno museo más importante del mundo, el Smithsonian Institution.
Fue un lujo para nuestro país ser protagonista del Smithsonian Folklife Festival, un evento con pocos años de existencia que estaba programado para que los países de América exhiban un día cada uno, lo mejor de su artesanía y arte culinario. Sin embargo, en este año 2015, el Smithsonian museo ha apostado por el Perú como único participante, para que durante dos semanas demuestre al mundo el porqué somos un polo atractivo del turismo.
Jacqueline Ayasta muestra a un niño americano cómo se hacen los bordados. Margarita Guzmán, elaborando un sombrero de paja macora
Y nuestras autoridades peruanas se han esmerado para llevar a los Estados Unidos a numerosos artistas de todas las regiones. Cantantes como Eva Ayllón y Julie Freundt, Susana Baca, expertas cocineras norteñas, de la sierra y la selva, artesanas y representantes de nuestro folklore nacional. Y ahí están Margarita Mechán y Margarita Guzmán, quienes se enseñorean haciendo paños, alforjas, sombreros; cocinando pepián de pavo, garbanzos guisados. Jacqueline Ayasta es otra de nuestras paisanas, una experta que enseña a bordar vestidos, blusas, paños.
Emocionadas y con ojos brillosos recibí de ellas un fraterno abrazo cuando me identifiqué como monsefuano. “Es un sueño, me siento muy feliz. Es la primera vez que subía a un avión y no sabía cuánto iba a durar el viaje. A veces sentía como que estaba en una combi porque el avión se movía. Casi no dormí en el viaje”, dijo Margarita Mechán, con esa naturalidad y sinceridad que es propia de nuestras mujeres.Ella vive en la calle Simón Bolívar.
Jacqueline y Margarita Guzmán frente a la entrada del festival Perú Pachamama en el museo Smithsonian. Era imposible no tomarme una foto con estas genuinas representantes de Monsefú.
La otra Margarita fue un poco más allá. “Como que se me salía el corazón, un poco de nervios y un poco preocupada por las experiencias de ir a un país muy grande y donde hablan otro idioma”, dijo nuestra experta cocinera, madre de siete hijos y que se ganó los aplausos de muchas personas interesadas en la receta del pepián de pavo, el plato bandera de Monsefú.
Ninguna de las dos tenía pensado en su vida conocer y pisar el país del tío Sam. Se sienten orgullosas de ser monsefuanas, de ser madres y representantes de nuestro arte. Margarita Mechán incluso pudo hablar con su hija Yesenia. A través del celular, eliminamos los más de 6,300 kilómetros de distancia y propicié esa comunicación que fue un acto de amor puro, de ese afecto filial que muy pocas veces se ve por estos lares. Los americanos son un poco más fríos para exhibir sus sentimientos.
La invitación del Smithsonian Folklife Festival para observar el arte culinario de nuestras embajadoras
Todavía van a estar unos días más y tal vez las vuelva a visitar. Quiero recibir de ellas – otra vez- ese abrazo fraterno, esa sonrisa lozana. He aprendido que aún me queda mucho por profundizar el amor al terruño que me vio nacer. Ojalá nuestro alcalde Miguel A. Bartra haga un espacio en las actividades del Fexticum para premiar a estas bellas y auténticas cholas, las mujeres que me han cambiado el gusto por las margaritas. Dalai Lama, el jefe espiritual del budismo tibetano dice que “Solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, creer, hacer y principalmente vivir” (LCG)
sábado, 18 de abril de 2015
Los primeros meses de la era Bartra
Escribe:
Luis A. Castro Gavelán
Un nuevo alcalde, una nueva ilusión, y como dice Pablo Alborán, ocurra lo que ocurra, las ilusiones hay que mantenerlas vivas hasta el último minuto. Se fue Rita y el actual alcalde de Monsefú ya tiene algunos meses que dan para el análisis.
A la luz de los hechos, Miguel Angel Bartra tiene oficio. Sus años como burgomaestre provincial de Chiclayo y una dilatada experiencia como político le dan cierta solvencia para moverse como pez en el agua. Y ya se vislumbran ciertas obras, atisbos de buenas intenciones. El parque principal de Monsefú luce mejor, se arreglan algunas calles y avenidas, se evidencian mejoras.
Incluso ya se está trabajando con antelación la festividad del Fexticum. La idea es recuperar su brillantez como feria de exposiciones. También se busca – a través de gestiones – culminar el “plan Maestro” y mejorar el pésimo servicio de agua y desagüe.
Sr. Bartra, va usted por buen camino. Tenemos fe en su labor edilicia, pero permítanos darle algunas sugerencias para que sus zapatos no se malogren rápidamente si pretende llegar a la meta por rutas pedregosas.
Algunos amigos llegaron a conocer Monsefú, unos son españoles, otros americanos, junto a ciertos anfitriones limeños. Como buenos hijos de la globalización irrumpieron por Monsefú y durante esos tres días pensaron que Monsefú estaba celebrando algún acontecimiento. Había fiesta por aquí, fiesta por allá, mentadas de madre, botellas que volaban por los aires y peleas que pusieron nerviosos a mis amigos visitantes. En realidad, aquellas fiestas de mala muerte no formaban parte de ninguna festividad importante, sino que eran consecuencia de la falta de autoridad.
¿No cree usted que estos hechos opacan su desempeño edil? Hace falta poner mano dura. La autoridad es usted y es necesario que corte de raíz esas benditas autorizaciones para bailes populares que acrecientan la inseguridad ciudadana.
A propósito, ya que hemos tocado el tema de seguridad, es bueno recordarle que en este campo seguimos huérfanos. Para “recuperar el liderazgo” que usted pregona, necesita dar el máximo de su esfuerzo para disminuir los niveles de criminalidad. No hay, no existe un plan de seguridad ciudadana, se trabaja sin una verdadera planificación, siguen los robos, y eso le está costando sus primeras rencillas con los ciudadanos y la prensa.
Un gobierno local como usted nos prometió, debe y tiene que hacerse en forma mancomunada con la ciudadanía. La prensa es su vocera. Hace algunos días escuché al periodista radial Felipe Vallejo, y sentí pena por sus críticas. Parece que Felipe olvida que es el presidente de la institución tutelar de la cultura, baja de nivel, y hace comentarios que no corresponden a lo que hasta el momento ha conseguido. Ni Felipe ni usted, Sr. Bartra, están actuando correctamente. En todo caso pondero la ecuanimidad de Lucho Gonzáles y Karina Cuyate, que tienen mesura para hacer críticas constructivas.
Alcalde Bartra, en aras de seguir creyendo en su labor, trate de limar asperezas con la prensa. Tiene ahí a César Flores, el propietario de radio “La Norteña”, para tender puentes.
Es imperativo que sus empleados de mando medio dejen de emitir autorizaciones para esas denigrantes fiestas. Es indispensable que el regidor de seguridad ciudadana dé más batalla, seguimos esperando más de él. Es oportuno recordar a usted que tiene en los amigos del “Club Social Monsefú”, con sede en Lima, a excelentes aliados para gestiones a nivel estatal.
No quiero terminar esta nota sin dar un verdadero “jalón de orejas” a esos necios y chalados que sin cultura cívica arrojan la basura a las calles. El progreso de una ciudad no depende únicamente de sus autoridades. Es también una labor inherente de sus ciudadanos. (LCG)
(Fotos tomadas de la cuenta de M.A. Bartra en Facebook)
Luis A. Castro Gavelán
Un nuevo alcalde, una nueva ilusión, y como dice Pablo Alborán, ocurra lo que ocurra, las ilusiones hay que mantenerlas vivas hasta el último minuto. Se fue Rita y el actual alcalde de Monsefú ya tiene algunos meses que dan para el análisis.
A la luz de los hechos, Miguel Angel Bartra tiene oficio. Sus años como burgomaestre provincial de Chiclayo y una dilatada experiencia como político le dan cierta solvencia para moverse como pez en el agua. Y ya se vislumbran ciertas obras, atisbos de buenas intenciones. El parque principal de Monsefú luce mejor, se arreglan algunas calles y avenidas, se evidencian mejoras.
Incluso ya se está trabajando con antelación la festividad del Fexticum. La idea es recuperar su brillantez como feria de exposiciones. También se busca – a través de gestiones – culminar el “plan Maestro” y mejorar el pésimo servicio de agua y desagüe.
Sr. Bartra, va usted por buen camino. Tenemos fe en su labor edilicia, pero permítanos darle algunas sugerencias para que sus zapatos no se malogren rápidamente si pretende llegar a la meta por rutas pedregosas.
Algunos amigos llegaron a conocer Monsefú, unos son españoles, otros americanos, junto a ciertos anfitriones limeños. Como buenos hijos de la globalización irrumpieron por Monsefú y durante esos tres días pensaron que Monsefú estaba celebrando algún acontecimiento. Había fiesta por aquí, fiesta por allá, mentadas de madre, botellas que volaban por los aires y peleas que pusieron nerviosos a mis amigos visitantes. En realidad, aquellas fiestas de mala muerte no formaban parte de ninguna festividad importante, sino que eran consecuencia de la falta de autoridad.
¿No cree usted que estos hechos opacan su desempeño edil? Hace falta poner mano dura. La autoridad es usted y es necesario que corte de raíz esas benditas autorizaciones para bailes populares que acrecientan la inseguridad ciudadana.
A propósito, ya que hemos tocado el tema de seguridad, es bueno recordarle que en este campo seguimos huérfanos. Para “recuperar el liderazgo” que usted pregona, necesita dar el máximo de su esfuerzo para disminuir los niveles de criminalidad. No hay, no existe un plan de seguridad ciudadana, se trabaja sin una verdadera planificación, siguen los robos, y eso le está costando sus primeras rencillas con los ciudadanos y la prensa.
Un gobierno local como usted nos prometió, debe y tiene que hacerse en forma mancomunada con la ciudadanía. La prensa es su vocera. Hace algunos días escuché al periodista radial Felipe Vallejo, y sentí pena por sus críticas. Parece que Felipe olvida que es el presidente de la institución tutelar de la cultura, baja de nivel, y hace comentarios que no corresponden a lo que hasta el momento ha conseguido. Ni Felipe ni usted, Sr. Bartra, están actuando correctamente. En todo caso pondero la ecuanimidad de Lucho Gonzáles y Karina Cuyate, que tienen mesura para hacer críticas constructivas.
Alcalde Bartra, en aras de seguir creyendo en su labor, trate de limar asperezas con la prensa. Tiene ahí a César Flores, el propietario de radio “La Norteña”, para tender puentes.
Es imperativo que sus empleados de mando medio dejen de emitir autorizaciones para esas denigrantes fiestas. Es indispensable que el regidor de seguridad ciudadana dé más batalla, seguimos esperando más de él. Es oportuno recordar a usted que tiene en los amigos del “Club Social Monsefú”, con sede en Lima, a excelentes aliados para gestiones a nivel estatal.
No quiero terminar esta nota sin dar un verdadero “jalón de orejas” a esos necios y chalados que sin cultura cívica arrojan la basura a las calles. El progreso de una ciudad no depende únicamente de sus autoridades. Es también una labor inherente de sus ciudadanos. (LCG)
(Fotos tomadas de la cuenta de M.A. Bartra en Facebook)
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