sábado, 27 de julio de 2013

Un reencuentro… en la Madre Patria


España es un país que por siempre está vinculado a nuestro Perú. La historia, la religión y el idioma de Cervantes nos unen tanto que los 9,517 kilómetros entre Lima y Madrid resultan escasos, adyacentes. Y hasta ese país ibérico viajé para culminar mis estudios, pero también acudí para abrazar con ansias a cuatro de mis hermanos, varios de los cuales no veía hace trece años.
Fue un reencuentro lleno de emociones a la que también se unieron algunos sobrinos y otros parientes quienes con sus abrazos y gestos llenos de cariño, confirmaron por qué en Europa y los Estados Unidos nos tienen una sana envidia, por ese sentimiento familiar que nos permite mantener vivos esos vínculos, y que por siempre y para siempre los hermanos serán eternamente hermanos para ayudarse, cuidarse y amarse.
Rubén, Rosita, Augusto y Federico trabajan a lomo partido para sacar adelante sus familias. A ellos la crisis de España los ha hecho redoblar esfuerzos y renovar el reto de seguir bregando por un mejor futuro, aquel que les resultó esquivo en nuestro país. Ellos, al igual que yo, vivimos lejos de nuestro pueblo de Monsefú, nuestra pintoresca ciudad que nunca olvidamos, porque estamos orgullosos de nuestros orígenes.
Vivir por un mes en España significó la finalización de unos estudios de posgrado que inicié hace un año desde mi apartamento en la tierra del tío Sam. La magia de las comunicaciones, llámese internet, nos brinda ciertas flexibilidades cuando pretendemos seguir mejorando nuestro currículum vitae.
Y ese título otorgado por la Universidad Pontificia de Salamanca va para mi familia y va para mi Monsefú, no para satisfacer un ego, sino para demostrar que en medio de las vicisitudes de la vida se pueden conseguir logros cuando las intenciones jamás sufren mediatización, cuando reconocemos que somos más fuertes que cualquier lacra, esas que cada vez acechan y atropellan a nuestros jóvenes.
Ahora mis lectores saben la razón de mi larga ausencia, y por eso pido disculpas, y al mismo tiempo reafirmo mi compromiso de seguir escribiendo este blog.

Cuando recibí el nuevo título vino a mi memoria la imagen de mis padres, miré de reojo a mis hermanos Rubén y Federico, presentes en mi graduación; pero también recordé a mi Monsefú, al extinto profesor Dante Salazar, quien nunca apañó el hecho de ser hijo del dueño de la escuela. “Si quieres ser alguien, debes valerte por ti mismo”, me dijo mientras golpeaba mi mano con la palmeta. Y claro que recordé al profesor Max Túllume y a la profesora Vilma Custodio quienes se encargaron de aleccionar mi mente por las letras.

Y los 9,517 kilómetros de distancia se hicieron cercanos para evocar a mi hija Grecia y a mi esposa Sandra; y decir va por ti hermana Rosa, quien no obtuvo licencia para estar a mi lado y quedó sin estrenar su vestido rojo que compró para mi ceremonia de graduación.
España es un lindo país, convive con la crisis, pero su gente se da tiempo para irse de “tapas” (tomar vino y cerveza en medio de muchos aperitivos que brindan los restaurantes) en esas largas noches que empiezan cuando se oscurece el ambiente, algo más de las diez. Que tal hábito de los madrileños, se van de farra cuando mis campesinos de Monsefú están en su medianoche; hacen la siesta a las tres de la tarde, adoran a sus imágenes y se muestran eufóricos al recordar que en su territorio nació el idioma del que nos sentimos orgullosos, y que en breve será la tercera lengua más hablada en el mundo.

España me permitió también ver al primo Miguel, un monsefuano que tuvo ciertos destellos como camarógrafo en un canal de television limeño, y que me ha prometido reverdecer laureles en la tierra de Miguel de Unamuno, Gustavo Adolfo Bécquer, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Federico García Lorca, Antonio Machado; y también de equipos de fútbol como el Real Madrid y el Barcelona.
Entre golondrinas y un clima que bordea los cuarenta grados, entre castillos feudales y fortalezas que evidencian que en la Península Ibérica medieval hubo una simbiosis, donde convivieron personas de tres religiones y tres culturas diferentes: musulmanes, cristianos y judíos, les deseo a cada uno de ustedes mis queridos lectores, FELICES FIESTAS PATRIAS.
(Luis Castro )